Sólo las campesinas saben ensartar relojes en la solapa.
Como cuando traspasaste los espejos de la infancia.
Luego olvidaste y consumiste simulacros
iconos y cenizas obstinadas
como quien de hastio se alimenta.
Y en círculos infinitos
las flores púrpuras de los geranios
no trajeron cigüeñas
sino contracturas ciertas.
Santiago Aguaded Landero. Voz Vencida. 2009.
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