La frontera del mal y del bien puede ser
la soledad de un niño soldado en Ruanda
arrastrado al abismo por el peso de una ametralladora que golpea
como un látigo ambos lados de su espalda.
Joseph tiene 12 años y vive en Ruanda
es uno de esos niños que forman parte
de los libros vaćios de las estadísticas de la explotación infantil.
Joseph define su tarea como un trabajo de limpieza,
el vecino que lo contrató lo llama matanegros,
Joseph cree que su trabajo no es divertido
pero el vecino le ha dicho
que a cambio puede saquear y violar a su antojo.
Joseph dice que solo es un niño,
el vecino una ametralladora humana,
una máquina de fabricar dolor.
Muchos días lloro por las noches,
cuando despierto y veo que mis brazos
están rodeando el fusil como si fuera mamá,
el vecino dice que cuando me sienta solo
me vaya a la cabaña de al lado
y mate a mi propio compañero de machete.
Yo prefiero estar solo en el desierto,
sin agua y comida con tal de que esto acabe,
pero mi vecino me ha dicho que para que todo termine
tengo que seguir matando,
hasta que no quede ninguna sombra sobre esta tierra.
Quiero dejar el trabajo amo,
avísame 15 días antes, porque tienes que cumplir la Lay.
José Manuel Alfaro
Foto: Kaiko
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