Era
natural de Onil, villa de la Foia
de
Castalla, con fábricas de juguetes
y
paisaje bíblico de higueras y olivares.
En
el pueblo, los otros niños juegan
bajo
el sol cegador del verano levantino.
El
pequeño Eusebio, rodeado de sombra
talla
en su casa unos barquitos de madera
o
dibuja decorados para su teatro de títeres.
El
tío rico le dice “anem al camp, Eusebiet”
y
éste sujeta con sus manos trémulas
la
primera caja de pinturas para la copia
de
lo que más le impresiona en el corto viaje,
los
almendros, las vides, los bancales llenos
de
luz y caliente silencio. La caja de acuarelas
es
un tesoro para el niño que silabea
carmín,
siena tostado, bermellón, azul de Prusia.
El
automóvil recorre labrantíos, el fecundo
secano,
los parajes de Tibi, Castalla, Ibi,
entre
nubes de polvo agobiante, ruidos.
Campos
de “la muy noble, fiel y leal villa
de
Onil”, nombre que pasa a los manuales
de
historia del arte. Melancólico niño solitario,
acecha
la luz que está fuera de la casa,
una
rendija en la ventana, un rectángulo
quebrado
en las paredes. Parpadeante blanco
y
gris de voladoras aves en las playas,
atrae
su mirada, un latido como la creciente
y
repetida curva que forma una piedra
caída
sobre agua sin corriente. Las esferas
azules,
muy oscuras, plateados círculos.
Los
ocres calientes, las líneas cerradas
con
voluntad de movimiento, los soles apagados
que
no recuerdan la luz de los veranos.
Los
años, los amigos: Vasarely,
Soto,
Arp. En París, recuerda las colinas
de
Maigmó, el vino alacant, dulzón y mareante.
Las
gradaciones del amarillo, rayas paralelas
en
los campos de secano. Circunferencias
como
las ruedas del carromato del abuelo
Serafín,
arriero. Redondeles de luz,
el
sol que había fuera de su cuarto
y
él enfermo, sin salir a jugar con sus amigos.
Rayos
del alba sobre el lago, superficie quieta
que
refracta diagonales, emergente fuerza
del
amanecer en su primer instante.
Círculos
que se desplazan en el aire
como
la pelota en las tardes de fútbol
en
Onil, cuando el niño Eusebio no jugaba
y
tosía en una habitación de sombra.
Alfonso López Gradolí. Palabras sobre trazos y colores. Libros del Innombrable, 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario