¿cómo
pueden crecer los arbolillos
bajo
toda la nieve del invierno?
Bertold
Brecht
para
Antonio Téllez Solá
y
Luis Felipe Comendador
La
fiesta del 1 de Mayo de 1934 se celebró en Zaragoza con un paro total.
La
amenaza patronal no se hizo esperar y despidieron a muchos trabajadores.
Los
sindicatos declararon la huelga general para exigir la readmisión de los
despedidos,
treinta
y seis días de huelga general en Aragón.
El
séptimo día la situación era dramática,
sin
necesidad de una huelga
la
miseria se comía ella sola las fuerzas
y los
hogares obreros.
Para
aliviar la situación la CNT ideó
abrir
una suscripción popular
para
organizar el traslado a Cataluña
de los
hijos de los huelguistas
y
ayudarles así a triunfar.
Más de
15.000 familias se inscribieron, sólo en Barcelona,
para
recibir a los niños y cuidarlos,
también
se recaudaron 30.000 ptas.
para
sostener la huelga.
La
multitud esperaba la llegada de los seis primeros autobuses,
eran ya
más de las diez de la noche,
las
noticias telefónicas del retraso
decían
que apenas podían avanzar,
que la
gente los recibía en los pueblos,
los
hacía parar,
para
abrazar a los niños
y
llevarles regalos.
Como la
muchedumbre congregada en la plaza Concell de Cent no se movía,
como
ondeaban banderas rojas y negras,
como se
daban gritos y vivas a la revolución y la anarquía,
la
policía de la Generalitat empezó a disparar
y
hombres, mujeres y niños se dispersaron.
En el
suelo quedó, muerto, Salvador Anglada, obrero metalúrgico.
Esa
noche los locales de CNT fueron clausurados.
Mil
taxistas de la confederación anarcosindicalista
intentaron
marchar a Zaragoza
a
buscar al resto de los niños
pero la
Guardia Civil fue avisada
y se
cortaron las carreteras.
Los
autobuses fueron interceptados
y
escoltados por la policía hasta hospicios y comisarías.
Ni los
actos de solidaridad obrera
ni la
represión de la policía cesaron durante los 36 días.
Hace
años que se ganó esa huelga
y con
ella, otra batalla, por la dignidad y la utopía,
contra
la miseria y los poderosos.
Hoy,
esta es una extraña historia,
también
interceptada y puesta fuera de circulación.
Una
historia de nubes oscuras y caminos del revés.
En
ella, he vuelto a encontrar las caras de otros niños
y el
mismo perro que vio Bertold Brecht,
muerto
de
hambre,
un
perro que pasa
y no
vuelves a verle.
La luz está en las oscuras grietas.
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