documentos de pensamiento radical

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miércoles, 29 de enero de 2025

Elogio del horizonte

 




Miro todos lo días los ojos de un hombre que está en el agua, no hay ni uno solo que no celebre quien se llevó la bala de aquella casa,

mantener el equilibrio sin poder decir mi nombre, no se me olvida que solo soy polvo,

tampoco aquello que nos dijiste cuando uno está contra las cuerdas

ni el gesto que hay que poner para lanzar una piedra.


Acá dando de comer a los pájaros,

escuchando como respiran las paredes,

mirando por la ventana,

todos los días,

nada más amanecer,

un hombre se lanza al agua,

sea agosto,

sea enero,

corre por el río,

por las calles,

dando señales de sí mismo,

gritando al aire:


¡Dadle una patada en el culo a vuestra infancia!

¡Que nadie más se atreva a convertiros en tinta!


Los niños y niñas siguen un hilo,

las guerras siguen un pañuelo blanco,

el prestidigitador nunca se fue,

a la luz del fluorescente mosquitos y polillas.

En Berlín hubo un muro que ya no está,

en Dakota del Sur corren los caballos por las llanuras de Oglala,

en Mathausen cuando llegaba el sábado los rapaban a cero,

con el pelo se forraban las botas de los soldados,

no confundas cambiar titulares con cambios,

en el matadero res y verdugo son lo mismo,

carne de la que alguien se alimenta.

Todas las mañanas quien salta al río,

lo leo en sus ojos,

busca en las aguas el perdón de los hombres,

nunca el perdón de Dios,

harto de construir una civilización ajena,

vuelve a gritar:


¡Devolvedle al papel su condición de árbol



Siempre hay un camino de regreso a casa,

un tren que no incluye pilas,

un estío en una isla,

un punto que nos ancla,

aquello que conservamos del naufragio,

el arte de hacer bronce,

la trayectoria de una honda que vence a Goliat, escribir lo vivido.



Desde mi ventana,

cada mañana,

veo los ojos de un hombre que se lanza al río, que corre por las aguas,

que salta la alambrada que separa la escuela del ejército y

se va tras el horizonte volviéndose un niño.


Esta mañana,

al abrir la ventana vi una cometa,

bajo ella se escuchaba una voz:


¡Tú, poeta,

no se te ocurra nunca ponerte a disparar o dejar que otros lo hagan por ti contra los pájaros de tu cabeza!

 

 

Andrés Izu. En: Un abrazo fuerte. Homenaje al poeta David González. Ed. Pregunta, 2025

Ilustración: Carmen Pascual. s/t. por gentileza de la Galería Fernando Serrano.



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