EL ATEÍSMO DE SALVOCHEA

Entre la cárcel y las rosas de Cádiz

se mueven las ideas de Dios

que nunca llegan a decir las ideas republicanas,

nombres que no salen en los periódicos,

palabras que quedaron en Londres,

en ciudades por las que pasó Bakunin,

con su voz de gigante siberiano,

con su abrigo de película anarquista,

Salvochea no cree en los cuadros del Greco,

ni siquiera en la Vulgata de los latinos,

es hombre de tierra y de fábricas a las espaldas,

como un Kropotkin recorriendo Europa,

Cádiz te recuerda, con tu voz tantas

veces condenada, por tu devoción

al materialismo y a la filosofía atea,
Jean Meslier del siglo XVIII,

para pensar de nada sirven los crucifijos,

y esa manifestaciones tuyas hacia la paz,

sin teología y sin las manos de Jesús,

porque Jesús fue sólo un mito

que en nada ayudó a la lucha obrera,

ya lo dijo el filósofo D'Holbach,

Dios trae sólo hambre,

y tú traías la República y la menta,

el mar y el panorama de los hombres,
65 Salvocheas.
esclavizados por una religión antigua,

que sólo espumaba reliquias

y un Vaticano de piedras duras

y vanidad inconmensurables,

Salvochea, hombre preso,

qué libertad para la Historia,

cómo recordamos tu tos y tu victoria,

tu deconstrucción de los santos

y tu voz colgada de los árboles,

No se puede olvidar así

a un hombre que procede de la lluvia,

a un hombre que no cree en San Juan

ni en los concilios infernales,

pureza libre, bocadillo de Madrid,

cuánto luchaste por la memoria

y por esas señales que vienen de las mujeres,

Has quedado muy bien muerto

sin que Dios te apretara,

te veo con los que sólo creen

en el ruido de los bosques

y en las noches románticas.


poema del inmenso Emilio Arnao en la antología homenaje a Fermín Salvochea. 65 Salvocheas. Ed. Quorum. Cádiz, 2011.