RECUPERACIÓN

Costa Rica era un país sin soldados ni tiros
y no había generales ni sargentos
sino café y flores.

Todo el país era verde, como ahora.

Los campesinos cantaban todas las noches a la puerta de sus casas,
canciones de amor, con guitarra,
canciones a las aguas y a los vientos.

Las carretas bajaban cargadas de café hasta los barcos de Puntarenas
y en Londres se tomba café de Costa Rica,
el café de Costa Rica en la niebla de Londres.

Era un país sencillo, sin cuarteles.

Al principio no había ni siquiera Presidente,
lo llamaban Jefe de Estado, y era suficiente
para un país pequeño e inteligente.

Por todas partes había flores,
y aún hoy día hay flores por dentro y por fuera,
un sembrado de flores es la tierra.

La gente se acostaba temprano, estaba amarillo el sol,
y se leveantaba a oscuras.

Se despertaba el país con ruido de vacas y cuijenes y olor a café,
en plena madrugada, con olor a café, todo el país mojado por el relente.

El Jefe de Estado despachaba en su propia casa, sin guardianes ni nada,
cerca del Parque Central, la puerta de su casa abierta,
que no era casa presidencial ni nada de eso, la puerta de su casa abierta,
y su mujer cantando en el traspatio.

Costa Rica no era grande, pero el mundo no era más grande que Costa Rica.

Sin generales, ni soldados, no había más ruído que el de los campesinos arando.

Todo el día trabajando todo el mundo, y nada más.

La casa como un jardin lluvioso y soleado.

No había en todo el país ni un solo esclavo.



poema del libro LA COSTA RICA de Antidio Cabal