La democracia de la que disfrutamos se halla la servicio de un renacido horizonte de injusticia, desigualdad y explotación... A todo ello se agrega, cómo no, la sumisión que generan los medios de comunicación, en un marco de confiscación del lenguaje. A través de una eficiente maquinaria de propaganda que muy a menudo consigue que los ciudadanos no se percaten de lo que está ocurriendo, se prohíbe decir algo difirente de lo que enuncia el discruso del poder. El resultado es, naturalmente, la cancelación de la crítica y la criminalización de la oposición política... los intelectuales, en su mayoría, emplean su tiempo en glorificar a los regímenes occidentales como regímenes democráticos, tal vez no ideales -no sé lo que esta expresión quiere decir- pero los mejores humanamente realizables, y en afirmar que toda crítica de esa seudodemocracia conduce directamente al Gulag... Esto permite silenciar los candentes problemas del presente: la descomposición de las sociedades occidentales, la apatía, el cinismo, la corrupción política, la destrucción del medio ambiente, la situación de los países pobres...
Se aprovechan coon descaro, en fin,los efectos de la desmovilización general y la precaria conciencia general sobre lo que se avecina.
Carlos Taibo. Democracia en tiempos revueltos. En: Democracia radical: entre vínculos y utopías. Ángel Calle Collado (Ed.). Icaria, 2011.
la última frase es la que duele y la más pura realidad:...y la precaria conciencia general sobre lo que se avecina.
ResponderEliminarSeguiré a Taibo. Gracias Antonio