Exigimos vivir para siempre, sin ser capaces de apreciar la belleza de envejecer o de los ancianos. Exigimos que todo el mundo nos quiera (sea quien sea), no cometer errores, comer sólo de lo mejor, permanecer bellos para siempre, conseguir todo aquello que consideramos merecer. Nos esforzamos todo lo posible por asegurar esas ilusiones, incluso arriesgando nuestra verdadera vida. Nos escondemos de la enfermedad, de la tragedia, de la vejez y de la soledad; abandonando a aquellos que las experimentan. Rechazamos el pesar y la fealdad, sin darnos cuenta de que la fealdad y el pesar moran en nuestro interior. Y luego nos preguntamos por qué sufrimos, atrapados en una vida sin salidas.
Brenda Shoshanna. Sabiduría zen para la vida cotidiana. Ed. Oniro, 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario