Balas o lágrimas
Dedicada
a Cipriano Martos, obrero
clandestino
muerto en Reus en el anonimato
Amigo no me digas
que todo esto que
pasa
son cosas de la
vida.
Yo no quiero una
vida
mezclada con tanta
lágrima.
Hoy mismo creo
que las mías se han
acabado
junto a un obrero
muerto dentro del
hospital.
Allí se fue mi
último llanto.
Sacado de un cuartel
de la guardia civil
de Reus,
a los diez días
muere
un obrero en un
hospital.
¡No! No fue muerte
natural.
Antes ya pasó
por manos de sus
verdugos
para después morir
solo.
Para morir en
silencio, solo,
en una habitación
cualquiera,
sin dejar que nadie
lo viera.
Obrero
revolucionario,
trabajador de la
construcción.
Me parece, amigos,
que aquellos días
a muchos hombres
se le acabaron las
lágrimas,
para que pudieran
elegir
entre las balas o
las lágrimas.
Son tantas veces que
matan obreros
que se termina por
tener que elegir
entre balas o
lágrimas.
Lágrimas o balas,
¿con cual me quedo?
¡es ya tan tarde!
En el hospital solo,
sin recibir a nadie
A muerto un obrero.
Sin nadie que le
diga
nada, nada,
¡entendéis!
Balas o lágrimas
ya no puedo elegir,
es demasiado tarde
¡casi no quedan
lágrimas!
Cuatro caballos
muertos
Cuatro caballos
muertos
caminan sobre la
vida,
cuatro asesinos
locos
llevan al hombre
sólo a sufrirla.
Cuatro asesinos
muertos
que matan el aire
vivo,
matan las tierras,
los huertos,
y quienes dejamos en
el olvido.
Cuatro fieras por
siempre ratas,
con ellos ni amor ni
aliento.
Todo sabe a farsa
muerta
y nuestra cárcel
vivida dentro
pero aunque el aire
no sea aire,
ni nosotros mismos
seamos nosotros,
llevamos por dentro
una libertad
homicida, loca,
que se refleja en
nuestro rostro
con mil sonrisas
por cada muerto
vuestro
aunque sea de lepra,
o caído por un
barranco.
Cuatro caballos
muertos
caminan sobre
dinero,
cuatro caballos
muertos
mantenidos con
sangre e hierro.
Son asesinos locos
y seguiremos
confiando
en sus palabras, en
su justicia,
y nuestras muertes,
poco a poco.
No hay término
medio,
¡ellos o nosotros!
Hombre del
trabajo
Confío en ese
hombre sencillo,
en ese ser humano
que nada sabe de
nada
que sólo conoce el
trabajo,
ese hombre que sólo
está
para que lo manden,
que trabaja, suda y
calla,
pero que le duele
España.
Que llora y sangra
cuando la injusticia
le acompaña.
Confío y sé que se
levantará
y dejará huella
marcada sobre
aquellos
que cada día le
roban
negándole el
derecho de persona.
Hilos desechos
Caminando por una
sucia calle
voy en busca
de no encontrar la
desesperación.
La calle me parece
un hondo barranco
en el cual caminamos
por debajo del fango
tratando de no
existir.
No me pertenece mi
cuerpo
que poco a poco se
va envolviendo
en una capa de barro
que te encadena a la
tierra.
Una mezcla de sangre
y prisiones
llenan mi vida.
Atrás se han
quedado mis amigos
hablando de algo,
en donde los hombres
estaban presentes,
todo me parecía un
pasado ya lejano.
Se me terminaba el
tiempo
sin ver donde
empezaba la vida,
y allí te vi
sentada en el suelo,
que eres tú misma.
Apareces con las
carnes abiertas,
tengo que cambiar
contigo
toda mi rabia de
besos sangrantes.
Entre la prisión
que existe
y la libertad que se
busca
nada quisiera
exigirte,
no me pidas nada
vive y haz que yo
viva.
Tu casa me recuerda
prisión
¡Quizás en otros
tiempos!
a mi me hubiera
gustado
enterarme contigo en
el mismo ataúd
y morir los dos
juntos
dentro de la ciudad
muerta.
Se ha acabado hoy,
no me queda tiempo
para amarte
no me pertenezco a
mi mismo
¡ya tan solo
camino!
¿Y tú que eres?
sino barro que
intente librarse
dejando tus labios
abiertos
junto a ti intento
mezclarme
entre tu, el fango y
el amor,
para hacer los tres
una sola cosa,
pero las cadenas son
más grandes
y poco a poco te vas
escapando
hasta convertirte en
hilos desechos
que buscan unirse en
un vestido blanco.
Y yo entre el sueño
y la vida
me quedo con el
cuerpo roto
y mis manos rompen
el vacío dejado por
tu cuerpo.
Jesús Llamas (Villanueva de Algaida, 1950-Sabadell, 1990)
“Nací en Villanueva de Algaida, provincia de Málaga.
Cuando tenía doce años mi familia emigró a Catalunya por las mismas razones de tantas otras familias obreras.
No tenia conciencia de clase en aquel tiempo pero ya no entendía que hubiera miseria mientras otros tenían riqueza.
Fui al colegio hasta los once años.
Hace tiempo que escribo sin haber publicado nunca nada hasta el momento.
Como otros tantos obreros y compañeros del barrio fui detenido en 1970 por luchar contra la dictadura fascista.”
Este es el breve extracto biográfico que Jesús Muñoz Llamas escribió en el año 1977 a modo de presentación en una modesta publicación editada en Sabadell, y que bajo el título "De puerta en puerta" recogía poemas de diversos autores, los cuales se presentaban como "poetas del pueblo". Los quince poemas que seleccionó Llamas en aquella ocasión, y que se podrían fechar entre 1974 y 1977, ya destacaban por el uso de un lenguaje directo y sin retórica para canalizar una experiencia de revuelta y compromiso dentro del contexto político y social de aquel momento. De un año más tarde, 1978, datan sus primeros dibujos que redireccionarán y amplificarán este gesto poético inicial.
La suya fue una vida restituida y sustentada entre la poesía, el dibujo y la pintura. Una vida vivida intensamente, comprometida y que oscilaba entre un deseo exultante y un soterrado desasosiego, con un inesperado formato que él eligió y que finalizó cuando en 1990 fue encontrado muerto en su pequeña casa del barrio de Ca n'Oriac en Sabadell. Tenía apenas cuarenta años.
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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