La muerte de un
revolucionario clandestino
Sobre la sucia calle
por última vez,
se quedó quieto.
El deseo de ser
libre,
la sangre
revolucionaria,
brillaba en el
podrido asfalto
de la oprimida
calle.
Seguro que había
nacido
para ser poeta
y se quedó
en sombra
revolucionaria oscurecida
a la de un
delincuente cualquiera
y sin embargo
era forjador de
libertad
mil veces héroe de
un pueblo.
Mientras los hilos
de tu sangre
anunciaron tu muerte
nada se detenía,
la vida fascista
continuaba.
Sentí que todo era
pequeño
y algunos hombres
lloraban de rabia en
la oscuridad.
Tú eres mil veces
héroe de tu pueblo
tu casa era la calle
la sombra tu aliada
y tu vida
tu vida la libertad.
Sensación de
engaño
Han matado a un
obrero
no sé quién es
era un hombre
como yo, como tú,
como aquel.
Era un hombre
con padres, hijos o
hermanos,
no sé quien es
pero vivía
y lo han matado.
Y algunas noches
entre tantas noches
de impotencia
y falsos sueños
hemos querido
engañarnos
y hemos soñado
que la vida era
posible.
Que el hombre se
hacía
cada vez más
humano.
¡Que quizás
faltara confianza!
Cuantas mentiras nos
cuentan
nuestros sueños por
deseos
de sentir la
libertad.
Sueños, sólo
sueños,
pero el crimen
te lleva pronto a la
vida
y compruebas que ya
no son hombres.
¡Son fieras que han
degenerado
del ser humano!
Hoy una vez más,
han matado un hombre
por pedir pan,
trabajo,
libertad.
Antes ya era así,
no hay duda son
ellos,
niegan la vida
y a tu mente
viene una tormenta
de balas
como la única
solución posible.
No llores más
niño
No llores más niño
no llores más,
seca tus lágrimas
que sólo sirven
para calmar tu
rabia.
No llores más por
razones de este mundo
que tus lágrimas
van a caer
a un charco ya
grande
donde todos las
pisan
y nadie las ve.
En esta solitaria
tarde
seca tus lágrimas
por última vez
no dejes pasar más
tiempo.
Cambia tu pañuelo
Por un fusil
Y haz las balas
con las lágrimas
caídas.
Soy tierra y
sangre
Tengo en mis ojos
y en mi boca
una mezcla de sangre
y tierra
y me siento nada
ante tanto hombre
muerto
con el amargo vacío
de la libertad
tantas veces
pisoteada.
Arena y sangre soy.
Arena para el
viento,
para sentirme algo
en cualquier lugar
de la tierra donde
haya hambre
y oprimidos.
Arena para meterme
en los ojos de
cualquier
verdugo loco de
sangre.
Sangre soy.
Sangre deshecha,
rota.
Sangre que se mezcla
con otras sangres
derramadas
de hombres,
buscadores de
nuestras locas
ansias de libertad
mil veces robada.
Sangre soy.
Sangre de aquel niño
muerto en solitario
drama
del hambre, rodeado
de ruidos
de metralla loca,
vendida por sapos
capitalistas
para pagarse el
champán
con una puta
cualquiera.
Sangre voy
arrastrando.
Sangre voy dejando,
junto a ti
que has muerto
pistola en mano.
Sangre junto a tí,
junto a todos los
que
la libertad
buscamos.
Vacío
Vacío
es impotencia o la consecuencia del
fusilamientos
de los cinco revolucionarios
anti
ascistas fusilados el 27 de septiembre
de
1975.
Hoy, yo como otros
hombres
sé que nos sentimos
igual.
Debajo de cien
sótanos encarcelados
y con mil cadenas
atadas.
Mi retorcida mente
busca razones
posibles
que lleguen dando
fuerza
en busca de la
libertad
siempre tantas veces
nuestras.
Ni el sol, ni la
tierra,
ni el aire, nada
existe
sino vacíos
inmensos
en donde caminamos
sin pan, agua o aire
que alimente nuestra
voluntad
de vivir.
La vida se la han
llevado lejos,
los han matado.
Ya sólo
pertenecemos
al viento
que nos trae
recuerdos
de las balas
manchadas de sangre
de las carnes
jóvenes caídas,
en solitarios
cementerios de España.
Jesús Llamas (Villanueva de Algaida, 1950-Sabadell, 1990)
“Nací en Villanueva de Algaida, provincia de Málaga.
Cuando tenía doce años mi familia emigró a Catalunya por las mismas razones de tantas otras familias obreras.
No tenia conciencia de clase en aquel tiempo pero ya no entendía que hubiera miseria mientras otros tenían riqueza.
Fui al colegio hasta los once años.
Hace tiempo que escribo sin haber publicado nunca nada hasta el momento.
Como otros tantos obreros y compañeros del barrio fui detenido en 1970 por luchar contra la dictadura fascista.”
Este es el breve extracto biográfico que Jesús Muñoz Llamas escribió en el año 1977 a modo de presentación en una modesta publicación editada en Sabadell, y que bajo el título "De puerta en puerta" recogía poemas de diversos autores, los cuales se presentaban como "poetas del pueblo". Los quince poemas que seleccionó Llamas en aquella ocasión, y que se podrían fechar entre 1974 y 1977, ya destacaban por el uso de un lenguaje directo y sin retórica para canalizar una experiencia de revuelta y compromiso dentro del contexto político y social de aquel momento. De un año más tarde, 1978, datan sus primeros dibujos que redireccionarán y amplificarán este gesto poético inicial.
La suya fue una vida restituida y sustentada entre la poesía, el dibujo y la pintura. Una vida vivida intensamente, comprometida y que oscilaba entre un deseo exultante y un soterrado desasosiego, con un inesperado formato que él eligió y que finalizó cuando en 1990 fue encontrado muerto en su pequeña casa del barrio de Ca n'Oriac en Sabadell. Tenía apenas cuarenta años.
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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