Y es que lo que
llamamos nacionalidades en realidad no son más que Estados sin ejércitos. Lo
descubrió Cataluña durante la Guerra de Sucesión, cuando ante las barbaridades que
estaban cometiendo las tropas de Felipe IV estacionadas en Girona, los
campesinos se alzan en armas, llegando a tomar Barcelona y asesinar al mismo
Virrey, hechos que dan alas a las clases dirigentes catalanas para soñar con su
independencia. Pero en estas circunstancias, buscar el apoyo de Francia sólo
servirá para que otro Estado invada Cataluña y sus ejércitos cometan aún peores
tropelías que las de las tropas castellanas.
En la misma medida, con
la complicidad de los medias, los obreros pueden ser alentados a discriminarse
en estas comunidades autónomas entre emigrantes y autóctonos; y además, junto
con los del resto del país, orientados a
que acojan como suyos los valores de la burguesía nacionalista española o los
valores de la burguesía nacionalista periférica. En ambos casos la intención es
la misma, desactivar la lucha de clases. Para ello se puede inventar un
partido, como el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, financiado a
estos efectos con fondos reservados del Ministerio de Gobernación, una liga de
fútbol, una tradición, un cante o una mara.
...//...
La situación aún se vuelve más compleja en Cataluña,
donde la burguesía, una vez perdidas las últimas colonias españolas de ultramar
que podían justificar su permanencia dentro del Estado español sobre los
lucrativos negocios que el empresariado catalán sostenía con la isla, da lugar
a un nacionalismo periférico que germinará alrededor de la Lliga.
El peligro que representa el partido de Cambó trata
de ser neutralizado desde Madrid primero, con el tan sorprendente como secreto
apoyo económico del Estado central al partido republicano radical del demagogo
Alejandro Lerroux, especialista en encender a las masas con sus discursos
anticlericales en los que las incita a quemar iglesias, violar monjas y
degollar a los ricos. Cosa que finalmente logra, a su pesar, durante la Semana
Trágica, pues lejos de reivindicar el que había sido su único proyecto político
y situarse a la cabeza de la revuelta, Lerroux huye a Madrid a solicitar la
protección del Estado. Cuando renazca de sus cenizas lo hará ya en las filas de
la plutocracia política centralista que, al fin y al cabo, era la que siempre
lo había sostenido.
Al mismo tiempo, el gobierno de Madrid se sitúa
detrás de una oscura operación de
formación de grupos terroristas que se especializarán en atentar contra
la vida y la hacienda de la burguesía catalana (Cambó incluido); llegando a
hacer estallar más de dos mil bombas en las propiedades de los fabricantes
afiliados o simpatizantes con la Lliga sin que la policía ponga mucho interés
en esclarecer estos hechos y, por
último, infiltrando espías y agitadores en las filas anarquistas para incitar a
estos a la desestabilización social y, de paso, justificar cuando convenga, la
represión del movimiento obrero.
La suma de todos estas prácticas ponen a Cataluña y,
especialmente al área de Barcelona, al borde de la explosión social en más de
una ocasión en las primeras décadas del siglo XX, haciendo tambalear el
espíritu nacionalista burgués hasta el punto de que, en 1923, es la Lliga quien
se arroja en brazos de los militares españoles para que pongan fin a la grave
situación que se vive en región. La burguesía nacionalista termina rindiéndose
así a una realidad incontestable: No se pueden independizar de España mientras
sea el Estado español el único que les asegure la propiedad de sus bienes
frente a las masas proletarias catalanas.
Cuando Franco visite Barcelona, y de nuevo se
repitan estas fotos acompañado del clero y la patronal catalana, lo hará
aclamado en calidad de salvador; y el piropo no era en vano.
Antonio Orihuela. Palabras Raptadas. Ed. Amargord, 2014
Hay quienes aplauden la voladura del puente ignorando que están situados en medio del mismo.
ResponderEliminarMucha cera y poca miel.
Pues ha vuelto a suceder. La burguesía catalana se apresura a sacar sus dineros de la barretina para ponerlos al amparo del tricornio. Banco Sabadell, CaixaBank, Aguas de Barcelona, Freixenet, Gas Natural... En suma, los ahorrillos provenientes del duro y constante trabajo de exprimir a la clase trabajadora. "Ja sóc aquí!"
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