A la defensa de la vida la llaman
utopía.
A la búsqueda de la bondad, la
belleza o la verdad, metafísica o quimera.
A intentar vivir en plenitud,
mística inalcanzable.
A pensar, pérdida de tiempo o tarea
inútil.
A ser libre, imposible ontológico.
A los hechos y a los datos
objetivos, filosofía.
Y a esta mierda, que nos venden como
irremediable e indiscutible, la llaman realidad:
Lo que hay.
Lo que sólo puede haber.
Lo que tiene que haber por la propia
naturaleza de las cosas.
La “rerum natura” es esta
mierda,
Tan distinta a la otra,
La verdadera, la orgánica:
Tan necesaria, tan útil, tan
imprescindible, tan noble.
Esta otra, absurda, nueva,
competitiva, innovadora e inútil mierda, huele.
Hiede hasta el delirio.
Hasta las heces, como no podría ser
menos.
A pesar de tantas crecientes
evidencias,
se permiten afirmar desde sus
empoderados retretes
que no huele. Que hasta huele bien.
Y si no huele bien ahora es por
pasajeros problemas que serán superados en breve.
En ello dicen estar, mejorando lo
presente.
Olvidando el pasado, devorando
cuerpos, paisajes y almas.
Y si no lo consiguen,- la mágica
transmutación de los olores- es cuestión de acostumbrarse o
adaptarse.
Mientras tanto, a la idea
demenciada y sin cimientos racionales o morales, la seguirán
llamando realidad o hechos.
O lo que hay. ¿Recuerdan?¿Queda
claro?
A otras realidades físicas y
morales- la destrucción de la vida, el dolor o sufrimiento humanos,
por ejemplo-, las catalogarán como ideas, opiniones o perspectivas
muy discutibles.
En cambio, a la justificación de
pensamientos o acciones mentirosos, desquiciados, inconsistentes,
imposibles, desalmados o inmorales, le llamarán realismo.
Al intento de plantear o defender la
realidad-tantas otras realidades- , idealismo.
¡Ay, si Platón levantara la cabeza
desde su “Caverna”!
Se apuntaría casi seguro al partido
de Aristóteles, su discípulo.
Cambiaría su “Academia” por el
“Liceo”.
Irían ambos de la mano a luchar
contra tanta estulticia vana, prepotente y suicida.
A luchar, sí. Indesmayablemente.
Contra tanta sombra asesina que nos
hace oler a rosas cuando huele a mierda.
Rafael HERNANDEZ DEL ÁGUILA, 2019.
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