Una
vez hubo un hombre
que
leía poemas chinos
y
creía que una canción podía alterar
el
curso de la caída de las flores.
Este
hombre que buscaba la pureza, frió huevos,
durmió
en la terraza de una pequeña casa en Hydra,
bebió
metaxá en las tabernas del puerto,
bailó,
anduvo descalzo y sin camisa,
fumó
en los hoteles y a ratos
cantó
canciones tristes
que
Sasaki Roshi
no
encontraba suficientemente profundas.
Este
hombre, que se enamoró de la rubia Marianne
y
de una dulce mecedora con forma de tijera,
descubrió
que todo en el Chelsea Hotel estaba hecho de LSD,
mientras
Janis le cantaba, desde el alféizar de una ventana,
que
el amor, cuando se acerca a su fin,
se
siente como una bola y una cadena
que
no sabes cómo desatar.
Este
hombre, que odiaba a la Velvet,
mitigó
su dolor escribiendo poemas dentro de una bañera
cuando
Nico le partió el corazón.
Este
hombre, que amó como si fuera el pájaro en el alambre
que
vuelve en todas las estaciones,
solo
con Suzanne fue a comer naranjas junto al río.
Este
hombre, que rezaba para que todas las mujeres le amaran
y
también rezaba para que ninguna mujer le amara,
es
ahora una hermosa cuenta en el collar del tiempo.
Cayeron
los caparazones, terminó el crédito
y
no has salvado al mundo, Leonard, pero
aún
cantan los grillos
y
temblando, en silencio,
te
escuchan todas las novias.
Magnífico.
ResponderEliminarGracias, Víctor, bienvenido al mundo de los papás y mamás!!
ResponderEliminarDigo lo mismo hermano. Gran poema, estupenda letra para una canción. Abrazos!!
ResponderEliminarGracias Luis, a tu disposición!! Abrazos fraternos.
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