documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

lunes, 7 de octubre de 2019

ILUMINACIONES / SUNFLOWER SUTRA



El niño y el lobo que dejaron sus huellas
bajo el panel de los leones de la cueva de Chauvet
con cinco mil años de diferencia.

El que se proclama rey de la creación
y a continuación convence a otro
para que cargue sobre sus espaldas
con el saco de bacalao.

El remero griego que aterrado por el color de las aguas del Tinto
lo bautiza con el nombre de río del olvido.

El barco fúnebre cargado de espadas de lengua de carpa
que arde en la ría de Huelva.

Hammurabi, que pensaba que sus mayores enemigos
eran los asirios y elamitas
y no las hamburguesas y Walt Disney.

Sócrates, con coraza de hoplita, hostigando a los corintios,
para salvar la vida a su enamorado Alcibíades
herido en la batalla de Potidea.

Felipe II encargándole a fray Andrés de Urdaneta
una nueva expedición a las Islas del Poniente
con la misión “de saber volver, porque la ida ya es cierto”.

Martín de Roda volviendo con más de cien libros
del primer viaje de un español a China.

Baruch Spinoza soñando que pule
un cristal con un claro laberinto dentro.

Tristan Corbière escribiendo en Les amours jaunes
cómo del regalo puro de tu cuerpo
recoges mi tristeza con una toalla azul.

Anna Chimyakina disculpándose ante su marido
por haber colgado boca abajo Improvisación 4
mientras él permanece embelesado en esas formas y colores
que cuando pintó el cuadro no había visto.

John William Godward escribiendo en el reverso del sobre
donde le manda su marchante de New York una carta
felicitándole por las ventas de sus últimos cuadros
la palabra GAS.

Ácrata Vidal diciéndole al director de su periódico que,
siguiendo las indicaciones del Sindicato de Artes Gráficas de la CNT,
los linotipistas no montarán ningún artículo que denigre
o vaya en contra de la clase obrera.

Plató Peig ofreciendo sus versos surrealistas
en la humedad roja y verde del cabaret La Sirena
a cambio de cocaína, absenta o cafés con leche.

John Cage esperando a Richard Buhlig
durante doce horas en la puerta de su casa
para pedirle que toque para él el Opus II de Shönberg.

Buenaventura Durruti bromeando con Clemente Cuyás,
dentro de un Packard camino de la Ciudad Universitaria,
sobre el coche de la lluvia que había visto
en la galería Pierre de París.

Bessie Smith murmurando Belchite, Belchite,
en la ambulancia que la lleva
por una larga calle solitaria de Clarksdale.

Juan Ramón Jiménez sentado en un banco de la plaza de Saint Sulpice
paralizado por la ignorancia, la sordera, la indiferencia de Francia
a la guerra de España.

Giacinto Scelsi componiendo Pranam II sobre una sola nota.

Albert Hoffmann regalándole a María Sabina
una bolsa con pastillas de psilocibina
que había sintetizado en su laboratorio.

Cary Grant, rescatado del alcoholismo por el LSD,
pregonando a los cuatro vientos
que la hierba es más verde de lo que creemos.

Allen Ginsberg, un amanecer muy frío de morfina y metanfetaminas,
volviendo tras los pasos de la niña que caminaba asustada
por los muelles de Lower East Side
comiendo los primeros tomates venenosos de Norteamérica.

The Velvet Underground cantando “The Nothing Song”
en la película Batman Drácula de Andy Wharhol.

Lawrence Ferlinghetti sorprendido por un vendaval en la cala de Maro
el día que yo nací, y donde hicimos un refugio de hojas y juncos
el primer verano de nuestro amor.

Lew Welch adentrándose en el bosque
para reclamar una forma nueva
y seguir aprendiendo.

Salvador Puig Antic cruzando su mirada
con un anciano de sesenta años llamado Antonio López Sierra.

Eight Finger Eddie escribiendo My rise to relative obscurity
en un cafetín de Anjuna.

El dictador que, como los antiguos faraones,
hizo que veinte mil esclavos le construyeran una tumba
para enterrarse en ella rodeado por 33.800 personas
que él mismo había mandado asesinar.

Mariluz Nájera camino de Callao
una fría mañana de enero
en la que se cruza con dos hombres que empujan un Dodge.

Herbert Huncke cerrando sus ojos de yonqui agradecido
en una habitación del Chelsea Hotel pagada por los Grateful Dead.

Juan Carlos Valera con un Cheiw en la boca
conduciendo su Alfa Romeo Pininfarina por la N-332
bajo los cielos nublados de la playa del Carritxal en Villajoyosa
el día de la cremación de Cögyam Trungpa.

Uberto Stabile mirando cómo descarga en los aleros del hotel Las Palmeras
la misma agua que fluye turbulenta bajo el puente colgante de Occidente
en Santa Fe de Antioquía.

Javier Corcobado cantando “Cien mil caballitos de anís”.

Las manos vacías y los pies llenos de barro de Nanao Sakaki.

Silvio Fernández Melgarejo muriéndose de sí mismo.

La luz filtrándose a través de los pétalos de un lirio de agua
el primer día de la última primavera de Joanne Kyger,

y mi hermano Jorge que me toma del brazo para pasear
y me dice que esto de la poesía va de estar atento,
celebrar la vida, no acostumbrarse, encontrar cosas
y recibir regalos.

Sí, girasol, que giras sin cesar en esta corriente sin peces,
donde todo ocurre como en un sueño bajo los almendros,
por dentro todos somos dorados girasoles, no dejes
de danzar.



Antonio Orihuela. Campo Unificado. Ed. Olifante, 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario