Ese viejo que ves
en el sillón, es mi padre.
Duerme sin tener
sueño, le sobra la mitad del día.
Su religión son
las horas de la comida, le reza a una caja con pastillas.
Mira la tele como
si la viera por primera vez.
Quiere que le
cuente cosas que no duren más de cinco minutos,
responde siempre
lo mismo, como un médico de cabecera.
Antes de salir
por la puerta se da la vuelta un par de veces, palpándose los
bolsillos, se registra como si quisiera encontrarse.
Le preocupa el
tiempo que hará mañana, desayuna de pie, dos galletas de fibra, se
limpia las manchas humedeciendo un pañuelo con saliva.
Ese viejo que ves
ahí, es mi padre
tan parecido a
otros, incluso para mí.
Cuatro veces por
semana recorre a los especialistas, rellena boletos de lotería,
trafica con partidos de fútbol.
Cada vez que le
veo me rebelo contra la oxidación, contra las proteínas.
Ese viejo que ves
ahí, sin venir a cuento
le da un beso a
mi madre en la cocina
y a mí me guiña
un ojo
como si la
acabara de conquistar.
HERMANO
Hola
hermano ¿sigues durmiendo?
sé
que hay conexión a internet en la eternidad, una megalínea de una
capacidad desconocida para nosotros
¿Has
visto ya a Hitler? ¿y a Elvis?
te
acuerdas de mí, lo sé porque me vienes a la memoria por sorpresa
me
han ocurrido cosas ¿las has enviado tú?
te
voy a agregar a mi Facebook, este diario desquiciado de los
solitarios y desocupados
Hoy
hace frío, ese frío que te entra por la memoria, cuando recuerdas
el calor de otro tiempo. Un frío que viene a buscarte lentamente,
que apresa tu cuello y te recuerda que existe, y te espera.
dime
¿cómo es eso de la eternidad? tú puedes contármelo, recuerda que
seguimos unidos
Papá
te recuerda, estaba loco por ti, eras su héroe alegre y canalla
Mamá
está perdiendo interés por la vida, lo noto. Es como si se fuera
despidiendo lentamente: primero de los lugares, después de las
personas, apenas tiene plantas.
¿Has
visto a Lou Reed? llegó hace poco.
Me
tapa la vista una jodida lágrima
El
mundo está a punto de explotarnos, no hemos avanzado nada. Antes
mataban con guerras, ahora te abandonan a tu suerte y te dicen que es
la competencia.
Todo
desaparece hermano, Y es como si se fuera formando una nueva raza
humana, despegada del lastre de la compasión, de la solidaridad, del
amor.
Nos
utilizamos unos a otros. Todo el mundo tiene objetivos, y planes, y
aspiraciones.
¿cómo
me ves desde ahí? ¿podría hacerlo mejor? ¿ser más feliz? ¿he
llegado al límite de mis posibilidades?
Hay
una caja con tus cosas, has dejado poco para lo mucho que me
llenabas.
Hay
algo que quiero preguntarte: ¿me porté bien contigo? ¿quedó algo
por arreglar?
El
otro día cogí una buena. De pronto me golpeaste fuerte, me agarré
a aquella barra de bar, y todos riendo, bailando, besándose en la
oscuridad. Y yo agarrado a ti, hundido en el fondo, ese fondo donde
ya hemos estado alguna vez. Teníamos esa facilidad para reírnos de
nosotros mismos. Ahora cada vez resulta más patético, y de regreso
todo cerrado, sin nadie, ni siquiera un cuerpo para caer sobre él,
una almohada limpia para ensuciarla con lágrimas.
Ya
no sé si eres tú o te he ido creando en tu ausencia.
A
veces me encierro en ti y pongo mis velas, dejo mi mano sobre ellas,
comprobando que todavía soy sensible, que conservo esa parte de mí
que te llevaste.
No
me jodas, no me digas que no vas a volver. Adopta la forma que sea,
pero ven, te llevaré a casa y hablaremos hasta quedarnos dormidos.
Te daré esa colección de mierda y la pulsera de cuero. No haré
preguntas, sólo háblame.
Como
aquella vez. Explicándome frase por frase aquellos silencios.
El
otro día estuve, aquella canción
El
otro día, ya sabes, más o menos, una vez más.
TARDE
Era
tarde
casi
otro día,
quizás
más tarde
y
tuviste el detalle
de
quedarte
un
poco más,
casi
para siempre.
***
FACEBOOK
Enciendes
el ordenador, rastreas la piel de la pantalla, haces recuento de "me
gustas", alguien ha compartido algo tuyo, le amas y le dedicas
un beso interior, muy largo y con buena definición.
Cariño
deja de tocarme, me han pedido amistad.
Estudias
los datos, parece inofensivo, aceptas y saludas educadamente.
Han
llegado hasta ti los fenicios, los suevos, los argonautas. Sus iconos
como estandartes, que penden en vertical de tu escritorio. Observas
quién está en línea, la luz verde, está libre.
Un
chat, alguien quiere saludar, intento algo ingenioso.
Dime,
eres primaveral, tienes más colores que un impresionista, redúceme
a píxeles, hazme la circuncisión de la religión byte. Llegas a
tiempo para la confesión, vamos, ¿cuáles son tus pecados?, todos
se parecen, tienes triples vidas sin dejar de ser el mismo.
Un
monitor Benq, una torre HP, un módem Movistar.
Estás
en Las Vegas, metiendo las monedas de tu tiempo de forma automática,
tecleas, buscas la suerte, ese momento en que para alguien eres
importante durante cinco minutos, una conversación tecleada, que el
satélite almacenará en su vientre espía.
Me
he denunciado, no voy a poder entrar en la red. He dado mis datos y
un ciberpolicía me advierte de la sanción. Me protejo de mí mismo,
me puedo autochatear.
Noticias
de política y fútbol, el mundo jibarizado, los lobos son los
pastores. Han descubierto un nuevo planeta, pero yo no paso de la
Torre del Agua, ese fantasma que brilla como un Banco rescatado.
Los
mismos que transmiten las enfermedades nos fabrican los medicamentos.
Tengo
racionada la realidad, me la tomo en serio y me sienta mal.
Son
los que ganan quienes deciden la historia que tienes que construir.
El
módem parpadea en Morse.
Tú
HP, me conoces, te gruñen las tripas cada vez que te alimento, te
estás haciendo viejo, un día enfermarás sin avisar y perderé lo
que no haya guardado, pero es el juego. Volveré a empezar, otra vez
limpio de virus, y a llenarme de vida barata. Es el juego, mi amor,
mi despensa de letras, mi nicho de mercado.
***
Yo
no te recuerdo,
te
acumulo
te
atesoro.
Juan Leyva. Caja de resistencia. Ed. Algaida. 2015
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