La muerte no es nada. Yo sólo me he ido a la habitación de al lado. Yo soy yo, tú eres tú. Lo que éramos el uno para el otro, lo seguimos siendo.
Llámame por el nombre que me has llamado siempre, háblame como siempre lo has hecho. No lo hagas con un tono diferente, de manera solemne o triste. Sigue riéndote de lo que nos hacía reír juntos. Que se pronuncie mi nombre en casa como siempre lo ha sido, sin énfasis ninguno, sin rastro de sombra.
La vida es lo que es lo que siempre ha sido. El hilo no está cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de tu mente, simplemente porque estoy fuera de tu vista?
Te espero…No estoy lejos, justo del otro lado del camino…Ves, todo va bien. Volverás a encontrar mi corazón. Volverás a encontrar mi ternura acentuada. Enjuga tus lágrimas y no llores si me amas.
San Agustín
es verdad,Antonio, y encima os tengo a vosotros: mi familia.
ResponderEliminares curioso, yo no conocía este texto de San Angustín, pero le escribí esto a Noni, a modo de despedida:
ResponderEliminarEspérame donde los campos de lilas no tienen
Ni principio ni fin
Donde los chiquillos corren descalzos
Y los amantes
-Que beben vino blanco
A la luz de la luna-
Se miran a los ojos y nos ven a nosotros