Yo toqué muchas puertas,
para pedir:
¡No hay nada!
para vender:
¡No quiero!
Cuando salimos con la poesía
para ofrecernos al mundo
tocamos otras puertas:
Venga más tarde,
venga mañana,
venga nunca,
esto no es poesía,
modernícese un poco,
dedíquese a otra cosa,
no escribas mierdas...
Un portazo tras otro.
Las puertas grandes rechinan,
las puertas de las oficinas son frías,
las puertas que da a las calles
tal vez son las más tristes.
Hasta que aprendí
que la poesía no toca puertas,
ella es libre
se acomoda en cualquier rincón,
huye de los bocones,
habla suave
y camina sin prisa...
Humberto Ak'abal. Cuando las piedras hablaban. Ed. Amargord, 2012
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