BAJOMONTE, 4
Con las primeras floraciones de la primavera, a la hora exacta en la que se echan a dormir los murciélagos, en Bajomonte, 4, uno puede sentir como su mente se precipita por unos minutos sobre el cuerpo de otro animal. En esos momentos, mientras deambula por las habitaciones, se traslada a su experiencia y percibe su vivencia.
Al principio, la gente se entusiasmaba al poder sentirse volando dentro de un pájaro o buceando en un pez. También, descubriendo la arquitectura de los hormigueros desde dentro o el lenguaje de la colmena. Sin embargo, con el tiempo, se ha ido imponiendo la conciencia del conejo perseguido y tiroteado, la vaca separada de sus terneros, la cría de cabra desamparada y degollada, el atún gorgoteando asfixiándose sobre la cubierta de un barco o la gallina apresada en una jaula ponedora.
Alberto García-Teresa, Callejero de Manglar (Lastura, 2022).
No hay comentarios:
Publicar un comentario