documentos de pensamiento radical

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sábado, 22 de junio de 2024

3 poemas de MARCO VIDAL en NUEVA POESÍA SOCIAL. ANTOLOGÍA II. POESÍA BÚLGARA CONTEMPORÁNEA



 

SOFÍA II

 

El eterno gris que tanto temía

se desespera ante mi indiferencia.

 

Yo he cambiado

susurra al eco

mi voz ya rota.

Incluso a mí mismo 

me veo reflejado

en el cemento intacto

que tanto detestaba.

 

Tanto horror arquitectónico

toda esta suma 

de hormigón + ladrillos +

deshumanización

postsocialista

 

incluso una sonrisa 

logra robarme.

 

Y hoy es un día cualquiera, 

es invierno

y estoy en el tranvía,

me bajo y observo la penumbra:

una anciana me pide un levche,

un ejecutivo enchaquetado 

campa a sus anchas

por las avenidas interminables

que desaparecen incautas 

entre la niebla que las abraza.

 

Solo... Es Sofía. 

 

Solamente es

mera indiferencia

 

Solamente es... Sofía.

 

 

ESPACIOS

 

A Zhivka Baltadzhieva

 

De los espacios indomables

entre los adoquines salvajes

de cualquier calle de Sofía

se escapan sueños grisáceos

 

y atardeceres de hormigón.

 

De los espacios indomables

estalla la miseria:

el hijo emigrado y

la tierna abuelita,

las 150 levas

y la sonrisa, resignada

 

De los espacios indomables

se eleva el campo de concentración:

el opositor ejecutado,

los niños llorando.

 

Mientras tanto,

el gris perenne sigue 

dominando

y aturdiendo

la conciencia global.

 

 

 

Cámara de fotos en Sofía

 

Si una cámara pudiera

captar lo que mis ojos ven.

 

Esa luz traslúcida que,

en cualquier momento

del día, escapa amarillenta

y boreal, entre las ramas

de los árboles.

 

Esos instantes

de miseria palpable.

El amarillo y rojo

de mi tranvía...

Y la luz hipnotizante

que corta y anula mi respiro.

 

Si una cámara pudiera

captar lo que siento

y lo que palpita

en mi alma...

 

Revelaría las fotos

y las quemaría.

 

Sofía, 10/07/2017




 

Marco Vidal González

 

Marco Vidal González nació en la localidad andaluza de Sanlúcar de Barrameda en 1995. Graduado en Lenguas Modernas y sus Literaturas con Mención en Lenguas Eslavas por la Universidad de Granada, es traductor de poesía del búlgaro, ruso y macedonio al español, así como de narrativa contemporánea de Bulgaria. Ha sido redactor en la revista búlgara Нова социална поезия (Nueva Poesía Social) y actualmente colabora con la revista digital de literatura Vallejo&Co. Dirige la editorial independiente La Tortuga Búlgara, sello especializado en literaturas minoritarias con especial interés en el este de Europa. Ha vivido en Bulgaria, Uzbekistán y Letonia y actualmente reside en Madrid.



VV.A. Nueva Poesía Social. Antología II: Poesía búlgara contemporánea.  Ed. La tortuga búlgara. 2022

Marco Vidal González (Traductor)

 puede adquirir este libro en: https://latortugabulgara.com/libreria/

jueves, 20 de junio de 2024

2 poemas de DORA RÁDEVA en NUEVA POESÍA SOCIAL. ANTOLOGÍA II. POESÍA BÚLGARA CONTEMPORÁNEA


 



repugnante enseñanza

 

voy a aplastar a la hormiga

dijo el niño de cinco años y sonrió

no lo hagas dijo la vieja maestra

a la hormiga le dolerá

la voy a aplastar

afirmó el niño y aplastó a la hormiga

y la vieja maestra abrió los brazos

para un cálido abrazo

no podía tocarlo

de otra forma

la acusarían de violencia

 

 

divorcio

 

me voy, dijiste

y me lo llevaré todo

no puedes, dije vengativa,

me dejarás todo

en una cicatriz



Dora Rádeva (Dimitrovgrad, 1974). Estudió Historia, Arqueología y Etnografía en Gábrovo, y Antropología de la Cultura en la Universidad San Clemente de Ohrid de Sofía. En su esencia, es un cruce entre un espíritu del bosque tremendamente confuso y una vagabunda intelectual que deambula por los sectores académico, no gubernamental, de conservación de la naturaleza y público. Vive de las recomendaciones de Juan Ramón Jiménez: “Si te dan un papel con renglones, escribe fuera de ellos”. Amante y defensora de todos los animales. Actualmente está escribiendo su tesis doctoral, además de poesía.

 



VV.A. Nueva Poesía Social. Antología II: Poesía búlgara contemporánea.  Ed. La tortuga búlgara. 2022

Marco Vidal González (Traductor)

 puede adquirir este libro en: https://latortugabulgara.com/libreria/

miércoles, 19 de junio de 2024

DISTRÁEME PARA QUE NO BROTE

 



distráeme para que no brote

voy a volar agárrame

rodéame para que no huya

me voy a desvelar duérmeme

y no vayas a despertarme

y envuélveme en mi sueño

embálame

déjame una nota

y ponme en el escaparate

y cuando me compre alguien

dime que soy libre




Bozho Kólov (1992, Sofía) vive donde le place. Le gusta escribir sobre deseos y política. Actualmente cursa un programa de doctorado en estudios rusos en la Universidad de Oslo. Sus poemas han encontrado lugar en las páginas de Literaturen vestnik y Nueva Poesía Social.





VV.A. Nueva Poesía Social. Antología II: Poesía búlgara contemporánea.  Ed. La tortuga búlgara. 2022

Marco Vidal González (Traductor)

 puede adquirir este libro en: https://latortugabulgara.com/libreria/


martes, 18 de junio de 2024

VOCES DEL EXTREMO: POESÍA Y RESONANCIA

                         





                    

ENCUENTRO DE POETAS EN MOGUER, VOCES DEL EXTREMO:

POESÍA Y RESONANCIA





Homenaje a Joan Salvat-Papasseit & Vicent Andrés Estellés



Moguer, del 24 al 27 de julio de 2024




MIÉRCOLES 24 DE JULIO





18’30. Fundación Zenobia y J.R.J.


Inauguración de Voces del Extremo: Poesía y Resonancia

Inauguración de la exposición Voces de Maica Sánchez

y lectura de Jaime Covarsí.



19’30. Fundación Zenobia y J.R.J.

Conferencia: Manuela Parra. Memoria, Poesía y Resonancia,

tras los pasos de Manolo Valiente y lectura de sus últimos poemas.



20’00. Fundación Zenobia y J.R.J.

Conferencia: Carmen Herrera Castro. Editorial Fulmen: el sueño feminista de

una librera sevillana



20’30. Fundación Zenobia y J.R. J.


Antonio Márquez Avilés

Azahara Palomeque

Cristina Liso

Cristina Penalva Pastor

Laura Bastet Kali

Antonio Ramírez Almanza





21’30. Fundación Zenobia y J.R.J.


Concierto de Jesús Márquez.



00’30. Peña del Cante Jondo

Ramón Ruiz

Antonio Rodríguez Cruzado

Fernando Barbero Carrasco

Mar Sánchez

Eladio Méndez

Rafael Calero Palma





JUEVES 25 DE JULIO



10’00. Poesía en la calle. Inicio en Plaza del Marqués



11’00. Casa Natal de J.R.J.


Conferencia: Manuel Aznar Soler. Poesía y exilio republicano de 1939



12’00. Casa Natal de J.R.J.

Ana Deacracia

Pilar Sanabria

María José Mures

Ivonne Sánchez-Barea

Ferran Fernández

José María López Medina



13’00. Casa Natal de J.R.J.

Conferencia: Guillermo León Cáceres. Historia y memoria de un paradigma de

la represión franquista: el campo de concentración de Castuera



13’30. Casa Natal de J.R.J

Conferencia. Francisco Marín Campos. Hacia el colapso: la situación actual



18’00. Fundación Zenobia y J.R.J.

Conferencia: Antonio Gómez. Vamos a ver poesía.



19’00. Fundación Zenobia y J. R. J.

Maribel Domínguez Gómez

Lara López

Marisa Martínez Pérsico

Iosu Moracho

Lourdes Vicente Bertolín

Cristian Esteban Martín



20’00. Fundación Zenobia y J.R.J.


Concierto de Jesús Márquez.



20’30. Plaza de las Monjas


Carmen Herrera Castro

Sagrario Manrique

Pablo Gómez Borrachero

Thalía Compán Santiago

María Carvajal

David Trashumante



21’30. Plaza de las Monjas

Ala Rota. La Leti de Málaga y Miriam Selfa



00’30. Peña del Cante Jondo

María Luisa Domínguez Borrallo

Matías Escalera Cordero

Ágata Navalón

Gabino Sánchez Llamazares

José A. Miranda

Francisco Javier Sánchez Durán







VIERNES 26 DE JULIO



10’00. Poesía en la calle. Inicio en Plaza del Marqués



11’00. Casa Natal de J.R. J.


Ferrán Aisa

Santiago Aguaded Landero

Pep Castell

José Ferreras

Antonio Martín Piñero

Estefanía Soto



12’00. Casa Natal de J.R.J.


Conferencia: Ivonne Sánchez-Barea

¿Canon literario o cuota de poder? - reflexiones desde la experiencia



12’30. Casa Natal de J.R.J.


Elena Pedrosa

Elisabetta Bagli

Juan Manuel Barrado

Lola López Martín

José María López Medina

Lola Callejón



13’30. Casa Natal de J.R.J

Conferencia: Gabino Sánchez Llamazares. Los derechos humanos en la poesía



18’00. Fundación Zenobia y J.R.J.


Antonio Gómez

Anita Wonham

Enrique Falcón

Uberto Stabile

Daniel Macías Díaz

Jorge Riechmann



19’00. Fundación Zenobia y J.R. J.

Conferencia: Miriam Selfa y Leticia González Peinado. Del cuerdismo se sale.



19,30. Plaza de las Monjas

Acción: Flores por Palestina. Minuto de Silencio

Acción: Javi Triana. Cantes desde la izquierda.



20’00. Plaza de las Monjas


Ángel Calle

Marina Aoiz

Antonio Revert

Ibon Zubiela Martin

Carmen Barranco

Eddie (J.Bermúdez)



21’00. Plaza de las Monjas

CocinandoDanza + Montse Villar. Ubuntu




00’30. Fuentepiña


Isaías Griñolo & Bernardo Santos
Árboles ¿Conocerán vuestras raíces toscas mi corazón en tierra?

Cuarto creciente debajo del pino grande de Fuentepiña con:

•⁠ ⁠Romper la noche (improvisación) > Pedro Santos
•⁠ ⁠⁠Última poesía antagonista para repensar quienes fuimos, porque la raíz escondida es más antigua que la rama y porque los árboles ¿Serán acaso solidarios? > con tres poetas becados.
•⁠ ⁠⁠Por Soleá, romance y fandango > Jorge Riechmann / Javi Triana




SÁBADO 27 DE JULIO



10’00. Poesía en la calle. Inicio en Plaza del Marqués



11’00. Casa Natal de J.R. J.


Stefania Di Leo

Vanessa Basurto

Carolina Sánchez Pinzón

Teresa Ramos

Toufik Diouri

María Ángeles Pérez López



12.00. Casa Natal de J.R.J.

Conferencia: Ferrán Aisa. Joan Salvat-Papasseit de Gorkiano a la Vanguardia



12.30. Casa Natal de J.R.J.

Lectura colectiva de poemas en homenaje a Joan Salvat-Papasseit en el centenario de su muerte y de Vicent Andrés Estellés en el de su nacimiento



13.00. Casa Natal de J.R.J.

Conferencia: José María García Linares. Con los ojos abiertos. La poesía de Voces del Extremo



13.30. Casa Natal de J.R.J.

Proyección: Nuestra casa es el mundo. IES San José de Valencia

Presenta Enrique Falcón



18’00. Casa Natal de J.R. J.

Cristina Cobo Hervás

Elisabetta Bagli

Itha K

Albino Matos

Montse Grao

Gema Estudillo



19’00. Plaza de las Monjas

Balbina Jiménez. Kotod ama



19’30. Plaza de las Monjas

Maru Bernal

Isabel Martín

Rafa Segura

Amalia García Fuertes

Conrado Santamaría

Eladio Orta



11’00. Peña de Cante Jondo

Olivier Herrera

Acoyani Guzmán

Carlos D’Abreu

José María García Linares

Francisco Marín Campos

Crecida: Pariré Piedras, de Sara Prida Vega



00’00. Peña del Cante Jondo

Mijea y Caraoscura. Titirigypsy.

Concierto de Jesús Márquez.



01’00. Peña del Cante Jondo

Olga RT + Sara Prida. Proyecto Nosotras










lunes, 17 de junio de 2024

TODOS SUFREN (MEXICO CITY BLUES)





La poeta de la calle Colima que no sabe si la buscan
por sus versos o por sus tetas,


el mesero despedido que apedrea la vidriera
del restaurante La Bodega,


el conferenciante ante el auditorio vacío de la capilla Alfonsina,


el califa que le arrima el molusco a su enamorada
en el último vagón de la línea 7,

el tamalero que habla en el Telmex público junto al café La Habana,


el cumbianchero del pesero abarrotado por Reforma,


la que vende el monchis en el trole de General Anaya a Taxqueña,


el teporocho que apura su cuarto tequila
en el De boca en boca de Bucarelli,


el chómpiras de libros en El Sótano de Coyoacán,


la fufurufa que se rasca camino de los lavabos
de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,


el que vende libros anarquistas
en la puerta del auditorio Ché Guevara,


el enamorado que pasa por la calle Corazón de Niño,


el cansado que se sienta en una banca de la Alameda,


el arquitecto que extiende sus planos en una casa de La Condesa,


el tiburón que ronda por los antros de la Zona Rosa,


el achichincle de un político que ha sido citado en Polanco,


el narco que mira el agua de su piscina en Lomas de Chapultepec,


el chimuelo que se cuenta los dientes
en el lavabo de la cantina Mi Oficina de la avenida Texcoco,


el malafacha que escupe en la avenida Niño Perdido,


el pendejo que se rasca los huevos en el Monumento a la Revolución,


el viejo puto que se mira las uñas en Juan de Dios Peza,


la chacha que camina por la Glorieta de Insurgentes,


el padrote que conduce su bote
por Jesús García en dirección a Garibaldi,


el que mira un fantasma con ojos de lago en Tlatelolco,


la embarazada que se toca la barriga
mientras vende enchiladas en La Lagunilla,


la chava que llora desconsolada en la boca del metro Santuario,


el estudiante pobre que chupa internet
debajo de los toldos del patio de la Biblioteca de México,


la profesora que llega tarde a su clase en el claustro de Sor Juana,


el ñero que jetea detrás de los setos
de la fuente del reloj del parque México,


el vendedor de gorditas del mercado Sonora
que termina el día con cien pesos en el bolsillo y los pies embotados,


la piruja a la que se le suben los gemelos
mientras espera a su tarzán
en el Monumento a la Revolución,


el chemo que le pega a la mona
en las banquetas de la calle Magnolia
vestido con una camiseta mugrienta del América,


el chacal que acaba de bajarse una cartera en el metro Bellas Artes,


el bato con la cara llena de barros
que se mira en un vidrio de la Avenida Juárez,


la chancla que no sabe qué comprar en el multiregalos de López,


el que le chuta a la pelota sin saber si esa tarde
habrá para una cascarita
en la preparatoria 7 de Ezequiel Chavez,


el chamaco que empuja su diablito por Calzada de la Viga,


los huelguistas arracimados en el zócalo,


la que le quema las patas al diablo en San Pedro de los Pinos,


el buchón que renta un cuarto en el 8 de la Bondojito
con una mariposa dentro,


el que entra en un changarro en busca de Miguelitos y Chipiletas
en Niños Héroes,


la que te hace un chongo por doscientos
o un guaguis por cincuenta pesos
en la Estética D’Alberts de la calle Alfarería,


la cachetona que reza a un niño Jesús vestido de rosa
en la esquina de Panaderos,


el chichinflas cubierto de sangre
que busca un dispensario en Tepito
pidiéndole paro a San Juditas,


el soplanucas que busca chavos en el Parque Hundido,


el pacheco que se tambalea mientras fuma su último Delicados
y habla con la estatua de Cuauhtémoc
en el cruce de Insurgentes con Reforma,


el gallego que busca su hotel en Revillagigedo,


el molacha que pasea su hambre por la calle Moneda,


el macuarro que busca el cielo en su botella de tequila
en una habitación del hotel Nevada de la calle Soledad,


el empleado del Seven Eleven de Río de la Loza que le compra
una chaparrita de mandarina
a la comadre del tianguis de enfrente,


el que escribe cartas de amor en la plaza de Santo Domingo,


los cuates que acaban de coger en un cuarto de vecinos en Donceles,


la empleada de la Gandhi de la Madero
que cruza la calle en dirección a la óptica Rex,


la que sale de tomarse su café
en el patio del Sanborns de la Casa de los Azulejos,


el culero que te deja botado en Bolívar con 16 de septiembre,


los gemelos que pasean de la mano por la calle Misioneros,


el vendedor de escudos heráldicos
en la banqueta del Palacio Postal,


el pendejo que te da un abrazo sin conocerte
y sin venir a qué en La Mascota de la calle Bolívar,


la fichera que baila contigo por un tostón
en la cantina Dos Naciones,


la que aspira caspa del diablo
en el baño de Las Pecosas en república de Cuba,


el chúntaro que se mete pala tras pala en el Barba Azul,


el que juega al dominó en el Covadonga de Puebla con Orizaba,


el que se sumerge en la multitud de la calle Tacuba
haciéndose un jalapeño,


el teporingo que toma su mezcal con sangrita
mirando al techo del bar La Ópera en 5 de Mayo,


la trans que imita a la Leona Dormida
en el Wawis de Eje Central con Plaza Garibaldi,


el cocodrilo que sale de los servicios del Río de la Plata
con la gripa colombiana,


la clavada que busca un tema de Amanda Miguel
en la rockola de Los Jarritos de la Allende,


el curita que entra en el Marrakech de la calle Londres,


el que se da un jalón mientras repella una pared en Darwin,


la neta que canta una rola triste por Las Cruces,


el escuincle que duerme bajo un arbolito agonizante
en la colonia Anáhuac,


el que se acaba de comprar un picadero en la calle Moneda,


el jarcio que ve alejarse la belleza
por la puerta del restaurante Los Delfines,


el vagonero que pega la cara a los cristales
de las tiendas de la calle Chihuahua,


el patrullero de la chota
al que se le hincha la gana un chingo por la Durango
y le enseña la charola a un chato en un vocho para que le dé varo,


la morrilla que zopilotea por la plaza Río de Janeiro,


el mariachi que pregunta por una casa en la calle Guadalajara,


el jarocho que se coloca bien el nudo de la corbata
en la avenida Sonora,


la petacuda que agarra con fuerza su bolso
mientras se pierde en dirección a la calle Cuernavaca,


el matón que huye hacia el norte por la avenida Oaxaca,


el chalán que sube las trapas del Salón Madrid

frente al Palacio de la Inquisición,


el pelado que descarga una caja de mezcal Mano Negra
en república de Venezuela,


el lurias que se rasca su sarna
en la puerta de la iglesia de Nuestra Señora de Loreto,


la araña que se cambia de compresa en un vagón del metro La Raza,


el choncho que acude a su clase en el Ricardo Flores Magón,


el que vuelve de Tlalpan sin que haya podido enchufar una changa,


el tortero que las hace de crema junto a la casa del Lago,


el pingo que mira los voladores de Papantla
del Museo Nacional de Antropología,


la lambiscona que limpia las mesas
de la fonda La Mesonera de la Versalles,


el funcionario que sale del ISSSTE de Tres Guerras
con una chela en la mano,


el ponchado que pregunta por una chamba que no encuentra
en la talachalería La Nacional de la calle Atenas,


el puñal que espera sentado en una caja de frutas
enfrente de El Huequito de la calle Ayuntamiento,


el gandallita que anda armando mitote
en las escaleras del mercado de artesanías de San Juan,


el recadero que carga con una caja de chiles chipotles
por el mercado de Delicias,


el pollero que despacha en la calle Buen Tono,


el güevón que mira el edificio de la CGT en Arcos de Belén
sin que acierte muy bien a saber
si lo están construyendo o destruyendo,


el de tacuche que entra preguntando por tinta amarilla
en una papelería de Mixcalco,


la suripanta que trabaja en un dancing de la colonia 10 de Mayo,


el güero que entra en el hotel Marlowe
de la avenida Independencia,


la tortita que tiende los chones
en el balcón de su casa de Nigromante
esquina con Bolívar,


el que entrega unas monedas
y una bolsa con las obras completas de Eunice Odio
al basurero de la calle Corumba en Lindavista,


el zonzo que se muere por cachorrearse la bata
junto a la fuente del jardín Artes Gráficas en la colonia Doctores,


la vendedora de gorras que pasa la bacha
en su tianguis del callejón de San Nicolás,


el que chifla bajo la torre Pemex de Bahía de Ballenas,


el merolico que transa mota en Canal,


la que mira México desde el helipuerto de la Torre BBVA Bancomer,


todos, todos sufren,


pero al apagar la luz
esperan que una llama mucho más grande se encienda
en la oscuridad.

 

 

Antonio Orihuela. Camino de Olduvai. Ed. Irrecuperables, 2023

domingo, 16 de junio de 2024

LOS OJOS DE LOS PERROS





Qué saben los perros que no sabemos nosotros.


Qué conocen, qué intuyen, qué nos quieren decir.


Esos ojos tan tristes.
Por qué nos miran fijo y tan adentro
como si al tiempo de querernos tanto
existiera algo nuestro
que no acabaran nunca de entender.


Por qué entonces su entrega,
su llanto inconsolable cuando nos ven partir.


Por qué luego, al regresar, tan sólo a ellos
les confiamos los pasos que a nadie más decimos
si sabemos que esos ojos tan tristes
lo irán contado todo por ahí.


Por qué nos aman tanto
si saben de nosotros tantas cosas
que es mejor no saber.


Por qué se dejan siempre poner nombre.


Por qué temen al trueno.


Por qué no son cobardes si se mueren de pánico.


Por qué ladran en mitad de la noche.


Por qué amanecen luego
tan contentos, aguardando en la puerta,
con incansables ganas de vivir.


Por qué saben que el juego
es la única tregua que nos queda.

Por qué son como niños, o eso al menos pensamos,
como si no fuera posible compaginar ternura
y madurez.


Qué bondad descubrieron en nosotros
que no fuimos capaces
de dar a los demás.


Por qué mueren un día y nadie entiende
el inmenso dolor del que ya sabe
que al perderles también pierde
lo mejor de sí mismo.


Ese trozo de ser que nuestros perros,
cuando nos miran fijo,
de algún modo descubren,
aunque también que hay algo de nosotros
que no acabaron nunca de entender.



Fernando Beltrán

sábado, 15 de junio de 2024

Las soluciones




Fui a visitarlo el domingo,

estaba mal muy mal, y sonreía, 

viviré lo suficiente para ver en qué acaba esta basura,

dijo optimista, razón de peso, 

mas era cáncer fase IV 

que ya educan a enunciar,

pero que en sus notas escriben en sumerio

con letras cuneiformes, creo, 

citando a sabios con letras K y diéresis y 

macrones, cedillas, glifos y signos del más allá.

El martes había muerto de repente.

¿Por qué, cómo?

Se murió de miedo, dijo persignándose 

una,

oyó a un doctor decir que fuese aislado

que fueran preparando paliativos. 

¿De la muerte?

No, no, del sufrimiento,

aquí no soportamos ver la angustia,

pero le dio tal pánico morirse…,

que se murió,

tal como se lo cuento, 

en dos minutos.

Todos moriremos,

dijo una.

Yo no lo tengo por seguro, dije ofendido

de su sapiencia sobre mí. 

Hacemos lo que se puede 

de uno en uno, dijo el brujo sanador, 

lo que no tiene remedio ya es el mundo,

no lea ni vea noticias, eso evita la tensión,

ni fume, ni beba, ni coma sin leer las etiquetas,

todo es mugre, 

prometido que así alargará la vida,

eso acabó con su amigo,

no hacer caso.

Dios quiera que todo se arregle,

dijo una, 

tanta guerra, tanta hambre, 

tanto odio,

es como si naces ya vencida. 

Tanta gente, di mejor, esa es la causa, dije yo,

en el 3000 seremos 20 mil millones y eso es absurdo total, 

es la Tierra la que muere,

Dios anda ocupado en varios cuatrillones de galaxias

con problemas,

y este mundillo,

entendido como habitado por especie muy depredadora,

carece de remedio por exceso de avidez.

Ya mediado el siglo XX, con 3.000 millones,

se empezó a desbaratar. 

Hoy, con 8.000 millones 

—mientras lo digo ya suman muchos más—

no existe estado alguno que no tenga miedo,

después de haber tenido mucha hambre,

y sobramos los que piensan diferentes

y los que tienen color uniforme.

Los todavía animales no evolucionados

tienen posibilidades,

el resto, no.

La Tierra se sacude

como el perro el agua o muchas pulgas.

Sobramos 5.000 millones hoy, 

mi amigo ya sabía eso, quería saber algo más, 

se ha muerto en la sacudida,

y estaba en la solución.

Para un futuro optimista es fácil la presunción:

no faltan santos patronos, 

la Tierra se salvará, después de mucho ruido, 

aunque será con dolor

tendrá un exceso de abono.

Asustada dijo una,

miedosa como miope en un almacén de espejos, 

eso es puro pesimismo.

Sí, mirado desde el yo,

como dioses es el más puro optimismo

por la Tierra. 

Una gaviota sin comida en el mar muerto

vino entonces a picotear 

el reflejo en el cristal de un plato con las sobras.



Antonio Santos Barranca

viernes, 14 de junio de 2024

SALVAJES


 

para Marta Tafalla

 

 

De niño nos llevaban al zoo

para que viéramos que se podía vivir en una diminuta jaula,

sin libertad, pero con agua y comida,

 

igual que el jilguero del vecino,

igual que los peces del dentista,

igual que las gallinas

o los cerdos de la granja de engorde,

 

igual que nosotros en la escuela.

 

Nos hablaron con desprecio del lobo,

de la salamanquesa, de la lombriz y el topo,

porque nuestra civilización odia lo que no se somete,

 

pero Madre Gaia está empezando a romper los barrotes

con los que hemos pretendido mantenerla atada

y promete a todos los animales no humanos que,

sin nosotros, la vida volverá a ser una fiesta

sobre la Tierra.



Antonio Orihuela. El fuego desde el otro lado. Ed. La tortuga búlgara, 2024


 


jueves, 13 de junio de 2024

VOCES DEL EXTREMO



En esta punta umbría de la edad
que ya tenemos todos (casi todos, al menos)
me sorprende de pronto encontrar conchas
que a veces tienen forma simplemente de concha
pero a veces de orejas aplastadas
retejando la arena, poniendo su oído en tierra,
como oyendo pisadas a lo lejos
que se acercaran lentas,


y soy yo, o soy era quien se acerca


a una playa del sur donde amé y fui amado
por las diosas más altas de la noche,
por las diosas más hartas de que las llamen diosas,
las rebeldes, las rotas, las de puño invencible
y hacha en verso, las de armadura dulce,


las de extremo sentir, y extremo ahogarse


en los labios salados de aquel beso
en esta playa al sur, treinta años después,
donde siguen las huellas de gaviota
jugando al tres en raya con sus flechas
señalando quizá nuestro futuro incierto
en esta punta umbría de la edad
que ya tenemos todos.


Punta cruel. Punta extraña. Punta viva.



Fernando Beltrán. Inédito. (Punta Umbría, mayo 2024)


miércoles, 12 de junio de 2024

6 poemas de Aleksandar Vutimski



 

 

¿Por qué?


¿Por qué acaricias mis manos?
¿Por qué tan serenamente me besas las palmas de las manos?
¿Por qué sonríes en silencio
mientras me tocas la mano?
¿Por qué junto a mis labios respiras
en la esquina junto al silente mostrador?
¿Por qué tan sigilosamente bailas
al anochecer mientras llueve?
¿Será esta la noche lluviosa y azul
en la que nos hundamos ebrios en el silencio?
En la sombra de la oscuridad de algún parque
¿gemiremos abrazados de nuevo los dos?
¿Por qué en esta vieja taberna siempre
me buscas tú y yo te busco solo?
Solo de día, pero sediento de noche,
sediento de tu voz, de tu baile, de ti...
Siéntate a mi lado ahora... Baila más conmigo...
...Aunque caiga rendido...
El tabernero mañana me dirá en voz baja:
“De nuevo está usted solo, amigo, ¿por qué?”.

 

 

Poemas al muchacho azul


1.
El muchacho de plata, aquel de la boina azul
y las charreteras, resultó ser un sueño.
Que me halle hablando con gatos y estrellas
posiblemente se deba al ron.
Yo no he vivido en un patio entre árboles
bajo nubes y anaranjados atardeceres.
Para el muchacho de plata cogí el retrato
del negro del calendario francés.
Borrachos y dorados ángeles he anhelado.
No ha llovido, pero la lluvia he oído.
En la oscuridad atardeceres he presenciado
y no son manos lo que he besado, sino farolas...
Desde el azul solo he contemplado
labios y ojos imaginarios,
copas vacías, lágrimas y bailes...
He estado ebrio, entiendo que he estado loco.
2.
Ya no te espero... ¿Marcharás
junto al sol que se escabulle?
Quizá vuelvas a ser ocaso
sin llamas, sin sangre ni lágrimas...
Viaja, fúndete en el crepúsculo, saluda a la lluvia.
No soy quien te besa, no soy el que llora de nuevo,

[ni siquiera quien sonríe.

...¡Me temo que solo has sido un ángel imaginario!
Y eres ocaso.
Pero el muchacho azul no ha sido
Muchacho de gorro azul y plata
con ojos de baile sureño,
aquel ebrio muchacho que de lejos susurra: Sasha [1]

Y esta noche

...Ay, la vieja farola me llevaba a la iglesia

[bajo el horizonte nocturno.

Cúpulas de niebla, cúpulas de luna e invierno.
Yo también he caído en la nieve
bajo dos fríos y mudos ojos...
¡Policía! ¡Policía!
Sálveme de mis recuerdos.
¡Policía!
Haz que el día tenga lugar...

Pero voy a llorar...
Es posible que el muchacho azul haya existido.

 

 

Versos a un muchacho
 

I

El muchacho iba paseando por el viejo y oscuro bosque.
De rocío sus botas hace tiempo que se cubrieron de plata.
Iba silbando, con los árboles hablaba,
y con sus manos rozaba la corteza rojo-dorada.
Los pájaros silentemente cantaban escondidos entre las oscuras ramas,
el muchacho con tristeza les alzaba la mano, llevaba una pluma sobre su sombrero.
El bosque llegó a su límite por la tarde. Se expandió el gran horizonte.
Una carroza iba tirada por caballos viejos, cubiertos de polvo.
El muchacho se detuvo en el camino y miró el dorado atardecer.
La carroza azul en el crepúsculo; el bosque, oscuro y silencioso.
Con su frente dorada por el sol, con sus ojos en llamas y de color escarlata,
el muchacho se puso a llorar en silencio y la noche en tristeza aconteció.
 

II
Soy aquel muchacho que viaja por un oscuro bosque.
Sol enfermo, aire enfermo, pájaros enfermos.
Tal como flor débil, crecida en algún lugar a la oscuridad,
así de bello y mórbido es el muchacho de oscuras pupilas.
No vivo al sol, respiro, crezco entre tinieblas.
Amo las habitaciones sombrías, aquellas con retratos y cómodas amarillentas;
mi espejo, el que reflejaba la oscuridad, junto a la pared;
a su lado el gato, morador de las tinieblas, mi mejor compañero.
Amo las grandes y vacías tabernas, inaccesibles para el sol azul.
Deliraba horizontes morados, farolas bailando en lo negro.
estoy loco, estoy enfermo, el aire a mi alrededor está infectado.
Ciérrate, enorme horizonte... Cerrad, cerrad la antesala.
 

III
El muchacho bajo la vieja y triste farola sonríe con impotencia.
No toquéis nunca sus dedos, ni tampoco sus oscuros ojos.
Su infección penetrará en vuestro feliz y apacible hogar.
Entonces despreciaréis el mundo, aquel que sufre y canta bajo el sol.

 

 

Europa depredadora

El mundo estallando y nosotros ensordecidos,
abrumados por las noticias, los discursos, los eventos.
Las noticias vuelan como un rayo.
Y tú ajeno ante este panorama.
Europa pierde su aliento por la destrucción,
asolada bajo banderas de guerra.
París está muerto. Londres desolado
se derriba por todos los tiempos.
Un desagradable líder fanático
traza una cruz sobre los dos polos.
Ya está decidido que desde hoy mismo
lo que Europa necesita no son libros sino bayonetas.
¿Qué más da que de este mismo aire aquí
hayan respirado Rembrandt, Kant y Dostoyevski?
Con una bayoneta Europa apunta decidida
a su propia cultura y a su progreso.
¿Será en el oeste donde acontezca la puesta de sol,
o un nuevo mundo nacerá bajo los estruendos?...
El mundo estallando y nosotros ensordecidos,
una desgracia que nos hayamos vuelto impasibles.

Eran pequeños pero tu ferrocarril
y tus ciudades han construido.
Han excavado tu tierra en búsqueda de minerales.
Con tractores, palas y heroísmo
han surcado tus tierras, tus llanuras,
con la esperanza de que nunca los patearías
ni los ignorarías como a tristes y malvados hombres:
tus trabajadores, oh, Europa.
Y así ocurre, que por tus pecados estás pagando.
Habiendo olvidado que existe la justicia,
mimada, sotisficada y avariciosa,
has chupado el oro de los continentes.
Has robado dátiles y diamantes,
cacao, fruta, hierro, carbón,
los has saqueado a cambio de una miseria
frente a los ojos de las mulas de carga:
tus trabajadores, Europa.

Ahora te escondes aterrada y patética
en las oscuras mazmorras de Londres.
Ya no bostezas de aburrimiento detrás del abanico,
ni escuchas jazz y no, ya no bailas más.
Los estallidos son ahora tu música
y los incendios tu digno atrezo.
Pero otra vez, por desgracia, por ti mueren
bajo el resonante estruendo de las bombas, desgarrados:
tus trabajadores, oh, Europa.


No detesto a tus pueblos.
Y creo que ya agonizas.
Y no será sobre la tumba de tus trabajadores
donde logres acabar con tu oficio depredador.
Estas manos, que todo construyeron, servirán para demolerlo
y toda la tierra será distinta.
Eh, Europa, mátame... mátame, bruja.
Sobre tus calderas de sangre y oro
respiraba alcohol vaporizado.
Bailaba, cantaba, escribía versos.
Y aquí estoy ahora, mírame, más viejo que tú
y al igual que tú, amenazado de muerte.
Los listillos al leer mis versos sonreirán
sabiamente. Luego los ignorarán.
Poeta reaccionario, exclamarán.
Por enésima vez no desaprovecharán la ocasión
de charlar sobre fundamentos y posiciones.
Seguirán discutiendo sobre Hitler
y viviendo en su estética sublime
de panfleto de barrio.
Oh, Europa depredadora, tienes hijos:
un rebaño de imbéciles parlanchines.
Oh, Europa, deja que al menos ellos sirvan
de abono para un fructífero y deseable futuro.
Retuércete, muérete y maldice.
Eh tú, bruja... ojalá toda la gentuza se extinga junto a ti.
Ya tengo de qué morir.

 

 

 Restaurante


¡Ay! ¡Este restaurante ruidoso y brillante!
¡Ay! ¡Estas mesas ordenadas y limpias!
Escuchar la atronadora y salvaje banda de jazz
desde la esquina, escuchar también, ensimismado,
las agradables y resonantes voces
de las damas, aquellas vestidas con estupendos
trajes de noche: ¡Oh, restaurante!
¿Cómo es que he acabado aquí esta noche?...
Pero todo esto me es tan ajeno.
Pero todo esto me produce tanto rechazo:
No puedo aguantar estas risas.
No puedo aguantar esta gente.
He crecido y vivido en otro lugar.
He conocido el hambre, el insomnio, la necesidad.
y me he acostumbrado a vivir y luchar
por mi mundo: el de los oprimidos e injuriados,
el de los barrios periféricos, las buhardillas,
el de los sofocados sótanos de la ciudad.
¡Ay! ¡Este restaurante tan brillante!
¡Ay! ¡Esta atronadora y salvaje banda de jazz!
Contentos y despreocupados caballeros
perfumados con la solapa bien planchada,
y vosotras, damas con preciadas joyas:
si yo os llevara
ahora a aquel pobre y viejo barrio,
donde he crecido, sufrido y vivido:
¿acaso resonaría vuestra risa despreocupada
sobre el barro pegajoso
y las viejas cercas rotas?
Oh, puede ser
que vuestros corazones latan de alegría,
al ver que vosotros no sois como aquellos
que sufren
bajo los bajos y perforados tejados...
Y puede ser también que os sintáis mal:
pero solamente
cuando veáis vuestro estupendo y brillante calzado
cubierto de fango y encharcado...
¡Ay! ¡Este restaurante ruidoso y brillante!
¡Ay! ¡Esta salvaje canción de la banda de jazz!...
No puedo estar más tiempo aquí.
Mi corazón lucha con toda su fuerza
por la gente sufrida y de rostros demacrados.
Mi corazón late, palpita locamente,

envuelto en la esperanza, el entusiasmo
de aquella gente necesitada.
Y ustedes, ustedes, espléndidos caballeros
del restaurante, ¡me sois totalmente ajenos!



 

Hotel


Subo por las viejas escaleras de rojas alfombras,
aquellas con barandillas de madera e hierro, con un espejo en cada esquina.
En la oscuridad hallo mi reflejo, mis manos, la frente: azules, oscuros,
mi cuerpo larguirucho, mis prendas y mi abrigo amarillentos por el sol, por el polvo.
Suavemente llamo a mi puerta, la abro, y dentro todo está en silencio.
Mi propio retrato de la pared me recibe con su apacible rostro.
Desde la ventana... mira, la cortina me saluda con benevolencia.
El reloj está detenido y las dos rosas en su jarrón, marchitas.
Permanezco junto a la ventana alumbrado por una lejana farola.
Las chimeneas son negras y la luna destella en la oscuridad.
Débiles perros abajo en la oscura esquina dormitan.
Las casas son negras, negro es el cielo, negra es mi habitación.
...¿Desde dónde he venido a este viejo y recóndito hotel?
¿De qué país, a través de qué océanos y atardeceres?
No lo sé. Pero en la noche la nostalgia me angustia:
¿acaso ando? ¿sueño? ¿lloro? Estoy aquí, ¿seré un forastero?
Seguramente hable un idioma desconocido y olvidado.
Puede que mis tatarabuelos sean incas: sumos sacerdotes de un templo misterioso.
No lo sé. Yo no lo sé. Aquí la luna permanece sobre una chimenea.
Las dos rosas marchitas siguen en el jarrón. Silencio. En el hotel estoy solo.

 

 

 

 

Aleksandar Vutimski (Svoge, 1919 – Yugoslavia, 1943) fue un poeta y filólogo clásico por la Universidad de Sofia. Casi toda su familia se vio afectada por la tuberculosis, por lo que de pequeño se mudó a Sofía (Bulgaria). Es considerado uno de los poetas más significativos, pero menos conocidos en su país. Su poesía está dedicada a la ciudad y al amor en la que domina una visión del mundo nostálgica y melancólica. Está entre los primeros autores búlgaros en tratar la homosexualidad y la estética en su obra. No publicó ningún libro en vida, aunque algunos de sus poemas fueron publicados en revistas literarias de la época, como Zlatorog.




Traducción del búlgaro de Marco Vidal González

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