Buscar
la casa, el amigo, el grial, el tesoro, la perla,
rastros,
retazos, fragmentos dispersos
de una
máquina que tal vez nunca se podrá volver a armar.
Chamanes,
brujos, gnósticos, cabalistas,
alquimistas,
rosacruces, sufitas, tántricos,
grandes
soledades que se miran y desvían la mirada,
gente
brillante y llena de júbilo,
gente
perdida en el laberinto,
fratres, germans,
carbonarios,
compañeros
entonces y ahora
dando
forma al mundo en todo el mundo al mismo tiempo,
para
que el mundo vuelva a ser como nunca fue y, sin embargo,
tantas
veces estuvo a punto de ser.
Nuestra
verdadera Historia
son
pequeños fragmentos de ese mundo perdido:
un bifaz,
una punta solutrense, un ídolo placa,
una
tablilla cuneiforme, un cuenco de carena baja,
una
estampa de Chenresi, una bandera roja y negra,
objetos
que aún conservan el poder que un día tuvieron.
Joyas,
elixires, filtros ocultos y a la vista de todos
en el
tiempo del plástico y la banalidad,
junto a
otros diez mil poderes arrumbados, perdidos,
cubiertos
de otros significados, abandonados,
que ya
no serán nunca más linternas para nuestro corazón.
¿Volverá
la cofradía a ponerse en camino?
Aún
quedan tesoros por descubrir,
amadas
que liberar, tierras que descubrir,
jardines
que cultivar, fragmentos
que nos
dicen que las cosas
bien
pudieran ser no como son
sino de
otra manera, un poco mejores,
más
generosas,
nuevas.
Ojalá
alguien llegue a ver alguna vez
que
este mundo ya no es como había sido.
Ojalá
que uno pueda internarse de nuevo en el bosque.
Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Ed.Baile del Sol.
Como dijo Khalil Gibran, lo que quemas en un lugar lo has quemado en todos.
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