De los cascos del burro surgirá
una nueva escritura sobre el teclado
amarillo y crujiente de los pastos
las ranas cantarán arias de Verdi
desde los palcos húmedos del río
por fin el alce será el Dios que fue
y en los retablos no tendrá rival
habrá perros que rueguen a los lobos
que en su coro de aullidos los acepten
grillos que afinen su violín de hueso
ballenas que improvisen coreografías
y focas que con el pincel sedoso
y firme del bigote pinten Renoirs
de las pezuñas de los inocentes
nacerá un arte útil y preciso
ningún motor que mancille el silencio
ni multitud que alquile la belleza
todos los adornos para la urraca
el sol sólo saldrá para los pocos
que su inclemencia admitan sin juzgar
para aquellos que admiren lo que comen
el cine de las sombras volverá
a las cuevas y a las manos el barro
como en edades de asombro y de quimeras
al fondo estarán tumba y dormitorio.
Ana Pérez Cañamares. Seronda. Ed. La Garúa, 2025
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