Sobre maderas carcomidas llegaste
a la tierra que grita tu ausencia
Aquí, siglos llevas y llevaste
soportando las renuncias.
¿Qué espina te hirió, Castellano?
¿Quién arrancó tu flor de mis tertulias?
¿Quién cerró tus aulas
y las hojas de tus libros?
Castellano, idioma cautivo,
bajo tu sombra riego
el verso más altivo.
Amamantaste a Cernuda,
encumbraste a Neruda,
me quitaste la duda
del punto y de la
coma.
De mi pluma fluyes
como el Darro bajo sus nubes.
En mi pensar anidas
con Alberti, Becquer y sus estrofas.
Castellano, déjame profanar tu léxico,
y serle fiel a cada línea
de tu diccionario.

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