Postcard
Lástima que no puedas ver el rompeolas
ni las gaviotas ni los pescadores negros del malecón
ni los barcos con nubes en el muelle como en cualquier postal
o el café con vista al mar y ruinas de turistas fumando,
bebiendo, comiendo por primera vez haitiano.
Aquí el tiempo pasa como se le antoja
a dos o tres políticos, un cura y un embajador.
Como hace tanto calor,
lo que haya que hacer se hace borracho.
Igual que en cualquier provincia encontrarás
mucha gente dispuesta a reconocer
la parroquia como el ave nacional y muchas mujeres solas,
aquí cualquier puta te invita un café.
Por más que limpien las palmeras,
por más grandes que hagan los letreros,
cada año un coco mata a un alemán.
Remington
La escopeta llegó a casa hace más de 30 años,
papá se la compró a tío Próspero
por cinco mil pesos de aquella época.
Vino en un estuche militar
con una caja de cartuchos rojos
y un esparadrapo pegado a la culata
donde todavía se lee Próspero Rodríguez.
Un artefacto marrón y negro,
mezcla de hierro y madera
que nadie nunca supo usar,
ni siquiera las dos veces que nos robaron.
Cuando la casa fue vendida,
mis papás la trajeron al nuevo apartamento
como a una tía soltera.
Es el alma de la casa,
Remington Wingmaster
calibre 12
modelo 870,
y espera ansiosa a que lleguen las visitas.
Behind the policewoman's behind
Soy el atracador detrás del culo de la policía
es un reflejo ciego que sigo por la Rafael Augusto Sánchez
sin fijarme en las mamis que traen sus hijos al colegio
y que siguen sus órdenes para cruzar la calle
es una respuesta animal
el culo se mueve y yo babeo
y lo sigo bajo una nube de concreto
por un río de calles y chatarra humana
dando patadas a perros y carros
oliendo miedo y coca en los callejones
haciendo redadas y torturando por una fría.
El culo de la policía me abre la boca
como unas manos de dentista.
Homero Pumarol. Colecturía de aduanas. Ediciones Liliputienses. Cáceres, 2013
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