hasta quedarla como hondón de aguja,
rompiendo todos nuestros sueños
como si de figuras de barro se tratara.
En este tiempo de trepidantes cambios y
adioses
a tantas conquistas que han costado
siglos,
vivimos al ritmo del Decreto-Ley,
-sucios y enmarañados papeles
rubricados por manos impregnadas
de extraños intereses-
Sólo
dejan gotear las heridas
de
un pueblo que malvive
con
un futuro incierto
y
sin apenas ilusión.
Se
equivocan aquellos
que
sólo luchan
por
el vil metal,
-divinidad
que hoy globaliza la Tierra-,
que
importa más que el ser humano,
donde
una inmensa minoría
degrada
a la totalidad
…
Por desgracia,
la Historia se repite
una
vez más.
Manuel
Hurtado Fadrique.
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