Mi familia se cree
que yo toi gosando
toi en la capitai
llevándome el diablo
merengue,
popular
Escucho a Francisco de Moguer pregonando
las primeras ordenanzas
del Cabildo de Santo Domingo del Puerto
de la Isla Española
desde el escaparate de El Sport en la
calle San Tomé
y veo gente muerta.
Cruzo la puerta de La Cafetera donde
Eugenio Granell
charla con unos poetas sorprendidos
dentro de un traje blanco inmaculado
como la cal del Convento de Santa Clara
donde un viejo militante del POUM
sube al estrado para no dejar títere
político con cabeza
y veo gente muerta.
Camino por San Francisco
y al saludar a una mujer en la puerta de
su casa
se me queda el pensamiento prendido
entre las espirales del vestido
que estrenó setenta años antes
en el baile de señoritas organizado por
la burguesía española en Ciudad Trujillo
y que estaban también en las estelas con
que un día
los tainos adornaron sus cementerios.
La música de sus flautas y tambores
pareciera venir de todos lados,
aunque tal vez solo salga de mi
imaginación
o de las muchas mentiras con que nos
alimenta la realidad
o tal vez salga concreta del palacio
presidencial
o de la guitarra del trasterrado Andrés
Segovia
que me lleva de vuelta
hasta la casa de don Abelardo en la
calle Betanzos
donde vivió un músico comunista
que fue incapaz de que yo tocara la
guitarra
y se entretenía conmigo poniéndome
dictados
que me gustaba enseñar a mi abuelo,
aunque ahora solo encuentro entre mis
papeles
noticias en el Listín Diario
sobre la vida pobre que llevan en Ciudad
Colonial los exiliados españoles
traídos a estas tierras para blanquear
la raza,
a pesar de ser todos rematadamente rojos
y haberle hecho a la dictadura la
primera huelga de la historia de la isla
en unos ingenios de azúcar en el Oriente,
hermosa hazaña la de estos anarquistas
contra otro dictador
que tenía un tiburón en su piscina, más
de setenta hijos
y un verdugo que era el primer poeta del
país,
buscando sus versos encuentro el Mercado
Modelo
hoy convertido en un laberinto kitsch
donde descargan autobuses de asustados
turistas
y pobres imitadores del play boy
Porfirio Rubirosa
a la busca de las flores de oro que
crecen en el parque Colón,
dan las doce en un reloj que siempre da
las doce
en El Conde de Santo Domingo, en Moguer,
en la playa de Guayacanes, en El Pino de
la Corona,
en la flor del camino
que se mira y no se ve,
o tal vez resulta que se mira algo y se
ve todo,
miro hacia Mata Redonda y veo un rosal,
miro hacia la fosa común del cementerio
de Sevilla
y veo un rosal,
¡cuánta sangre bebe la patria!
mejor no buscar el por qué de las cosas.
Llenar las cosas de razón
tal vez sea la enfermedad del siglo,
y este laberinto insoluble no se cura
ni cuando sales del parque Duarte
lleno de bombillitas de navidad
con más calor que en Écija.
Desde el fuerte Navidad en La Española
veo pasar la Pinta a la busca del mítico
islote de oro,
a Colón destrozando la Santa María en
unos arrecifes,
a la Santa María de Montemayor trayendo
tres mil ladrillos cocidos en Moguer
para la construcción de la ciudad,
camino entre caribes nada fieros
a pesar del hambre que les consume
y la miseria que les hace dormir en la
cuevas de los acantilados
buceando entre las basuras como todo
oficio
hasta que la policía los cubre con una
sábana blanca
en Duarte con París.
Todo baile es una sola danza
apenas hay intervalos entre una pieza y
otra
se cansan los músicos
y la música sigue sonando.
Cibaeña,
cibaeña,
no
me maltrates así
dile
a la mamajuana
que
barra la enramá
que
esta noche subo
con
una marrana asá.
Que
bueno estar vivo
virgen
de la Caridad
un
sancochito de chivo
tenemos
para picar
no
importa que vengan muchos
mientras
más vengan más da.
Hermosos deseos para una ciudad
en la que los pobres descubren que son
clase media
cuando empiezan a tener miedo de sus
iguales.
Sigo mi paseo con Guacanagarix por el
parque Enriquillo
sintiéndome protegido y a salvo por esta
música machacona,
sube
la culebra, sube la culebra
sube
la culebra, sube la culebra
viene
del nam, viene del huntó,
viene
del tambor, viene del chachá,
bailalá,
bailalá, bailalá…
Simplificar la vida para curar el alma
y desacelerar el corazón
mientras gira el trompo laberinto de la
vida
iluminando las cosas alrededor de las
que damos vueltas a lo igual
que no es lo mismo
repitiendo los lugares, las ilusiones,
las canciones
los mitos de una memoria en ruinas
que traen de nuevo a la Niña de regreso
a Palos de Moguer
porque no hay ríos de vino, ni de las
fuentes mana miel,
ni son de oro las piedras del camino,
mirando el rio Ozama pienso que tal vez
esto fue un día el paraíso
pero no contaban con que el infierno
venía con nosotros,
bajo una escalinata buscando el
desembarcadero
pero solo encuentro yaniqueques de
huevo,
mabí de bejuco,
huele cementos, limpiavidrios,
chiriperos, guachimanes,
toleteros, buscamachos,
ajumaos, pidebolas,
viralatas, mamaguevos
que aparecen y desaparecen
como los cueros por las puertas de las
casas de masajes de El Conde,
como las patanas, las voladoras y los
toyotas
en un hoyo de la Avenida Independencia,
como la raza que enfila por Mella o
Luperón
hecha de mamás de trece,
abuelas de veintiséis,
héroes sin batalla,
revoluciones que no revolucionan
y poetas que citan a Rimbaud en un país
sin librerías,
porque el dominicano no cree más que en
sí mismo
y en el capitalismo que lo revienta
y en el humo de las guaguas,
y en el dulce sopor del gas de los
carros públicos:
¿Pa dónde tú va mi amol?
Cógelo suave.
Cristo viene.
Mi propio esfuerzo.
¿Quién me falta pol pagal?
Ya tú saaaaaaaaaaaaabe…
Y la música, siempre la música de esta
esfera,
isla irreal, mundo aplatanado, nube de
azúcar,
envolviéndolo todo:
Pongan
atención señores
el
merengue va a comenzar
la
pareja de costado
dándole
vista al galán.
La
hija del patrón va a la escuela
la
hija del obrero escucha novelas
el
hijo del patrón va a la universidad
el
hijo del obrero va por ahí descalzo
con
los cuadernos bajo el brazo.
Viene
sin peso, el futuro viene sin peso,
dame
un chin, que no caigo en gancho,
con
sueldos de mil, yo no me aguanto.
Este
país es una vaca
ordeñada
por los mismos
que
se llevan los millones,
el
resto vive en casa yagua
y
barrio e caitone
Ajoicaran
loh’ blanco
le
pondrán la soga
este
cuento no es de ahora
Me
voy de Santo Domingo
la
tierra que amó Colón
allá
se baila el merengue
y
se pasa mucha caló.
Mataron
al chivo
en
la carretera,
se
acabó la bulla,
se
acaban los guapos,
pero
sigue el mieo,
sigue
el atraco,
mataron
al chivo
en
la carretera,
mataron
al chivo
en
la carretera,
muelo
la caña
de
veinte maneras
se
acabó la caña
se
muele la muela.
Mataron
al chivo
en
la carretera,
mataron
al chivo
en
la carretera.
[1] RIPIAR. (De ripio.) tr. Enripiar. II fig. Gastar palabras en
vano. II Ant. y Col. Desmenuzar, hacer trizas. II Col. y Cuba. Malgastar,
dilapidar. II Dar, pegar con algo duro.
Antonio Orihuela. Salirse de la fila. Ed. Amargord, 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario