Tras un período de doce años de apartamiento del mundo de la
publicación, e incluso de su ambiente, el escritor malagueño Rafael Alcalá nos
sorprende con un libro de microrrelatos titulado Las otras caras de la moneda, publicado en Amazon KDP. De este inesperado y sorprendente
libro he de confesar que, tras una primera lectura, me he deleitado con casi
todos los microrrelatos (41) que componen este volumen. El autor sabe manejar
el empleo de la palabra justa y la frase bien construida, al tiempo que las
breves historias las desarrolla con mucha rapidez, con apenas cinco o seis
líneas logra que uno se sumerja en una historia desconocida y ajena, donde
siempre destacan la ironía, los toques poéticos y los ataques a lo comúnmente
admitido, a lo previsible o aceptado por regla general. En cuanto se refiere al
ritmo, R. Alcalá sabe crear un significativo suspense, ciertas expectativas que,
a veces, violenta, generando sorpresa y dejando una incierta pero afortunada
sensación en el lector. Con un tempo muy logrado, los textos atrapan con
rapidez, como debe ser en un relato breve, sin dejar respirar ni pensar al
lector. Al igual que en sus poemas, hay un apreciable y generoso sentido del
humor que hacen más livianas algunas de las tragedias que menciona; algunas
desmesuradas, y otras más abundantes y cotidianas. Sorprende que, en contadas
ocasiones, el autor se valga de la personificación de objetos, tales como
zapatos, teléfonos u ordenadores… Incluso, humaniza al viento. También hay que
destacar la originalidad de los enfoques en ciertas historias, con momentos de
sorpresa que asombran al acomodado lector, al menos en un primer momento, que
no espera tales registros, rompiendo la lógica dominante, lo previsible. En
algunos mirorrelatos existe un breve apunte de crítica social, una velada
invectiva contra los ambiciosos, contra los partidarios de la mera acumulación
sin más, verdadero mal de la sociedad actual. Respecto a los finales, comentar que me han sorprendido gratamente
en muchas ocasiones por inesperados, zanjando o cerrando la historia, a veces a
modo de conclusión, sin réplica posible, dotando al texto de un cierre sin
fisuras, clausurando el relato de un modo contundente, en alto. Resumiendo:
sutil ironía, buen ritmo que va forjando expectativas, con leves apuntes
poéticos y surrealistas, una dosis de mala leche muy justificada con los
homínidos o paisanos… que consiguen que gran parte de las narraciones dejen un
buen sabor de boca. Personalmente, recomiendo la lectura de este libro, ya que,
haciendo mío parte del texto de la contraportada de esta obra, que dice que la
lectura del contenido habrá de producir “la sonrisa del lector, la reflexión, o
bien todo lo contrario”. A título personal, repito, recomiendo esta obra muy
especialmente si el posible lector quiere pasar un buen rato, pero un buen rato
nada rutinario y sí muy original.
MANUEL
VARO
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