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lunes, 1 de julio de 2024

6 poemas de JAULAS de VERÓNICA MIRANDA MARDOROR





Grises



Aquí los paisajes son de hormigón, de ventanas oxidadas,

de paredes con salitre

en donde se pasean insectos-peces y cucarachas por los rincones de mi almuerzo.



Aquí los colores se niegan, son arcoíris grises

y sólo el rojo de la sangre resalta al llegar la mañana.



Respirar es un don

para quien gana la batalla.



Eres un número sin gloria. La jaula se cierra.













Cinco días



Estuve cinco días en la sala de indiciados. Después el baño.

Olía feo, agua fría,

sin jabón, agua fría, me niego.







Un golpe fuerte en mis piernas, jalan mis cabellos: Agua fría… sangre.













Imagen



Eran las tres de la madrugada,

llegaron los custodios por “La Gallardo”, una presa más.



Escuchamos sus súplicas casi en silencio.

A esa hora gritar o llorar no está permitido. Nos cubrimos la cabeza, fingimos dormir.

Los pasos en el pasillo se alejan. Abro mis ojos,

las sombras se escurren entre las cortinas.

…Mañana vendrán a por mí.



Cuento el tiempo por el goteo de una fuga en la taza del baño:

Gota,

gota,

gota

Acumulo una cubeta de minutos eternos.

La Gallardo regresa con

una toalla amarrada a la cintura.

Usa el agua de la fuga para lavar su vagina herida.







Fe




Me acabo de despertar,

todo el día he estado dormido para no caer en la tentación de asomarme a ver la visita de los demás.



Quisiera llorar, pero es un lujo no permitido en la jaula.



No hay noticias,

no sé qué pasará mañana. Nadie viene a verme.

Tengo fe de morir antes del fin de la condena. Mis sueños nunca son tranquilos,

llevan los dedos que cercené

y se meten en mis pesadillas, explotan las balas.

la gente que maté me ahorca, me ahoga, me mata.



Para eso es la condena, para siempre recordar.



Nadie viene a visitarme y

me asomo por las rejas de la jaula.









Un año más



Un año más y no hay noticias buenas, mi piel tiene una infección grave. todos aquí la tienen, no soy el único.



Las bacterias encuentran una fuente de vida en nuestros cuerpos, la humedad no cesa nunca.



Estamos podridos en esta cueva, olfateo la desesperanza,

me rasco, me arranco la piel y cierro mis ojos. Trato de pensar que estoy lejos,

que no estoy aquí.






La cárcel es el principio de la libertad




No subirán eternas, sino destrozadas por las horas encerradas, entre alambres de púas y armas grises.

No llegarán altivas, sino hundidas por pilas de enorme asbesto, destrozadas por manos asesinas, sumergidas en la suciedad de las paredes. Volverán a coger sus pipas temerosas, temblarán sus manos al aspirar el humo y sus lágrimas mojarán las mantas del suelo y la seda de las paredes rojas.

Después de los golpes infinitos, de tres días de soledad y fríos, de paseos esposados, después de tres días de suciedad de camas duras, de gritar y esperar atento oír el nombre esperado de labios del hombre.

Después de un viaje en un camión cerrado y sin aire, con cincuenta iguales, después de los adioses tristes y sonrisas falsas, después de filas y la caída del pelo, de la ducha, de la monotonía de la vida durante un mes, un año de comer carne y mancharse las manos con escobas desahuciadas, después de conversaciones con quien nunca entenderá.

Después de eso, sólo habrá tristeza, hasta que ella también sea un recuerdo.







Verónica Miranda Maldoror. Jaulas. Ed. El viaje y el camino. Ciudad de México. 2022

1 comentario:

  1. Querido Antonio, muchas gracias por compartir, estoy realmente honrada. Recibe mis respetos y un gran abrazo.

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