documentos de pensamiento radical

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jueves, 6 de febrero de 2020

2 poemas de CREDO DEL ARDOR de JULIO CÉSAR JIMÉNEZ MORENO





LOS SUEÑOS SON PARA LOS NIÑOS

De niño quería ser jefe de la banda más temible del barrio
Escupir fuerte Orinar lejos Usar algún nombre intimidatorio
(Dagda-Kan Serpiente de ceniza) Quería ser un falso adulto
que confundiera juguete roto con origen de la melancolía
Balón embarcado con miedo a las estrellas
Quería ir a caballo por la acera e imaginar tras los edificios
una arcadia azul donde se nivelaran deber y querer
remordimiento y estrago
Quería llegar pronto (con mi navaja mística y mi pólvora sagrada)
a un puesto importante en mi carrera contra el porvenir
Mantener alejado al joven maduro y al padre conservador
Quería alcanzar el punto más alto de mis quince años
para lanzarme desde allí como un paracaidista en llamas
y revelarle a la chica de las pecas
—allí bajo el techo del columpio—
mi pujante naturaleza compasiva
(aunque algo fingido en mis dedos
se me adelantaba siempre)
Quería descifrar las órdenes secretas del alcantarillado
y el lenguaje sideral de las farolas
Inventar peligros a los que solo yo estuviera expuesto
(por si la imaginación se me fuese de las manos
y alguien con los pies en la tierra saliera volando)

Quería llegar a la luna entrando por un aljibe
y saliendo por la almohada
Resolver
en fin
esos misterios cotidianos que nadie me exigía

Quería todo eso hasta que mi madre me llamase a voces
y lo abortara todo hasta el día siguiente (ella servía
de tope blando a mi cabeza dura) Y aunque no tengo
suficientes pruebas de ello sé que en su silencio
guardaba dardos
y navajas y revistas para adultos
(esa compasión invencible
que aún no he comprendido)

Quería resolver en capítulos esa misión indivisible
de perderme de vista
Sentirme harapo y bandera Grito bajo Secreta
legislación
Quería mandar sobre diminutos dioses
para que me transportasen sobre un trono de escalofrío
Quería esplendor y fango Fuerzas intermitentes
que me sostuvieran en alto y con la vista gorda del portero
que conocía todos los secretos del universo La guarida del tigre
Quería en realidad no deberle nada a nadie
para que mi deuda con el mundo no comenzara tan pronto

Ahora paseo por este barrio tan pequeño que era aquel
tan grande y no hay nadie que me llame a voces
ni me reconozca ni recuerde mi apodo de niño desalmado
Nadie que conmemore esa belleza bruta de hacer las cosas
por hacerlas Que recuerde la bicicleta azul sobre la vía de tren
detenida en el aire Mi suicidio diario Mi caída subiéndome
al caballo



ESPÍRITU DE LA RESACA

Un hombre sabio diría
Cuento verdades que me ponen en duda
Me penetro rebosándome
Me evaporo tomando cuerpo
Lo miro todo como si fuera nuevo
(envejezco diariamente por vez primera)
Soy un hombre que recuerda hacia adelante
lo que será capaz de no hacer hoy
(partirse la espalda para lamerse los talones)
Soy alguien demasiado escueto
para contar vastas verdades (ese ardor universal
concentrado en la lengua Esa saliva nostálgica
tragada con repugnancia)
Soy un hombre que vive de milagro
con sus miedos conservadores y su corazón alocado
(que cuenta historias de sí mismo
cuando pertenecen a otro)
Un hombre que ve las cosas como no son:
el rojo viviendo en las manos
El azul en la frente El negro en sus rodillas)

Soy alguien (diría un hombre sabio) bastante superficial
pero oigo el murmullo del verano en la tormenta

Y ahí busco mi camino




Julio César Jiménez Moreno. Credo del ardor. XXX Premio Nacional de Poesía José Hierro.Universidad Popular José Hierro. Dept. de Publicaciones. Ayuntamiento de S. Sebastián de los Reyes. 2019

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