documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

sábado, 15 de febrero de 2020

“PRISA” por la tercera España (fragmento)




Hace ya algunos años que Andrés Trapiello, en Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil 1936-1939, señalaba que la guerra civil no fue una guerra entre dos Españas, sino la imposición de dos Españas minoritarias y extremas para acabar la una con la otra, y frente a ellas, rescataba una vieja idea de Salvador de Madariaga, quien en su libro España, se sacaba de la chistera una pretendida tercera vía que se habría abierto paso entre el fascismo y el comunismo, representada por la figura de Francisco Giner de los Ríos y que reivindicaba una España hecha a imagen del institucionalismo y el krausismo que Giner abanderó toda su vida. La idea la recogerá Vicente Cacho Viu, que publica, en 1962, Las Tres Españas de la España contemporánea, librito en el que después de criticar el marxismo y el tradicionalismo reaccionario, concluye que el krausismo, en tanto ideología heterodoxa de una facción de la burguesía que trató de aunar el socialismo con el liberalismo, también concluyó con un rotundo fracaso que él escenifica en las personas de Giner, Ortega y Azaña. Trapiello recoge el guante cuarenta años después, pero por los adjetivos que utiliza, esa Tercera España que en los casos de Madariaga o Araquistáin (que también había escrito sobre ella) no dejaba de ser una invención de la derecha tecnocrática de los sesenta para distanciarse del nacionalcatolicismo, vendría ahora a estar compuesta por esa élite intelectual desideologizada, satisfecha, pedante, vanidosa y entregada a lo que el poder le requiera a cambio de ejercer desde él la hegemonía cultural.

La operación de la Tercera España, si tiene algo de original, es que es hija de su tiempo, es decir, es propia de la ideología postmoderna que nos vive, y es necesaria para que la casta intelectual, hoy reducida a todólogos televisivos y tertulianos radiofónicos, pueda justificar sus servicios mercenarios a las líneas editoriales que imponen los grandes grupos de comunicación, a los que se pliegan y para los que trabajan de forma acrítica  con jactanciosa presunción, y el fenomenal engreimiento de quien olvida que sus opiniones son reclamadas no porque sean suyas sino porque son las opiniones de la ideología dominante. Una intelectualidad, en suma, puesta al servicio del mercado y de esa farsa democrática con que los partidos dinásticos volvieron en 1977 al sistema canovista de la Restauración.



Antonio Orihuela. Ruido Blanco. Ed. La Vorágine, 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario