“Work hard – Have fun – Make history” es el lema de Amazon, una empresa de ventas por internet que oculta, tras la abstracción
y la asepsia del comercio virtual, una de las muchas zonas de oscuridad que se
ciernen sobre tecnologías que todos hemos abrazado con tanto entusiasmo como
optimismo acrítico. Sobre la gente que trabaja para Amazon y otras muchas
empresas similares no hay fotografías, tampoco es posible acceder a más información
que la que las mismas generan, sus trabajadores tienen prohibido hablar de su
trabajo, nadie debe saber qué ocurre al interior de sus almacenes. Una opacidad
que contrasta vivamente con el carácter transparente que parece presidir la
actividad que despliegan estas empresas en la red. A pesar de que estas prácticas
son contrarias al derecho laboral europeo, ningún gobierno duda en
subvencionarlas generosamente con dinero público para que se instalen aquí,
aunque no paguen impuestos y declaren sus beneficios en paraísos fiscales. La
escusa de la creación de empleo soslaya estos pormenores, al igual que ocurre
con el cierre de librerías y supermercados culturales contra los que estas
multinacionales se aplican con técnicas de competencia desleal que hacen
imposible la continuidad de estos negocios, destruyendo casi veinte veces más
empleo del que crean. ¿Qué cómo es posible esto? Pues como siempre, presionando
sobre lo más vulnerable, los trabajadores. Las condiciones laborales de estas
empresas virtuales rozan la ilegalidad. El contrato de trabajo solo es firmado
tras pasar quince días a prueba, con tres ausencias el trabajador es despedido,
en ocho horas de duro trabajo físico el trabajador tiene dos lapsos de veinte
minutos de descanso para reponer fuerzas y comer algo, aunque la sala de
descanso está tan lejos que este tiempo se reduce a cinco o seis minutos por
sesión, muchos no aguantan los ritmos de trabajo y los desvanecimientos son
frecuentes, a pesar de esto, la enfermería permanece cerrada durante la noche
para ahorrar gastos. En los dominios de
Amazon, Jean Baptiste Malet, nos cuenta su experiencia de infiltrado, sus
dolores de espalda, de cuello, su falta de apetito, el agarrotamiento de manos
y piernas a causa de la monotonía del trabajo, el embotamiento intelectual: “Ayer cuando me acosté, y antes de
dormirme, me volvía loco, tenía la impresión de que mis manos seguían haciendo
paquetes… Estaba destrozado después de una noche de trabajo, pero no podía
dormir, me encontraba crispado, estaba nervioso y, sin quererlo, seguía
haciendo paquetes en mi imaginación… me he vuelto loco… si pudiera,
abandonaría… pero, bueno… Amazon es lo único que hay. Hacía cuatro meses que
estaba buscando curro… me siento reducido a no ser otra cosa que alguien que
trabaja de noche en Amazon”. La gestión de la productividad del trabajador está
completamente informatizada, cada superior jerárquico sabe en tiempo real qué
artículo está empaquetando un trabajador o cual es el producto que otro
trabajador está recogiendo de las estanterías, en qué zona se encuentra, en qué
pasillo y a qué ritmo está trabajando esa noche. Varias veces durante el turno de trabajo los capataces informan al
trabajador de su productividad, la curva de productividad tiene que ir siempre
en ascenso, si no se alcanzan las cuotas fijadas estás en la calle. Después del
turno de trabajo, los trabajadores son sometidos a controles con los que
impedir que roben mercancía, aunque los cacheos son ilegales según la
legislación laboral europea. Los chivatos dentro de Amazon están muy bien
visto, son los preferidos para promocionar dentro del escalafón de la empresa,
al igual que los ex militares. Existe la figura de Empleado del mes, que
consigue un bono de veinte euros a descontar de sus comprar en Amazon. A cambio
de la lealtad de sus trabajadores, Amazon paga la comida de Navidad, organiza
un festivo Family Day y por Pascua
regala una figurita de chocolate a cada empleado, por algo su logo es una
sonrisa. Los directivos insisten en que trabajar en Amazon es simpa (simpático), aunque durante el
tiempo de trabajo esté prohibido hablar con los compañeros de turno, si quieres
reírte debes hacerlo antes de incorporarte a tu puesto del trabajo. Si en una
mano Amazon tiene el palo en la otra muestra la dádiva, y para ello, intenta
constreñir la vida social de sus trabajadores a la misma empresa, organizando
actividades gratuitas para su entretenimiento y el de su familia, cine,
fiestas, etcétera, con las que trata de que también la empresa ocupe el tiempo
libre de sus trabajadores. Como los salarios no permiten muchas alegrías a los
trabajadores de Amazon, ésta se convierte en su principal referente de
socialización, de consumo, por lo que quejarse a la empresa o contravenir sus
directrices se torna entonces en un ataque a la misma comunidad y una
arriesgada operación que pudiera significar la expulsión de ella, por todo ello
los sindicatos son vistos, incluso entre los propios trabajadores, con cierta
desconfianza.
Antonio Orihuela. Ruido Blanco. Ed. La Vorágine, 2018
Nazizon, debería llamarse más bien dicho engendro.
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