“El que desconoce la
verdad es un ignorante;
pero el que la
conoce y la desmiente, es un criminal.”
Bertolt Brecht
Conocidos
cazapremios, correpasillos de Chus Visor y abrazafarolas de nuestro aspirante
local a Nobel, se dan cita en premios literarios, cursos de verano, recepciones
del embajador y páginas de papel couché para renovar fidelidades, vínculos vasalláticos y clientelares, amén de
extender un control disciplinante sobre la producción y reproducción de textos
literarios y concelebrar la hegemonía ideológica de su monocorde discurso.
¡Qué tiempos aquellos
en los que, “por un quítame allá esas pajas, ese alijo o ese premio de poesía”,
te mandaban al fondo del océano con unos zapatos de cemento o, cuando menos, te
dejaban sobre la cama una cabeza de caballo o la colección completa de los
premios de poesía editados por Visor, ensangrentadas, se entiende.
El sábado pasado, un
tal Luis Bagué Quílez, se descolgaba firmando una reseña de mi novela “El
secreto fondo de las cosas” en el Babelia[1].
Sí, el mismo suplemento cultural al que hace unas semanas denunciaba en mi
artículo “Fariña poética”[2]…
No seamos mal pensados. Debe ser una casualidad.
Olvida, en su reseña,
el citado crítico, llamarme “panfletario”, un adjetivo al que ya me había
acostumbrado las pocas veces que algo mío ha merecido la atención de los medios
y que, sinceramente, he echado de menos. Tal vez es que se quedó sin espacio,
pero que conste que me hacía ilusión.
Mal deben andar las
cosas en el Parnaso para que sólo hayan tenido para mandarme un mensajito con
este rapaz o quien sabe, lo mismo él se ha adelantado para hacer méritos
delante de la satrapía… ¿Pero quién es este Luis Bagué Quílez?
Después de hablar con
Eliot Ness, consultar con los compas de Adisson de Witt y contrastar sus datos en
los ficheros de la policía, resultó que el chico de los recados va a premio por
año desde hace tiempo. Nada, que tenía muchos favores que pagar.
Son tantos sus galardones
y sinecuras que solo me detendré en los que me han parecido más curiosos. Por
ejemplo, fue premiado con el Hiperión un día que pasaban por allí su buen amigo
Francisco Castaño, Luis García Montero y el propio Munárriz. Del autor, en su
momento, los Adisson de Witt reconocieron “su falta de talento (…) a pesar de
ser una poesía de la experiencia (…) vemos su experiencia como el que ve una
película irrelevante mientras ojea una revista (…) carente de cualquier atisbo
de genialidad”.
Con esta carta de
presentación, en 2010, ganó el premio
Unicaja, diez mil púas. Estaban en el jurado José Caballero Bonald, Felipe Benítez
Reyes, Luis García Montero y Chus Visor. Sin comentarios. Bueno, sí. En
palabras del jurado, merecía el premio porque era un libro “original y bastante
fresco”, que es lo que dice uno cuando no sabe qué decir de un libro, a menos
que dentro vaya una merluza, que entonces el comentario está más que
justificado.
Tres años después ganó
el Emilio Alarcos, otro premio de poesía de los de Juzgado de Guardia. En el
jurado, los sempiternos Luis García Montero y Chus Visor. Del libro, el primer vate del país dijo que era un libro “correcto”, que es lo que dice Chicote
cuando va a comer a un restaurante de esos chungos, aunque no sé si esto
también vale para un premio con cuyo pastizal muchas familias de este país
podrían comer correcto casi un año.
A Luis Bagué le pasa
como a Carlos Fabra, le toca casi todo. También el Premio de la Crítica, que le
dieron su director de tesis, Ángel Luis Prieto de Paula y su reseñista y compañera
de fatigas profesionales Araceli Iravedra.
Desde 2016 a día de
hoy, le ha tocado, entre otros, el premio Iberoamericano de Relatos “Cortes de
Cádiz”, donde el omnipresente Chus Visor fungía, y al año siguiente el premio
Tiflos, que también pública Visor, y el Premio de Poesía del Tren. ¿Y saben quiénes
formaba parte del jurado? Exacto. ¿Les quedan todavía ganas de presentarse a
premios literarios?
Va a ser cierto que la
investigación en España está muy mal pagada. Señor ministro del ramo, haga algo
para que nuestros científicos se puedan dedicar a lo suyo y no tengan que
presentarse a más premios de poesía para poder llegar a fin de mes, que diría
nuestra ínclita condesa de Bornos y Grande de España.
Pero mientras las cosas
sean como son, nosotros, desde aquí, invocamos a sus Santos Patronos y a
Nuestro Señor Todopoderoso del Gran Poder para que se acuerden de la reseña que
me hizo Luis Bagué Quílez y le recompensen pronto con otro premio, a ser
posible, original y fresco, como su poesía y las merluzas del Lidl.
Antonio Orihuela
"las merluzas de Lidl"... jajaja...
ResponderEliminarBuenísimo!!! El humor es el mejor premio
ResponderEliminarSalta a la vista, siendo Visor. Ya se sabe.
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