Un
grillo cantando en el desierto
abre
un túnel
hasta
una noche de verano en Moguer.
*
NIÑO
EDÉN
Crece el Edén en tu
vientre y en nuestros pechos lejanos un dulzor que sabe a damascos y
nísperos en el desierto, crecen la higuera y el jazmín junto a
nuestras bestias en un cuarto piso, todo está creciendo con raíces
reventando los tiestos y paredes, y no sabemos, no sabemos si habrá
un suelo suave donde plantar todo esto, pero tenemos que intentar
vivir de la Tierra, amor, porque yo no puedo luchar contra nadie, y
tampoco quiero que tú seas Rosario "la dinamitera":
tenemos que dejar de ser cómplices ignorantes o siervos furiosos,
salir del manicomio económico y tecno-idiota, para crecer en la paz
y el cultivo de una sencillez hermosa de avispas que se emborrachan
con las uvas de la parra y su sombra, golondrinas bebiendo en una
alberca donde los niños gritan y juegan, hasta que el agua oscura
del pozo nos devuelva un reflejo risueño enmarcado de musgo.
*
A
los poetas de “Voces del Extremo”.
A todos mis hermanos en la
delicadeza del estado poético tengo que decirles que me voy lejos de
luna de miel muy preñada con la mujer que lloraba en las clases de
educación maternal porque era la única que acudía sola, que la
casaca de oficial de un ejército extinto de un país extinto siempre
vestirá corazones arcaicos, que lo que escribimos no solo es más
grande y mejor que nosotros, sino que ni siquiera es nuestro, pozo de
la calle Escribanos, mosto turbio y loco, falso pesebre de Platero,
amor y poesía frente a todo, hermanos viejos, encuentro de
inmortales chinos sobre el mismo puente, voces del justo extremo,
hermanos nuevos en la vieja charca de la consciencia, el mismo
cristal desnudo y tierno somos, así que no digáis que el que se
pasea por sonrientes budas jemeres devorados por raíces y lianas no
está en Moguer.
Daniel Macías. Niño Eden. Ed. Amargord, 2014
Foto de Juan Sánchez Amorós
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