Tragaluz
Un
tragaluz tus ojos;
mi
mirada, vaina de tu invasión.
Y lo eterno se
doblega ante el instante.
Tu
partida
Me
aferro al molde que huye de tu silueta.
La
sombra de tu voz me rebautiza.
Te
vas.
Tú
en tu piel aún en mi vientre,
tu
aroma visible,
tu
fibra que vacía mi arena.
Te
marchas
y
soy menos yo:
más
alcoba, sábanas,
voces
en el jardín.
Regresas.
Creo
que regresas.
Invades
el vacío con ese tu yo
que
ahora me habita.
Reboso
y me dejas vivirte,
sembrarte
de ramas, bañarte de plata,
descolgarte un
panal para no sentir el vacío.
Ausencia
Apenas
un rasguño en el tiempo
tu
ausencia y ya derivo.
Un
pestañeo desde mi silla
es
una búsqueda sin patrón,
desequilibrio
que sacude hombros,
el
asalto al sereno
con
los ojos del laberinto
para
robarle una ruta;
círculo
que deshace
el
anzuelo cuando anhela
alcanzar
el vórtice;
la
llave, al fin,
que
sobrevivió a su cerradura
y
no descansa
hasta
morir.
De A
ras del mar,
Milagros López, Ediciones Torremozas, Madrid, 2014
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