Aún os escucho mientras sueño espinas de pescado,
letras paridas con malformaciones, insensateces.
Escucho con inquietante precisión vuestras miradas
al descascarillado de mis uñas, las pieles vegetales colgando de los brazos,
el blanco de la mielina que supuro,
que he dejado escurrir, pesada y lenta, por la baranda del balcón.
Soy esta nada, ya lo sabéis.
La nada ingrávida para todos vosotros,
la de los bolsillos más vacíos,
la que nada trae, la que nada vale, la que no os sirve, ya.
Recuerdo, mientras me esquináis, cuánto aprendí,
qué ilimitado número de historias excitando las membranas plasmáticas,
reproduciéndose, convirtiéndose en brillo.
Y la investigación, la búsqueda, sí, me acuerdo de eso,
de las noches enteras dentro de las palabras,
y me hacía feliz reconocer tanta sabiduría; cuánta emoción en el descubrimiento.
Mientras ahora punzáis mis huesos buscando utilidad
no se me olvida el misterio absoluto de crear,
alumbrar algo nuevo, algo que antes no era.
El milagro de todo concebir.
Recojo el portafolios que habéis tirado al suelo.
Soy este hueco que no necesitáis.
Venía a hablaros de amor y de poesía,
no digáis nada,
me he dado cuenta ahora: soy una paria.
Inma Luna
(Este poema está incluido en la antología En legítima defensa. Poetas contra la crisis, Bartleby Editores, 2014)
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