documentos de pensamiento radical

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martes, 16 de septiembre de 2014

EL LENGUAJE SECUESTRADO (VII)




Frente a la vulgata marxista, los anarquistas tenían claro que de nada valía transformar la infraestructura esperando que de ella emanase una superestructura nueva, porque o bien ambas se modifican a la vez, incluso adelantándose uno, desde lo personal, en su propia transformación ideológica, o bien las viejas formas de vida, en su asombrosa consistencia, llegan a neutralizar, socavar y finalmente dar al traste con las nuevas estructuras conquistadas cuando lo indiscutible no se pone en duda, es decir, cuando la propiedad privada se vive y se piensa como natural y cuando el trabajo y la cultura se viven como esferas escindidas.
Y es que a la Anarquía se la puede temer por los que la traducen en caos, falta de autoridad y gobierno, pero también se la puede mitificar como la situación social donde falta el comienzo (arché), el principio; donde el mando y la ley han sido desterrados y todo puede comenzar entonces como posibilidad; donde los materiales históricos se resisten a una lectura lineal y positiva porque la ausencia de autoridad impide cualquier relato de poder o, lo que es lo mismo, hace de cualquier relato un relato con el mismo estatus que otro, pues ninguna resistencia encuentra para ello ni ninguna institución impide que suceda tal cosa. Estamos pues ante un orden superior a cualquier otro, un orden que no tiene que recurrir a la violencia, la represión, la censura o la opresión porque este orden tiene que ser descubierto y puesto en práctica por cada individuo de la única manera que los anarquistas conocen, es decir, viviéndolo como resultado del rechazo de toda dominación y negando cualquier modelo de conocimiento preestablecido.

Antonio Orihuela. Palabras raptadas. Ed. Amargord, 2014

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