Dedicado a la gente del
Campamento Dignidad
Dirán
Dirán
que no nos pertenece la lluvia,
ellos
que ven una nube y ya están vendiendo
ríos
a
los náufragos.
Dirán
que la historia ha terminado,
mientras
cientos de huesos rotos siguen aullando
en
las cunetas.
Dirán
que los días tienen demasiada luz
y
oscurecerán las horas
con
sus ojos de cementerio.
Dirán
que la comida es gratis
y
llenarán tu plato
con
la ceniza del último bosque.
Dirán
que el dolor no existe,
mientras
un rumor de vendas
muestra
el mapa de todas nuestras heridas.
Dirán
que dos y dos son cuatro,
cuando
tú y yo sabemos
que
dos y dos pueden ser cuatrocientos,
cuatro
mil, cuatrocientos mil,
si
nos lo proponemos.
*
Cuando
acusasteis de bruja a la anciana
hubiera
bastado para hacer la revolución. Ana
Pérez Cañamares
Llenad los cuencos
Llenad
los cuencos de silencio,
de
palabras,
pero
nunca de obediencia.
Dejad
que la obediencia se desangre en la boca
de
quienes administran nuestra derrota
cada
mil cuatrocientos setenta y un días.
Y
que se ahoguen todos,
los
azules violentos, las rosas adulteradas,
los
sindicatos con biodramina en vena,
los
mercenarios de la solidaridad.
Que
se ahoguen en su basura de leyes tóxicas,
en
sus mentiras de samaritanos yonquis del poder.
Llenad
los cuencos y los días
con
minutos y explosivos
y
hacedlos estallar cuando os ofrezcan sus calendarios
llenos
de trampas, pobreza y azufre.
Pero
después,
vestíos
con las mejores flores,
con
las mejores palabras,
con
la mejor música
y
celebrad el final de los días errados,
el
cese del dolor gobernado
con
azúcar y sangre.
Y
cuando llegue la noche,
repletos
los cuencos de risas y de bosques,
volved
a empezar
como
si nada terrible hubiera
ocurrido sobre la tierra.
*
Hagamos un trato: Yo no te diré que es
fácil y tú no me dirás que es imposible. Leonardo Anselmi
Callejones sin salida
¿En
qué momento empezamos a masticar eslóganes
y
escupir utopías?
¿Cuándo
decidimos cederle la palabra al silencio?
¿Por
qué habitamos ciudades que son callejones sin salida?
Antisistemas, dicen en la radio. Son
antisistemas.
¿Pero
de qué sistema hablan?
¿De
escolares a los que les cruje el estómago en la escuela,
de
mujeres cuyos cuerpos son patrimonio del estado,
de
gente que se suicida por desahucio,
de
centros de internamiento para inmigrantes, antesalas del infierno,
de
cada vez más enfermos, pero menos hospitales públicos?
Hay
que desahuciar el crepúsculo de los dioses
y
aprender el idioma de la menta.
Hay
que hacerle la autopsia
a
nuestros miedos,
en
lugar de cerrar
los
puños contra el viento.
¿En
qué calendario marzo se convirtió
en
ceniza para mi memoria?
Marta Navarro. Vietnam bajo la cama. Ed. Amargord, 2015
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