En
octubre de 2013, por orden del consejero de Sanidad de Aragón Ricardo Oliván se
suprimió el servicio de radiología que daba atención a 130.000 personas. De
noche y dando una patada a la puerta se llevaron el mamógrafo del centro, así
como diverso material. Poco después su departamento apoyaba campañas contra el
cáncer de mama.
“De
la mafia no esperamos que llegue la regeneración democrática (1-8-2013)
Chesús Yuste, debatiendo con el
presidente Rajoy
Con permiso de Martin Niemöller.
Privatizar
Cuando
empezaron a cerrar centros de salud por la tarde
no
protesté,
porque
tenía las mañanas libres.
Cuando
aprobaron
las
Nuevas Formas de Gestión en Sanidad,
no
me preocupó,
porque
soy moderno y me gustan las novedades.
Cuando
negaron la asistencia sanitaria a los inmigrantes,
no
protesté,
porque
yo soy de aquí.
Cuando
decidieron concertar camas
en
la sanidad privada,
no
protesté,
porque
tengo una salud de hierro.
Cuando
suprimieron los servicios de ferrocarril convencional,
no
protesté,
porque
no vivo en un pueblo aislado.
Cuando
quitaron las becas en los comedores escolares
de
la escuela pública,
no
protesté,
porque
no tengo hijos.
Cuando
adjudicaron hospitales
hasta
treinta años prorrogables
a
empresas inmobiliarias, bancos y fondos de inversión,
cuando
metieron mi salud en su burbuja,
quise
protestar,
pero
para entonces
habían
privatizado las protestas.
Ahora
busco a alguien que me ayude
a
defenderme de los privatizadores,
pero
ya no queda nadie sano.
He
aprendido bien la lección:
Hay
que romperle los dientes al sistema
antes
de que nos venda sus muelas de oro,
antes
de que las alimañas nos arrastren
a
su cueva de sobres y crucifijos,
antes,
mucho antes de que conviertan
en
hemorragia nuestros derechos .
*
Nota a los historiadores del futuro. No
lean el New York Times. Lean
a los poetas. Charles Simic
La transición de las
lagartijas
Nos
vendimos poco a poco.
Nos
compraron mucho a mucho.
Primero
el viejo pantalón con olor a vermut y café
se
convirtió en ropa albina,
más
tarde la costumbre de habitar en las tertulias y los amigos
se
transformó en citas a ciegas
y
en largos tragos de tequila y cuchillos.
El
trabajo voluntario de la asociación,
pasó
a ser el de asesor del concejal de juventud,
o
de cultura, o de bienestar social,
o
de parques, dinosaurios y jardines: Puro
metacrilato sin fronteras…
Los
sueños de mayo se esnifaron
junto
a la comida blanca
y
las contraseñas clandestinas pasaron a ser
portadas
de prensa obediente.
Cambiamos
el viejo álbum familiar
por
escaparates de neón.
Nos
comimos la mejor luz,
la
de la esperanza,
y
acabamos vomitando espejos
en
la barra de un bar sin nombre y sin recuerdos.
Con
la piel rizada y sin prejuicios anidamos
en
las espesas caderas del poder.
Hasta
que un invierno desbocado,
nos
despertó la voz de nuestros antepasados
y
descubrimos cómo el poder de la nada
lo
devora todo,
lo
cambia todo.
Los
sueños por marketing,
la
honestidad por negociación,
la
igualdad por cuotas.
Gramsci
por Paulo Coelho.
Y
así, sin darnos cuenta,
el
paisaje cálido y generoso
de
los sueños llegó al matadero de las utopías,
ese
lugar que un día inauguramos
entre
copas y rosas huecas.
Todo
lo que queríamos ser y hacer
se
perdió en los bolsillos,
se
las tragó una democracia imperfecta,
llena
de estadísticas y sin luz.
Una
democracia
llena de pájaros de hojalata.
Nos
vendimos lentamente
y por nada.
*
Aunque
la cita se encuentra originalmente en un poema de James Oppenheim de
1910,"Bread and Roses" (Pan y rosas) se asocia con la huelga de 1912
en Lawrence, Massachusetts, que consiguió unir a miles de comunidades de
inmigrantes, fundamentalmente mujeres.
Para
Sara Anadón
Panes y rosas
Queremos
el pan, pero también las rosas.
Queremos
bailar bajo la vía láctea
y
no arrastrar el mercurio de una jornada interminable
que
afila su guadaña sobre nuestras nucas.
Queremos
tiempo para saber qué hacer con él,
para
saber a qué huele,
a
qué sabe.
Queremos
tiempo para vivirlo,
para
comérnoslo,
también
para matarlo.
Queremos
el pan, pero también las rosas,
queremos
el mundo que se esconde
bajo
este naufragio de telas encadenadas,
de
horas turbias,
de
ejércitos de alfileres que suben
por
nuestros dedos,
y
rasgan el sabor de la menta,
el
sabor del futuro.
Queremos
ser lo que podríamos ser,
lo
que nuestras madres no fueron,
aquello
con lo que jamás se atrevieron
ni
siquiera a soñar nuestras abuelas.
Hoy,
tres de enero de 1912, en Massachussets,
nosotras,
las mujeres de Lawrence,
queremos
el pan, pero también las rosas.
*
*
Si
no puedo bailar, tu revolución no me interesa.
Emma Goldman
Si no puedo imaginar, esta
no es mi revolución
Aunque
nadie lo crea,
en
mi bolsillo derecho pasaron sus vacaciones
Magritte
y su admirado Hegel.
Y
en el izquierdo,
Rosa
Luxemburgo y Emma Goldman
cerraron
los paraguas de la desigualdad
con
la esperanza de que un día
la
lluvia nos mojará
a
todos por igual.
Aunque
algunos no lo crean,
hay
trazos de primavera en la ceniza
que
cubre nuestros pies,
y
un sol radiante asoma
sobre
los huesos de un cayuco herido.
Pequeños
besos de cardamomo
entre
los alfileres de la desesperación.
Escuchar el sonido de otros mundos
en el reverso de una
tarde sin heridas,
depende solo de ti.
Marta Navarro. Vietnam bajo la cama. Ed. Amargord, 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario