Estos niños que
mañana serán padres,
¿Sabrán besar y
abrazar con ternura?
¿Dónde morarán los
sueños
que en el tiempo
fenecen
sin estrenar la
infancia?
Y unos labios
fecundos
como azules libélulas
circundando mejillas.
Aprender solfeo
escuchando en la
fragua
el lamento del
yunque.
En las calles
mordidas
por las fauces del
hambre,
¡jugar a contar
muertos!
No haber sentido
nunca
el tacto de un
juguete,
duele en el recuerdo.
En tus manos inmensas
titilan como ascuas
las canicas del alba.
Los brazos de la niñez
son un cálido río
envolviendo latidos.
Vivir eternamente en
la infancia
para no tener memoria
del dolor.
Eladio Méndez. En: 3x3. colección de poesía, 7. ERE. 2015
Fotografía de Ramón Masats
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