Habrá una larga sucesión de noches en pijama
y alguien a tu lado sostendrá la cuchara sin quejarse.
Habrá una torpe caída, un golpe de gracia,
y una voz nueva dará el aviso a tus familiares.
Habrá un feroz instante de fuego y amasijos,
un reguero de sangre alcanzando la hierba.
Tanatorio. Documentos. Lágrimas. Abrazos.
Con un poco de suerte, nada excepcional,
lo de siempre.
Y ahora camina.
*
These are
the days of our lives
Queen
Queen
Nos bebimos la adolescencia gota a
gota.
Hasta el fondo apuramos el miedo y
la risa.
Juntos noche y día fuimos hermanos,
cómplices y rivales, héroes, traidores.
El néctar de la alegría se agotó la misma tarde
en que marchó firme a tierras andaluzas.
Por evitarnos el trago, ni teléfonos
hubo de por medio, sólo la dicha
–inmensa y dolorosa- de la amistad cumplida.
Hoy me asalta su semblante en una red social.
Solicita mi contacto un hombre al que desconozco.
Miro sus fotos, tan típicas como las mías:
vacaciones en el mar, mujer y niños,
los compañeros del Cuerpo, regalos
por navidad, el último cumpleaños,
un par de tatuajes
y, en alguna parte, quizá no demasiado lejos,
la discografía completa de Queen
que tanto amábamos.
Con extraña convicción, sin dolor ni alegría,
he apagado el ordenador.
Daniel Casado. Secretos que contar. Ed. Amargord. 2015
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