Fotografía
Una
vez me enamoré de esta vieja fotografía del invierno.
La
tarde se desploma entre aguaceros
haciéndose
más presente, aún, la intemperie
y
el temor insoportable de los hombres.
Un
niño, que tal vez fui yo, pisa los charcos y sonríe
mientras
parece convocar la fuerza rebelde de las tormentas.
El
niño mira al frente. Sin miedo, todavía.
Las dudas razonables
Por
de pronto, no confío en los terrenos resbaladizos
ni
en la posibilidad de que alguien pueda caminar sobre las aguas.
No
tengo la menor idea sobre las razones últimas del lobo
para
matar a todo el rebaño,
pero
tampoco pondría jamás la mano en el fuego por el hombre.
Puedo
dudar de las verdades a medias,
pero
jamás de las mentiras piadosas,
aunque
la mayor parte de las veces me engañen las lunas de los espejos.
Sé
que el tiempo es relativo,
más
para el que aguarda que para el que no llega,
y
relativa es, según la edad, también la incertidumbre de la muerte.
Me
aterra la verdad, así, inamovible y con mayúsculas,
pero
me turban más sus indiscutibles mensajeros
con
sus máscaras de miedo y sus lenguas tristes.
El
más leve parpadeo, el asombro ante el signo terrible de los tiempos
es
como cuidar el aroma de una flor en este vertedero.
Mariano Calvo Haya.En Voces del Viento Sur. Surada poética 2014/2015. 30 poetas de la conciencia crítica. Ed. El Desvelo. Santander, 2016
Fotografía de Juan Sánchez Amorós
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