Prestidigitadores
Supe
una vez de un hombre
que
veía lo que nadie más veía.
Mas
la magia no está en lo que se ve,
sino
en los ojos del que mira.
En
la propia mirada, en el filtro inteligente.
El
prodigio está en detener lo que se mueve,
en
parar la vida un instante
y,
mientras las vida sigue,
que
ese tiempo se haga eterno.
Como
pequeños dioses,
sacar
de entre las aguas
el
rostro iluminado de la doncella.
Supe
una vez de un hombre
que
hacía niebla con las manos.
Alturas
Quizá como ser
la rama más alta
en el árbol más longevo.
O bien, el vigía
que desde el palo mayor
descubre tierra
entre las nubes.
La rapaz que aletea
sosteniéndose ingrávida
sobre las redes del aire.
El último aliento
del alpinista
que al fin contempla
a sus pies
las geografías del hielo.
O nada más,
un hombre
que lee un libro.
Bajo
cero
Hay razones que tú sabes para el frío.
Cien razones que desvelan en tu rostro
los ojos opacos de la muerte.
Pero callas y sigues caminando,
con fidelidad infatigable,
alrededor de la noria del instinto.
Son tus manos pájaros de cólera dormida
y en tus hombros se adivina
todo el peso de las nubes.
Una línea recta puede ser,
en el techo de tu miedo, un laberinto.
Obsesión
Doy vueltas alrededor del mismo círculo
una y otra vez.
Pienso que con mis pasos
voy haciendo un sendero y que con mis ojos
fabrico el horizonte.
Y sin embargo, doy vueltas alrededor
del mismo círculo una y otra vez.
Capitalismo
O
tal
vez
sea
el momento
de
entender que la base
en
la que se sustenta la economía
moderna
estriba en el despiadado esfuerzo
de unos pocos afortunados para que inmensas
hordas de oprimidos
se
maten entre ellos
Transición
del Comunismo
o
por qué Marx no está de moda
O cómo
eminentes analfabetos
logran, sin pasar
por el materialismo histórico
y dejando a un lado
el materialismo dialéctico,
hacerse fuertes
en la incontestable atalaya
del materialismo práctico.
Noche de Reyes
Los niños que llegan hasta su trono no
entienden las palabras con que los recibe Baltasar, el rey negro, el tercer
rey.
Baltasar no domina aún el idioma del país. Por
eso empieza los discursos, desde el balcón del Ayuntamiento, como puede, en
castellano, y los acaba, como sabe, en soninké.
Baltasar durante el resto del año sobrevive
comerciando por los mercados con bolsos de plástico y con gafas de sol de
malísima calidad.
Como buen musulmán ignora casi todo de estos
monarcas ubicuos y dadivosos que se presentan aquí todos los años por enero
persiguiendo a alguna estrella.
En realidad Baltasar no es mago ni se llama
Baltasar sino Ousmane Touré, y nunca olvida enviar unas cuantas fotografías
(todos los años por enero) a su aldea junto al Río Senegal, para que sus
vecinos se enteren de que a Ousmane Touré en Europa lo tratan como a un rey.
Mariano Calvo Haya. Las fronteras del aire. Ed. Amargord, 2015
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