MARCHA FÚNEBRE
Allí donde
habitan los muertos
suena sin
tregua
una orquesta
distante.
al oeste
la llanura es
como un atrio
donde los
cuerpos danzan
andan, copulan,
se desgarran
firman
manifiestos, escrituras
defunciones
arbitrarias.
asisten a
fiestas infames
funerales
clamorosos
ocupan las
calles
en su rutina de
muertos
saludan, se
desairan
se mesan los
ralos cabellos
con sus manos
de muertos
pretéritos
cadáveres
procesionan
estandartes oscuros
con lemas
indescifrables
cierran los
bares
los clubes de
alterne
las góticas
catedrales
toman drogas
oscuras
que marean y
envilecen
conducen
automóviles inciertos
conspiran entre
ellos crímenes píos
delitos
inconfesados
saben o
presienten
que están
muertos
que llevan
instalada la muerte
en las entrañas
difuntos
perfectos
vagan penando
por la villa
trasiegan el
valle
la villa y el
valle
como un
mausoleo inmenso
de escombros
ancestrales
saben o
presienten
que están
muertos
pero la música
no cesa
y los muertos
que no paran
porque la
muerte no pesa.
*De LIGERO COMO
UNA TUMBA (Cuadern@ Mestr@, 2014).
PANDÉMICA & MARRÓN
Ahí van, como
fantasmas
como
perseguidos
envueltos en
una aura mortecina
inmersos en sus
propias nieblas
siempre
corriendo
de un lado para
otro
perseguidos,
siempre perseguidos
por sus propias
ansias o el demonio.
Se les ve por
la medina de Tánger
Casal Ventoso,
callejones inmundos
de Granada
que huelen a
ripio y orín.
Alucinados,
destruidos
haciendo
ostentación de su cadáver
en las plazas
públicas
en los centros
comerciales, jactanciosos
en la miseria
de su abandono, devorados
por la
enfermedad y la abstinencia.
Muchachos que
fueron bellos
vagan por
laberintos insanos
con las piernas
cansadas
y la psique
hecha cristal molido.
Cruzando las
fronteras del mundo
viendo
atardecer intoxicados
a bordo de
coches deplorables.
Ajenos a todo,
incluso a ellos mismos
viven olvidando
los nombres
y los
cumpleaños familiares
durmiendo al
sol en los parques de Manhattan
en los duros
escalones del Alto Paceño
con el hígado
reventado y sangrando por la nariz.
Negros de
Brooklyn que tocan y no negro jazz
hijos impolutos
de Lords Británicos
estudiantes de
las clases medias europeas
bajo el influjo
de la calavera
odiando al
mundo por una u otra razón
padeciendo de
frío, de soledad, de incomprensión
sudando la
fiebre del pony amarillo, van
cargando la
cruz de su martirio entre los edificios
arrastrando
sanguinolentas llagas
por inmensas
avenidas de hormigón.
Desastrados,
repugnantes
temerosos
siempre del mono y de la bofia
sabiéndose sin
futuro, sin pasado, sin esperanza
buscan sólo
unas monedas
que poder
convertir en arena.
*De LIGERO COMO
UNA TUMBA (Cuadern@ Mestr@, 2014).
Gracias, Eladios, Méndez y Orta, por remover la fosa donde yacían olvidados tales huesos. Un afectuoso saludo de su autor.
ResponderEliminar