A
mi padre
I. Desde la memoria del mundo
Desde el cerebro del primer homínido
que tuvo conciencia
solidaria
cuando vio en
peligro a otro ser vivo
y trató de
socorrerlo,
la lucha continúa.
Desde el
pensamiento de los antiguos
que imaginaron
mundos liberados
y soñaron paraísos
sin explotación
ni jerarquías de
clases,
la lucha continúa.
Desde la
organización igualitaria
de uniones fraternas
para combatir la
opresión y el abuso
de nuestros irmandiños,
la lucha continúa.
Desde el avance de
la ciencia
y la liberación del
pensamiento
que ilustraron el
progreso
de un mundo
mejorado,
la lucha continúa.
Desde el recuerdo
de los terrores
impuestos por los
poderes de los estados,
de las dictaduras,
de los imperios, de las cruzadas,
de los genocidios y
de todas las guerras padecidas,
la lucha continúa.
Desde la teoría y la práctica
de una revolución profunda
que no practique métodos
iguales a los que combate,
por la esperanza,
la lucha continúa.
II. Desde 1936
Desde la memoria de
la licenciada y archivera
Juana Capdevielle,
esposa del gobernador
republicano
Francisco Pérez Carballo,
y de la maestra
Mercedes Romero Abella,
esposa del socialista
Francisco Mazariegos,
que en 1936 fueron
secuestradas en Coruña,
tras ser fusilados
sus maridos,
y aparecieron
asesinadas
en una cuneta de la España de Franco,
contra la barbarie,
la lucha continúa.
Desde la memoria
del editor Ánxel Casal,
alcalde galleguista
de Santiago de Compostela,
detenido en una
aldea de Arzúa
y paseado en una
curva de Cacheiras,
que algún día
florecerá con los libros
quemados y nonatos,
contra la
incultura,
la lucha continúa.
Desde la memoria de
la familia socialista Bilbatúa
y de la familia
comunista Araújo Conde
(un miembro de la
cual apareció paseado
con la lengua
cortada y metida en un bolsillo),
diezmadas en las
masacres de Vigo
que llenaron de
sangre el Cabo Silleiro,
el cementerio de
Cabral y la curva de Puxeiros,
contra la
intolerancia,
la lucha continúa.
Desde la memoria de
Alexandre Bóveda,
fusilado en el alto
del monte de A Caeira,
y que antes de
morir escribió
que solamente
“Quise hacer bien,
trabajé por
Pontevedra, por Galicia y por la
República ”
y que lo condenaba “el
equivocado juicio de los hombres
(que yo perdono y
todos debéis perdonar)”,
contra la
violencia,
la lucha continúa.
Desde la memoria de
la familia exterminada
del comunista
Benigno Álvarez,
o de la conciencia
de Marcial Valente,
un derechista
cristiano que se negó
a participar en las
sacas y paseos de Ourense,
por lo que fue
detenido y arrestado,
pero a quien nunca
se pudo encarcelar
la germinal poesía
de la dignidad
que había de brotar
en un hijo suyo,
contra la
represión,
la lucha continúa.
Desde la memoria
del albañil anarquista
Luís Souto Neira,
mutilado y
asesinado en Lugo,
o del médico masón
Rafael de Vega Barrera,
acusado por la
envidia
y fusilado por el
terrorismo de estado,
contra la insidia,
la lucha continúa.
Desde la memoria de
las mujeres y hombres
asesinados en la
matanza de Montecubeiro
y en las masacres
de A Guarda y de Tui,
que llenaron de
sangre toda la tierra
entre la montaña y
el mar,
o en la redada
Brandariz, tramada para acabar
con los círculos
ácratas de la Galicia
libertaria,
contra el odio,
la lucha continúa.
Desde la memoria de
los huidos
por los montes y
por los mares
y de los escondidos
en las cuevas
clandestinas
que se opusieron a
la tiranía,
y que cayeron
acosados,
contra la opresión,
la lucha continúa.
Desde la memoria de
los obreros
Amador Rey y Daniel
Niebla,
abatidos a balazos
por la policía
franquista
cuando reclamaban
mejoras salariales
en el Ferrol del
patrón de la patronal,
contra la
injusticia,
la lucha continúa.
Desde la memoria de cada acto
de guerra y de posguerra,
de tortura, de censura,
de depuración, de exilio,
de humillación y de olvido
padecidos por los que sufrieron,
sufrimos y sufrirán todavía el mal
de mil novecientos treinta y seis,
la lucha continúa.
III. Desde la solidaridad
Desde el corazón
amoroso
de un joven y de
una joven
que no pueden
amarse felices
sin hacer algo por
aquellos
que sufren la
tortura y la cárcel
tan solo por el
color de sus ideas,
porque non quieren
sentir mientras se besan
abriendo la boca
con furia como otros
la están abriendo
en tantos sitios
para gritar de
dolor con igual furia,
y que deciden con
las manos cogidas
militar en una
lucha solidaria
con el fin de que
la fuerza de este amor
que les transformó
la vida
sirva también para
cambiar el mundo,
aunque sea un poco,
la lucha continúa.
Desde el corazón
abierto
de la joven que dio
clase gratuita
a los inmigrantes
africanos
a los que nadie
quería alquilar vivienda
y que se horrorizó
cuando supo
que antes del
confinamiento en la frontera
y de ver morir
amigos y parientes
en el naufragio
interminable de las pateras
alguno había bebido
orines sediento en el deserto,
para siempre, en
mestizaje,
la lucha continúa.
Desde el corazón
herido
de la niña que no
se vio discriminada,
pero que vio
discriminar a otras,
de la mujer
que luchó por los derechos
que ella tuvo para
otras,
de la feminista
primero incomprendida,
luego mal asumida
pero bien utilizada
por otros y por
otras que no luchan,
pese a la guerra
doméstica y sin reglas
que mata más
mujeres que otras guerras
regladas por las convenciones
de los hombres,
de la sabia que
sabe que el abuso patriarcal
no remata con la
ley y que por eso
la lucha continúa.
Desde el corazón
puro y micetal
del amigo de las
algas y de los helechos
que creció
sintiendo el bosque en su pecho
y a quien se le
queman los pulmones
cada vez que arde
un monte,
que recicla,
clasifica y reutiliza
como una hormiga
horrorizada
por la agresión
constante al medio ambiente
y por el maltrato a
tantos seres vivos,
contra toda
ambición antiecológica,
contra todo
divertimento cruel o ecocida,
la hormiga verde va
cambiando
el mundo poco a
poco porque siempre,
como la lluvia,
implacable para ella
la lucha continúa.
Desde el corazón
nómada y viajero
sobre la traza del
agua y del deseo
contra la espada de
las estirpes,
que procura un
lugar de lengua libre
en la que el cuerpo
sea la medida justa
de todas las cosas
sedentarias,
porque abuela y
nieta hicieron para siempre
el pajar sin lindes
por la era en el viento
que tiró cancillas
y rompió fallebas
hasta alcanzar el
lugar sin lugar de los sin poder,
de los que aman y
no heredan,
de los que viajan
por la vida liberada
más allá de
fronteras y de estados,
la lucha continúa.
Desde el corazón
generoso
de los que saben
que no hay más caminos
para la paz que los
de la paz misma
y que es preciso
ejercer con valor
la no violencia
ante toda diferencia
de ideas, de raza,
de clase, de sexo
e incluso de reino
natural o de universo,
porque la paz solo
por la paz es posible,
pero precisamente
para lograrla,
más que nunca,
la lucha continúa.
IV. Desde la conciencia
Desde el
arrepentimiento
del asesino
católico y fascista
que escucha cada
día las súplicas
de las víctimas de
su vesania homicida
durante cuarenta
años tristemente
triunfales y
confiesa con horror
los crímenes
cometidos y vota
cuando llega la
democracia
por el bando de los
vencidos,
por la
rehumanización,
la lucha continúa.
Desde la duda de la
burócrata
que siempre estuvo
al servicio del poder
sin preguntarse
nada
y que un día vacila
porque pensó
por vez primera o
conoció a alguien,
y comienza a
interrogarse sobre lo que sentiría
si no colaborase
con la corrupción reinante
y ganase personal y
limpiamente
su derecho a vivir,
por la dignidad,
la lucha continúa.
Desde la ruptura
del descendiente
de los opresores o
de los explotadores,
que quiere ser por
ser el mismo
y ser hijo tan solo
de su conciencia,
y sin renunciar a
afectos naturales
se opone al mundo
dado y lo denuncia
porque sabe que sus
seres queridos
son también
esclavos del poder que detentan,
por la verdad,
la lucha continúa.
Desde la toma de
conciencia
de la adolescencia
insolidaria
que no le afecta el
mundo
y que no piensa,
egoísta
que cree que solo
interesa
lo que cree que le
interesa,
pero que una noche
se percata
de lo que pasó y
pasa en su casa,
y en el país y en
el mundo,
y deja de ignorarlo
todo
y de ver y juzgar a
los otros
en función de sus
intereses
primarios e
inmediatos,
y aunque decide
dormir
y no madurar por el
momento,
no sabe que
justamente en los sueños,
por el humanismo,
la lucha
continúa.
V. Desde mí
Desde la memoria de
mi padre,
mi mejor amigo y
camarada,
amasado en la
bondad natural de la inocencia
y en el más
generoso humanismo proletario
forjado en las
malditas cárceles de Franco
y en la firme
dignidad de vivir incorruptible
noventa y cuatro
años desde el mismo frente,
por supuesto
popular.
Queriendo saber ser
su hijo
ya desde la libre
republiquilla de la infancia
que fue nuestra
casa resistente,
la lucha continúa.
Desde mi compromiso
adolescente,
desde aquella
luchilla clandestina,
desde esta misma
nuca aporreada,
desde todas las
huelgas malgastadas,
desde tanta
manifestación deshecha,
desde aquellas
pancartas mal aviadas,
desde mis escritos
censurados,
desde aquella
juventud derramada
con la que sigo
concordando como siempre,
la lucha continúa.
Desde el desencanto
y el repudio
de las prácticas
innobles comisarias,
de las listas de
compañeros fusilables,
de la violencia
latente y aflorada,
de las nóminas de
afectos y excluidos,
de la corrupción de
los siempre aprovechados,
de los cínicos
sirviéndose a sí mismos,
de los hipócritas
que fingieron y no fueron,
de los que no
querían más que un podercillo,
con la misma
decepción, pero con otra luz
todavía más lúcida,
la lucha continúa.
Desde la poesía
para la vida,
desde el estudio
por el conocimiento,
desde la memoria
contra la muerte,
desde el triple
compromiso del erotismo,
de la investigación
y del recuerdo,
presente, futuro y
pasado
en el que entregué
y entrego mi cuerpo
pensante y la
pasión de mi mente,
siempre, por los
tres amores,
la lucha continúa.
Desde la libre
unión en unión libre
por un mundo
integral y multiétnico
en avanzada
abierta, radical y libertaria,
con raíces, porque
las tenemos,
pero sin fronteras,
porque no las queremos,
y por el diálogo de
las personas y de las ideas,
de las artes y de
las ciencias de vanguardia,
de la recuperación
viva de la memoria muerta,
con la paz como
único camino y con el amor
como único
vehículo, si no cambiando el mundo,
impidiendo por lo
menos que el mundo que no cambia
no nos cambie a
nosotros la vidilla liberada,
la lucha continúa.
Porque desde el
libre amor que os tengo
la lucha continúa,
compañeras, la lucha continúa,
y desde el libre
amor que os deseo,
la lucha continúa,
compañeros, la lucha continúa.
Porque precisamente
amamos y recordamos,
porque precisamente
queremos,
la lucha continúa.
(De A loita continúa, Vigo,
Xerais, 2004)
Composición pictórica de Matilde Granado Belvis
Desde la conciencia :)
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