Extraños extranjeros
que viven y no se ven.
(De
Viaxes a ti, Lugo, Augatinta, 2004)
NI DIOS NI AMO
cette parole de prophète,
je la revendique et vous
souhaite
ni dieu ni maître
Léo Ferré, “Ni dieu ni maître”
La inmensidad
siempre
sin dios ni amo.
El aire, la tierra,
el mar,
sin dios ni amo.
El tigre de
Bengala,
sin dios ni amo.
Las ideas, el libre
pensamiento,
sin dios ni amo.
Proudhon, Bakunin,
Kropotkin,
sin dios ni amo.
La pasión, el amor,
el sexo,
sin dios ni amo.
Emma Goldman,
sin dios ni amo.
Vindicación
proletaria,
sin dios ni amo.
Buenaventura
Durruti,
sin dios ni amo.
Insumisión a la
tiranía,
sin dios ni amo.
Salvador
Puig-Antich,
sin dios ni amo.
Educación
libertaria,
sin dios ni amo.
Ferrer i Guàrdia,
sin dios ni amo.
Liberación del
individuo,
sin dios ni amo.
Ricardo Mella,
sin dios ni amo.
Respirar el aire
libre hasta lo más hondo del fondo
sin dios ni amo.
Porque cuando el poder es el obstáculo,
anarquía.
Porque cuando el poder es el obstáculo para lograr la máxima expresión
del orden,
anarquía.
Porque cuando el poder es el obstáculo para lograr la máxima expresión
del orden existe una palabra:
anarquía.
Porque cuando el poder es el obstáculo para lograr la máxima expresión
del orden existe una palabra sin dios ni amo:
anarquía.
Libertades, justicias,
sin dios ni amo...
Amores, deseos,
sin dios ni amo...
Poesía siempre solo
sin dios ni amo...
Y cuando la poesía
se hace música,
anarquía.
Tiene un lagarto
pintado,
anarquía.
No soy de aquí ni
soy de allá,
anarquía.
Quiero verte
danzar,
anarquía.
Toma un camino
salvaje,
anarquía.
Libre te quiero,
pero no mía,
anarquía.
Después de que yo
haga ¡TILT! y esto haga ¡BOING!
anarquía.
Con su cara de
Marilyn,
anarquía.
Oh nena, eres tan
viciosa,
anarquía.
Y el lagarto mueve
el rabo,
anarquía.
Porque te amo
sin dios ni amo.
La intensidad
siempre
sin dios ni amo.
Sin dios ni amo
ni dios ni amo.
Ni dios ni amo,
ni diosa ni ama,
ni sucedáneos.
TE AMO, ANARQUISTA
En homenaje a las mujeres libertarias asesinadas en
Galicia desde julio de 1936.
A Sebastiana
Vitales Gascón, anarquista perseguida y exiliada.
A los
historiadores Dionisio Pereira, Eliseo Fernández y Emilio Grandío Seoane.
Con asombro creían a veces
que existiría
la utopía libertaria
y a veces creían que no,
con más asombro
todavía...
Era entonces la Galicia anarquista
unas cuantas
viviendas obreras
como amapolas muy
abiertas
en los barrios
proletarios de las Atochas,
una choza
clandestina en Cea
sobre las raíces
del helecho dentabrón,
unas humildes
moradas campesinas
con líquenes de
Badiña o de Marselle,
donde no había
mucho que comer,
pero tampoco poder.
Era la Galicia corsaria sin
estado,
ni dios ni amo de
dentro ni de fuera,
luz y vida por
Elviña y por Monelos,
resplandores sobre
el abismo por la Silva ,
ateneos en los
Castros y en las Quintas
despertares al
final de las corveras,
resplandores más
allá de la aurora sueva,
lecciones contra
poder y servidumbre
libres de imaginar
lo que se quiera,
libres para hacer
lo que se piensa.
Porque no nos dejan
cruzar los arroyos
cruzaremos los
océanos, pensaban.
No pudo tener
esperanza sin miedo
ni miedo sin
esperanza María Bello Paz,
empacando pescado
en el puerto de A Coruña
hasta la hora en
que los poderes de julio
batieron
resistencias de mujeres
como merluzas que
leyesen a Spinoza
donde yo te amo
anarquista o muerte.
Porque no nos dejan
cruzar los ríos
cruzaremos los
mares, está claro.
Así quizá pensaba
Teresa Varela Calviño,
sindicando sardinas
en el puerto de A Coruña
hasta ser baleada
por el plomo de octubre,
la revolución en la
cesta y la cesta en la cabeza
y el pescado
despiezado, eviscerado y empacado
por las manos nunca
inertes de la proletaria muerta,
pues en las fosas
comunes anarquista te amo.
Porque no nos dejan
cruzar en barco
cruzaremos en latas
de sardinas.
Casas de María
Otero y de Alicia Dorado,
refugios coruñeses
de las Atochas,
Atocha Alta, Atocha
Baja, Monte Alto,
atochas en las alpargatas
abatidas a balazos,
viudas rojas de
marineros sin mar,
presagios de
panaderos sin pan,
abismos de
albañiles sin andamios,
el pasado
dulcemente sellado con estampilla
de caucho y tinta
azul,
el presente huyendo
clandestino,
el futuro purgado
amargamente
y amargamente
abortado con aguardiente alemán.
Morada de María de
Allariz, Atocha Alta,
treinta y tres años
y muerta con tres más,
sin contar niños
heridos en la masacre,
cantando la Internacional a voz
en grito
como quien entra en
el infierno proclamando
utopías contra la
angustia del fascismo.
Porque las crónicas
no fueron escritas
con tinta, sino con
el hilo de las costureras
y la verdad en la
punta de una aguja.
Allí fue la última
vez que se vivió la vida
iluminando la lucha
con tanta libertad,
pues te amo y
anarquista, última luz y puente.
Buhardilla de
Alicia en Villa Rosalía,
Calle del Carmen y
veinticinco años,
preguntó quizá
Fournarakis a Acebedo,
poco antes de morir
los dos a tiros:
- ¿Sabes que el
nombre de tu compañera
significa la verdad
en lengua griega?
- El nombre de la
compañera significa la verdad
en todos los
idiomas del mundo, contestó.
- Pues la verdad va
a morir pronto,
terció Alicia, y
los tres más otro
fenecieron
acribillados ante la última verdad,
y te amo allí
anarquista iluminando a los libres.
Se exterminan los
sueños en el Portiño
como la niebla sin
luces hacia los fondos.
Los cuerpos
estrellados contra las rocas
en mares con resaca
son rubíes.
La delación
bivalva, la caza del crustáceo,
la tortura de la
rata, la condena de la gaviota.
Percebes de los
abismos en vanguardia,
mariscos
proletarios en la gran nasa.
Del mono de los
obreros ahogados
destiñó el azul del
mar contra los cantiles.
Marineros sin
chalanas ni botes,
pescadores sin
pesqueros de esperanza.
Luego fusilamientos
de las algas y las lapas,
sardinas empacadas
en latas comunes.
Allí la
supervivencia era solamente
llegar a la taberna
de Chinta Canosa,
en la Moura , hasta beber la
muerte.
Les cerraron la puerta
de los océanos,
pero abrieron el
Portiño a la libertad.
Redada al pie del
premonitorio Matadero:
asalto a tiros
infiltrándose por las espirales
sinuosas de la
delación en las sombras.
Al fin torturados,
paseados, fusilados,
Brazo y Cerebro,
Espartaco, Nervio,
Sin Dios ni Patria,
Ni Dios ni Fronteras,
portugueses del
grupo Inadaptables,
Germinal, Ideal,
Intransigentes,
CNT, FAI, ninguno
de ellos creería nunca
que Durruti había
muerto ya en el Ritz.
Así se perecía en la Coruña libertaria
desde 1936, fecha
del último Medulio.
Porque no nos dejan
cruzar la calle real
cruzaremos la
ciudad imaginada.
Pilar Fernández
Seijas, metalúrgica,
alambrera en la Empresa Vasco-Galaica
y quemada con tres
más cual brasa viva
en una cabaña con
tierra por pared
y techo de retama
en Cea enramada,
y te amo anarquista
y arde Arousa.
Porque no nos dejan
cruzar el campo raso
cruzaremos los
montes más en cumbre.
Josefa Barreiro de
Trabanca, madre humilde,
limpiaba casas,
laboraba la humilde tierra madre
en Badiña de
Carril, ocultaba a un anarquista
en su mínima
moradita inmensa
como campo comunal,
y fue martirizada,
y te amo anarquista
y a tu huérfana estirpe.
Porque no nos dejan
cruzar libres la Tierra
cruzaremos
libérrimos la Luna.
Carolina Regueiras,
veinticuatro años,
natural de Bóveda
de Amoeiro,
mujer de un
libertario y enamorada,
supliciada en Ponte
Irixa por la bestia
y tirada en
Tamallancos por la estrada
y te amo anarquista
hasta la cuneta.
Porque no nos dejan
cruzar con su horror
cruzaremos
solamente con amores.
María Becerra
Laíño, estaño solidario,
ocultó en su vivienda
de Marselle
a un minero
anarquista de Lousame
y fue asesinada
como la luz del carburo,
testigo del contrabando
y del volframio,
y te amo anarquista
mineral en bruto.
Porque no nos dejan
cruzar las minas
cruzaremos las
estrellas.
Dolores Blanco Montes,
mal paseada,
la voz de las
conserveras y atadoras del Morrazo,
vindicadora de
Aldán, de Cangas y de Hío,
herida en el
suplicio y huida por los montes
con un hijo
asesinado, otro en exilio,
y te amo en la
cárcel donde anarquista sufres.
Porque no nos dejan
cruzar las carreteras
cruzaremos en Mogor
los laberintos.
Nos ocultaron a las
mujeres más libres
y, no obstante, lo habían
sido hasta el fin.
Dicen que algunas
murieron por amor
a los anarquistas
que escondían,
lo que es morir
también mujer y ácrata.
Las borraron de la
historia y pese a todo
setenta años
después hay quien las ama.
Sardinas para ellas
y una libra de cerezas
rojas como su
primavera libertaria
y para siempre te
amo anarquista o nada.
(De Ámote vermella, Vigo,
Xerais, 2009)
Claudio Rodríguez Fer. Anarquista o nada. Ed. Amargord, 2016
Composición pictorica de Matilde Granado Belvis
Ahora que se mueren esas utopías
ResponderEliminarde mercaderes de planetas
y solo queda la Tierra
dispuesta para el agua y la semilla.
Son poemas inmensos. Estoy impresionado totalmente. Es la poesía como un arma. ¡Genial!
ResponderEliminarEl mayor antodito contra todo prognostico, la desobediencia civil. Mi gusta tu estilo de escribir. Salud
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