Naceunos
unha antena, un tótem descomunal
en
cada outeiro, en cada costela cartografada,
un
sistema nervioso de garitas,
unha
cordilleira de ameazas,
un
compendio de estalagmitas,
baluartes
formando un asedio.
Non
estaban cando fixemos as preguntas,
pero
de súpeto acordamos dunha transición
e
aí estaban as ondas
atravesándonos
coma un sismo,
vendéndonos
o dereito á información,
o
arrecendo das mordazas,
matizándonos
nas peles a gama cromática dos negróns,
unha
clase maxistral sobre como anoarmos os bozos
sen
deixarnos levar pola indignación.
Agora
temos hercios, vatios, amperios e imperios
coagulándonos
as searas,
facendo
da veciñanza un valado de alta tensión,
unha
advertencia de perigo de morte,
un
convite á desconfianza.
Xa
non hai muiñada sen parte meteorolóxico,
orgasmo
sen previo aviso,
frechazo
sen campo de tiro.
Convertestes
cada penedo nun panóptico,
sulfatástesnos
o padal no tempo da colleita,
provocástesnos
incendios na lingua.
Pero
nós herdamos luvas de liño,
arados
de ferro e dentes afiados
cos
que abrirmos novos camiños,
e
temos nas coxas un baile de san Vito,
un
tangaraño no corpo que debería preocuparvos,
porque
imos parir unha revolución entre o millo,
ímosvos
mover todos, todos os marcos!
Antena panóptica
Nos
nació una antena, un tótem descomunal
en cada colina, en cada costilla cartografiada,
un sistema nervioso de garitas,
una cordillera de amenazas,
un compendio de estalagmitas,
baluartes formando un asedio.
No estaban cuando hicimos las preguntas,
pero de pronto despertamos de una transición
y ahí estaban las ondas
atravesándonos como un seísmo,
vendiéndonos el derecho a la información,
el perfume de las mordazas,
matizándonos en las pieles la gama cromática de los cardenales,
una clase magistral sobre cómo atarnos los bozales
sin dejarnos llevar por la indignación.
Ahora tenemos hercios, vatios, amperios e imperios
coagulándonos los sembrados,
haciendo del vecindario una valla de alta tensión,
una advertencia de peligro de muerte,
una invitación a la desconfianza.
Ya no hay molienda sin parte meteorológico,
orgasmo sin previo aviso,
flechazo sin campo de tiro.
Habéis convertido cada peña en un panóptico,
nos habéis sulfatado el paladar en el tiempo de la cosecha,
nos habéis provocado incendios en la lengua.
Pero nosotros heredamos guantes de lino,
arados de hierro y dientes afilados
con los que abrir nuevos caminos,
y tenemos en los muslos un baile de san Vito,
un tangaraño en el cuerpo que debería preocuparos,
porque vamos a parir una revolución entre el maíz,
vamos a moveros todos, todos los marcos!
en cada colina, en cada costilla cartografiada,
un sistema nervioso de garitas,
una cordillera de amenazas,
un compendio de estalagmitas,
baluartes formando un asedio.
No estaban cuando hicimos las preguntas,
pero de pronto despertamos de una transición
y ahí estaban las ondas
atravesándonos como un seísmo,
vendiéndonos el derecho a la información,
el perfume de las mordazas,
matizándonos en las pieles la gama cromática de los cardenales,
una clase magistral sobre cómo atarnos los bozales
sin dejarnos llevar por la indignación.
Ahora tenemos hercios, vatios, amperios e imperios
coagulándonos los sembrados,
haciendo del vecindario una valla de alta tensión,
una advertencia de peligro de muerte,
una invitación a la desconfianza.
Ya no hay molienda sin parte meteorológico,
orgasmo sin previo aviso,
flechazo sin campo de tiro.
Habéis convertido cada peña en un panóptico,
nos habéis sulfatado el paladar en el tiempo de la cosecha,
nos habéis provocado incendios en la lengua.
Pero nosotros heredamos guantes de lino,
arados de hierro y dientes afilados
con los que abrir nuevos caminos,
y tenemos en los muslos un baile de san Vito,
un tangaraño en el cuerpo que debería preocuparos,
porque vamos a parir una revolución entre el maíz,
vamos a moveros todos, todos los marcos!
Carlos Da Aira
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