documentos de pensamiento radical

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viernes, 12 de noviembre de 2021

UNA EDUCACIÓN (fragmentos V)



 

—Es que patria es un término comodín, se usa a conveniencia. —Pues es muy serio morir por ella, en todos los países del mundo esa muerte es la que más se admira.

Así funciona el mundo, con creencias de quita y pon. Porque morir por la patria es una contingencia. ¿Se dice así?

—Si te refieres, como creo, a contingencia geográfica, lo es. Patria va unido a nacer en un sitio y no en otro, no tiene mérito.

—Por eso. Entonces ahora dime... ¿en el siglo XVII morir un cubano defendiendo Cuba de barcos ingleses, franceses o piratas no era morir por su patria, que era España? —Lo era.

—¿Y luego en 1898 matar un cubano a un soldado llegado de España no era luchar por su patria?

—Pues sí, y tendrán héroes.

—Pues esto es lo que hace de patria un concepto muy relativo. Y morir en 1200 un musulmán defendiendo Toledo de ataques de Castilla era morir por su patria Al-Andalus, que es precisamente donde ahora estamos. Y morir por Toledo, o por defender la iglesia de su abuelo dónde estuviera conquistada a los musulmanes, era morir por la patria, que sería Castilla o León o Aragón. Y morir un leonés en una de sus muchas guerras con Castilla era morir por su patria, y al revés. ¿Y morir en Rocroy a manos de franceses y mandados por un portugués no era morir por España?

—Mejor lo dejamos.

—Mejor. Patria es un concepto vaporoso, a veces olor a perfume de rosas, a veces a vapor de coles. Dime quién luchaba por su patria hace 15 años, en eso que llaman Guerra de Liberación.

—Guerra Civil. Los dos decían luchar por su patria.

—Pues explícame la adivinanza.

—Dejemos el rollo, que me estoy mareando.

—Lo de patria me suena a sorteo de quintos: te puede tocar morir defendiendo Cuba o las Filipinas, o ahora pegar tiros en Rusia o hacer carreras en el Titán.

—Estoy harto de decirlo: antes de la guerra papá tuvo tentaciones de irse a Portugal, y una oferta muy seria de los ingleses del taller para irse a trabajar a Manchester o Liberpool o por ahí, que ya se olían los ingleses que iban a necesitar buenos mecánicos.Tú pudiste, cuando ya ellos chapurrearían portugués o inglés, nacer en otro país. Entonces dime: ¿dónde nace ese orgullo de patria? Habrías nacido en país diferente y estudiado una Historia en la que España era el enemigo, Aljubarrota, la Armada Invencible, Trafalgar...

—Estoy orgulloso de ser...

—Eso, lo que sea...

—Pues mira, te cuento el lío en el que vivo. A mí me parece que la tierra de Huelva alimenta en mí raíces invisibles, y la tierra de España también, y que esas raíces me harían defenderla de invasores, aunque fueran los portugueses, pero creo que eso es una gran alucinación, porque si ahora España y Portugal se unieran en una república para llamarse Iberia, por ejemplo, yo defendería Lisboa o Faro de ataques enemigos, y si de Despeñaperros para arriba ese socarral se independizara y Andalucía no, y hubiera guerras, yo lucharía por Huelva contra castellanos del norte, así que te pregunto qué es la patria. Y si Huelva deseara independizarse de una parte de esa España yo estaría luchando aquí, disparando a los invasores españoles que irían subiendo por el cabezo de la uña de león, y sin embargo me parece a mí que todo razonamiento sobre el concepto de patria tiene prejuicios y fallos, porque resulta que yo también siento que París es hermoso y también Innisfree, y el Sáhara, y los desiertos de Ford y de Mann, y en los cuentos de Akutagawa me reconozco, y lloro de emoción con música de Vivaldi, y Van Gogh, que no creo que supiera dónde está Huelva, me emociona, y lo mismo un tipo llamado Eduard Hopper, y me gustaría luchar contra los blancos y al lado de los negros en Sudáfrica o en Mississipi, y creo que debe de ser maravilloso ir de la mano de una islandesa viendo géiseres, y me gustaría llegar a tiempo dando garrotazos cuando en Etiopía estén practicando la ablación a una niña, y aunque no soporto los fados me creo más hermano de un portugués que del obispo de esta ciudad, y no advierto ser diferente a casi nadie en el planeta, aunque alguno coma lagartos crudos o grillos fritos y me pueda hacer vomitar... Para lo del sentido de patria estoy muy verde. Ese zumo ex- traído exclusivamente de la fruta de mi huerto no me sabe ni mejor ni peor que otro.

—Pero para demostrarte que eso no es cierto me gustaría ver qué hacías si tu casa y la de todos los españoles fuese atacada por una invasión de zulúes, o de almorávides hablando bereber como en el siglo XI.

—Ya lo he dicho, me defendería igual que si fuera atacada por la invasión de moros del Ejército Regular mandados por generales derrotados en la guerra de Marruecos o por aviones alemanes o italianos hace 15 años, o por una horda de pueblerinos analfabetos exaltados con cruces y escapularios o al revés, quemando iglesias y desnudando monjas. La palabra patria como ves no tiene aquí ningún significado.

—Pero decir orgullo por la patria significa orgullo por nuestra historia.

—Orgullo por creer lo que te cuentan. Hemos inventado la palabra Reconquista, de los musulmanes, que es una gran mentira de sólo mirarnos el ombligo, porque Portugal era España, y bien que lo dice Camoens, y era más bien del Reino de León, y no usamos la palabra Invasión, de los cartagineses o romanos o godos. Colonizamos América, Filipinas y todo el medio mundo que pudimos a golpe de crucifijo y obediencia a lo acordado en el Concilio de Trento, pillando de paso todo cuanto vimos que tenía valor, que era oro o plata, para pagar salarios y soldadas con las que morir aquí en Europa por la doctrina de la Contrarreforma. No participamos en la Ilustración porque era contraria al ideal católico. Vimos como repulsiva monstruosidad lejana el revulsivo social, religioso y cultural de una Revolución que modernizó el mundo. La morralla madrileña gritaba “¡vivan las caenas!” cuando tenían por rey al más miserable, recuerda. Nos dejamos gobernar por los monarcas más bobos y genéticamente más degenerados que ha tenido país alguno, extranjeros llamados Habsburgos o Borbones con tanta sangre española como yo la tengo de borgoñones o auverneses. Hemos visto aplastadas bajo las botas militares de nuestros propios soldados pagados con nuestro propio dinero hasta las más modestas pretensiones de avance civilizado... ¿Qué significado tienen amar a España, el todo por la Patria y el orgullo nacional, dar la vida porque España sea el cortijo de una familia?

—Un poeta que no acaba de llenarme llamado Rilke dijo que la única patria que tiene el hombre es la infancia.

—Si me das tiempo a que lo medite bien igual lo acepto.

—Todo lo que diga un poeta es perfectamente aceptable sin tenerlo que meditar.

—Pues T.S. Elliot dice que España es un miserable nido de salvajes.

—Eso lo dirá por nuestro catolicismo exagerado, sin esa credulidad España sería primera potencia, y algún país de Hispanoamérica también.

—Pues haces que cuando oigo España vea borroso.

—No es culpa mía, en España siempre estamos peleándonos unos con otros, ayer una guerra, antes de eso una guerra carlista, luego otra, después otra, antes más enfados... Siempre peleas de vecinos.

—De hermanos.

—Eso quiere decir que el futuro va a ser igual.

—Pues sería triste, pero no veo por qué.

—De acuerdo, pero un país que surge una y otra vez de guerras

de odios entre gentes encerradas en la misma península, que en realidad es isla, o con la misma idea fija impuesta, no conseguirá nunca cambiar, porque ese odio, aunque sólo se convierta en desprecio al otro, prosigue de padres a hijos como una maldición bíblica. Además, España no existe, puede que el Reino Unido sean tres o cuatro trozos unidos, pero la dictadura, reino o república llamada España son todavía más trozos, y ninguno de ellos ama al vecino.

—A garrotazos los de Arriba y los de Abajo.

—Eso digo.

—Pues he leído en la prensa como destacado orgullo que algunos

extranjeros se sienten realmente españoles, emigrados de niño. O sea, que estando lejos parece que sí hay nostalgia.

—Puede que sea verdad, pero para esos hombres, o mujeres, ojo, la patria no puede ser España, país que no les interesa mucho. Su patria será ahora otra.

—Y si España presume de esa creencia falsa, ¿qué?

—Que eso es prueba de la miseria creativa en la que vivimos, a muchos tontos les haría felices que esos hombres o mujeres, si ahora son personas notables o inventores, hubiesen nacido aquí, como gran mérito de este bello secarral que nada habría hecho por él. Es que podemos presumir de poquísima gente. Se nos escapó buscando libertad Picasso, que no creo que vuelva en su vida, pero al citarlo siempre presumimos de que es español.

—Me rindo por falta de pruebas, todo lo que dices no es más que una versión diferente. Y encima saliste con la guerra de papá, harás que me dé sueño y no tenga ganas de estar aquí oyendo grillos y ha- blando conmigo mismo.

—Nada de sueño, he de esperar a que lleguen los feriantes, es muy divertido oírlos quejarse luego del cansancio. Además, estar solo fortalece.

— Me vienen como chispitas cerebrales de vez en cuando, eso también me recuerda a alguien.

—Y a mí, de Nietzsche quizá, el del caballo.

—A ti te ocurre algo muy pernicioso y que ya no tiene remedio ni cura.

—Lo sé, que he estudiado muy poco.

—No lo veo yo así, la tortura de tener que defender tu beca a base de notas mínimas de 7 no te permite decir que no te esforzaste. —No he dicho que no me esforcé, he dicho que estudié muy poco.

—Pero eso lo dice tu padre, tú no puedes. En todo caso di que te daba vergüenza ser descubierto estudiando. Naciste con la maldición del trabajo como castigo divino, una chapuza judía, y estudiar en silencio como bicho raro que eras, porque nadie a tu alrededor estudiaba, te parecía ser propio de un vago leyendo libros sentadito caliente junto a una mesa mientras tu madre y tu padre no descansaban nunca haciendo trabajos físicos ruidosos. Tú estudiaste avergonzado, reconócelo de una vez. Asocias el ruido con la acción y el silencio con la vagancia.

—¿No confundes trabajo con sudor?

—Sabías que lo iba a decir, pero el que suda por trabajos físicos no sabe nada del esfuerzo de quien estudia, ni de esa angustia diferente.

—Olvidas que mi educación ha sido mixta de campesino manso y de cazador agresivo. Los pueblos campesinos que comen verduras son todos pobres y sumisos, los pueblos cazadores que matan y comen carne son dominantes. Pero limpiarse el sudor orgulloso de haber conseguido encajar milimétricamente una pieza dentro de otra es un placer enorme. No camines por ese sendero. Yo he cazado, matado, desplumado, desventrado, orgulloso de hacerlo, y he cavado huertos y me he llenado la espalda de picores del tamo de las eras en la trilla, conozco la alegría posterior de campesinos y cazadores. Estudiar no sé qué es realmente. Yo no he estudiado en mi vida, sólo he leído, labor que no puede hacer el que trilla.

        —Yo sé cómo pica la espalda, y cómo te sientes mareado de tanto dar vueltas al sol.

         —¿Y del  placer de beber agua de un botijo estando sediento qué me dices?

         —Placer de dioses.

         —Superior a estudiar, porque cuando estudias no sientes la emoción del descubrimiento de cómo se cometió el crimen en la habitación cerrada. Que Mendeléjev creó la tabla periódica o que estudió las disoluciones acuosas según el peso específico no te transportan a emoción alguna. No lo sabías y ahora lo sabes, has rellenado unos espacios vacíos de tu biblioteca cerebral, eso es todo, igual te sirve para mañana. Lo mismo ocurre si estudias en un libro, no por aclaraciones de funcionarios de Educación, la dispersión del latín en lenguas nuevas. Tampoco es trabajo alguno ni te hace botar de alegría entender que Trajano o Adriano nacieron ahí al lado. ¿No lo sabías? Ya lo sabes. Estudiar no es emocionante, hacer funcionar un motor sí, y ya el colmo de la felicidad es saber fabricarlo.

         —Pero a ti te agrada buscar soluciones a problemas, eso sí es como encajar piezas o cazar tigres.

         —Pero eso es porque solucionar un problema es hacer avanzar un pequeño pasito más al homo erectus. La pequeñez de inventar el tornillo, por ejemplo. Enrollas un plano inclinado en un pequeño cilindro, y toda la especie bípeda da otro paso de gigante. O más sencillo aún, afilar el borde de una lámina de hierro, invento extraordinario. Encajar la ley de gravedad en otra fórmula, más explicativa de cómo es lo que es, sería muchísimo más ambicioso.

         —Eso último a ti te está vedado porque te falta muchísima instrucción, una tonelada de conocimientos.

         —Eso quise decirte, porque eso sería algo grandioso aún no existente y para lo que yo no he sido ni educado ni invitado a valorarlo,  me respondes como un loro.

         —La meditación es como hablar con un loro, las imágenes de los espejos no dan nunca respuestas nuevas.

         —Mejor lo dejamos, así que calla, que me entran ganas de irme a una guerra. Seamos pacíficos campesinos tras la cosecha. Mira ese cielo negro y localízame la Cabellera de Berenice.

         —Dime antes quién es Berenice.

         —Ahí descubres mis infinitas limitaciones. Dicen que dicen que era esposa de un guerrero que ofreció a los dioses su cabellera a cambio de la vida de su esposo.

         —La mata de pelo más valiosa del mundo.

         —Encima rubia, como la de mi madre y sus hermanas y hermanos.

         —Y de la mía.

         —Ibas a decir más.

         —Sí, y la de mi abuela.

         —Vale. ¿Pero qué estás viendo? Algo que ya no existe. A saber cuántos millones de años hace que salió esa luz que ahora vemos.

         —Mide mejor otras distancias más cercanas. No sé si has pensado alguna vez en la cantidad de muertos por la patria, rubios o no, que tenemos en la familia. Por la Patria en Cuba, por la Patria en Marruecos, por la Patria defendiendo la República, y el profe de Historia me dijo que hubo un Barrancas en la Santa María, que espero que no se quedara allí y ahora sea uno de los bobos que dicen que fuimos a robar. Todo eso lo hicieron, supongo, también por la patria.

         —Y todos pobres, más o menos, quiero decir, y todos los que yo conozco de la rama materna, pero todo el mundo nos llama por el apellido paterno, por un machismo paternalista absurdo. Y no conozco a ninguno con este apellido que haya hecho algo interesante.

         —Absurdo no, quizá tridentino, de cuando hubo que elegir entre dos dioses y España, como siempre, apostó al perdedor y aceptó sus reglas. Entonces se decidió lo de los apellidos.

         —Para poner orden.

         —Para controlar.

         —Pues por lo que dijiste al principio tú te sientes español.

         —Sí, total.

         —Son cinco palabras las últimas, o seis, que observadas aisladas indican un orgullo de granito, una alegría como de dar gracias a Dios por ser vos quien sois y de dónde sois.

         —Imagina entonces que naciste en un tipi de los indios dakotas y hablas dakota sioux y yo aparezco a caballo y digo que soy español.

         —Para el dakota es como si fueras selenita.

         —Querrás decir que no eres, simplemente. Puedes ser un dios de visita o una exquita barbacoa, ser español, o dakota, o inglés, o filipino, no significa absolutamente nada, es entre todas las cualidades que te definen la que ocupa un último lugar casi insignificante. Muchísimo antes de ser español o dakota eres terrícola, mamífero, bípedo, humano, masculino, caminante… lo de español o inglés es ya una característica muy secundaria, como decir de un cerdo que nació en un camión y además tiene un lunar en el culo, o que la guarra de su madre era portuguesa. ¿A qué carnicero importa eso?

         —Y lo  importante es que hay infinitos terrícolas, muchísimos mamíferos, bastantes bípedos, muchos humanos… Lo de español va importando cada vez menos como lo defines tú.

         —Lo defines tú.

         —Eso digo, tú yo.

Pero se es español hasta la muerte, aunque te llames Blanco White.

—O Max Aub.

—Yo a ese no lo llamaría apátrida sino todo lo contrario, pero no conozco el antónimo correcto.

—O Juan Ramón Jiménez, que es de aquí.

—Este me da menos que pensar.

—La cosa es que España es un desastre permanente. Nos parecemos mucho a la vicetiple anciana, decrépita y arrugada que en su vejez ya con pañales concede entrevistas mostrando fotos de su belleza a los veinte años y de los condes y marqueses que fueron sus amantes inundándola de perlas y collares. Nuestros veinte años son los tercios, invencibles, o los impresionantes exploradores de las Indias, y nuestro único orgullo militar. Y las guerras contra indios sin pólvora pero quizás con más cultura. Después de eso, si me empiezas a nombrar países con los que nos hemos relacionado, no hallarás ni uno al que hayamos vencido.

—Te pasas dos pueblos o tres. 

—Nombra un país.

—Inglaterra, que se lleva todo nuestro cobre. Pudimos hasta tener un rey allí.

—Nos venció y humilló, hasta el pedrusco de Gibraltar nos quitaron y no hemos sido capaces de recuperarlo.

—Francia, tuvimos prisionero a uno de sus reyes.

—Nos vencieron, nos gobernó un francés, y nos impusieron tras una guerra a uno de su familia boba de los Borbones.

—Portugal fue nuestra.

—Nos ganaron y se independizaron, hasta en las guerras de las sierras nos quitaron tierras mucho más tarde. Pregunta en Encinasola o Aroche por las guerras de La Contienda.

—Estás inaguantable... No citaré Estados Unidos, ya sé por dónde vas a salir, derrota descomunal que dejó patidifuso al país entero.

—Justo, nos quitaron Cuba, Puerto Rico, Filipinas y hasta todas las Marianas, y ahora se está haciendo famosa otra isla nuestra, Guam, y no digo Florida, Tejas, Nuevo México, California, Nevada, Luisiana, Arizona, Colorado, Montana, y ya me canso, hay que citar sólo a primeras potencias cercanas. Recuerda a nuestro tío Andrés.

—Vale, también los moros nos pegaron una paliza de muerte, la mayor de la Historia, Marruecos a esa lista. 

—No te das cuenta de lo importante.

—¿Qué?

—Que nuestros ejércitos sólo vencen cuando guerrean contra nosotros mismos, únicamente, sin excepción, sean castellanos, leoneses, aragoneses, andaluces, carlistas o rojos. 

—Y casi siempre con ayuda exterior.

—Guernica y toda eso, y moros matando por Dios y por España rezando hacia La Meca, vale. Aceptado.

—Ya me has amargado el mes.

—Pues ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en la vida, no te amargues por tan poca cosa.

—No sé si eso fue dicho después de un jerez o de un cariñena.

—De patriotismo en lata.

—Hoy me siento en el país del Conejo Blanco.

         —¿Sabes lo que te digo? Que nos duele el trasero ya, de hablar tanto y estar sentados.

         —Español con dolor en el trasero.

         —Buen título para el que espera.

         —El español espera siempre.

         —Y ya asomó lo realmente importante: dolor.

         —Dolor de culo de español.

         —O de dakota.

         —Exacto. Duelen igual todos los culos humanos.

         —Ya me noto menos descontento de ser español, incluso me está gustando mucho.

         —Hablando como un loro se descubren cosas.

         —Y a todo esto del dolor de culos, todavía no sé qué hacer en la vida.

         —Por lo pronto yo voy a aprovechar que disfruto de beca y voy a estudiar Medicina. Pero no para ejercer, es para saber qué me duele cuando me duele, y por qué. Sobre todo el porqué es muy importante.

         —Vas a sufrir horrores, el amo de la Medicina Española es el Marqués de Villaverde, yerno de Franco bastante chulapón pregonado por Arriba y prensa sabia como el mejor cirujano del mundo, Botella Llusiá dirige la Ginecologia enseñando que la mujer es un ser inferior, López Ibor y Vallejo Nájera consideran la homosexualidad una enfermedad mental curable mediante lobotomias y electrochoques cuyas sesiones te obligarán a observar para aprobar, y empezarás estudiando Anatomía en textos de Rouviére muy atrasados, y a Arturo Duperier, que da la Física aplicada a la Medicina, me dicen que le insultan y arrojan tizas y borradores los del SEU porque era republicano. Si no estudias saliendo del pasado es una carrera superada.

         —No debería consultarte nunca, me desanimas.

         —Es mi carácter.

         —…dijo el escorpión a la rana.

         —Eso lo he oido yo citado por Orson Welles en Mister Arkadin. Así convence mucho.

         —Mira, no me acordaba… Hacer cine me haría feliz.

         —Pues convierte en guión El agujero en la pared.

         —Cuando muera Franco.

         —Franco es inmortal, sólo cambia de aspecto, es el espectro de nuestro Elsinor. 

         —A ver si tienes respuesta para esta adivinanza: “¿Por qué España jamás ha sido gobernada por una persona digna de admiración por su sabiduría sino por haber ganado batallas, o ser hijo de alguien, o ser ambicioso, o especulador, o cruel, o religioso, o imitador de otros?”

         —Será porque cada país tiene los gobernantes que se merece.

         —Respuesta vulgar y facilona.

         —Será esa la causa de que una primerísima potencia mundial caiga en picado a velocidad supersónica a partir de sus gobernantes y desde el bisabuelo, el abuelo, el padre, el hijo, el nieto… hasta ser un país pobrísimo e innecesario.

         —Será. Pero hay casos en los que ocurrió al revés.

         —El Vaticano. O la Iglesia Católica. A más jefes elegidos por su inmediata utilidad, más poder.

         —Espiritual.

         —Con inmenso poder material y mucho resplandor dorado.

  Tu imaginación es un potro desbocado.

  La tuya una tormenta de rayos.

  Me está picando la entrepierna al hablar de Papas,

al hablarme de papas me vienen a la memoria los grandes folladores, y algunos españoles, como los Borja, familia maravillosa.

         —Lo cual no impide su condición de embajadores plenipotenciarios de Dios en la Tierra.

         —Por supuesto, ni su santidad, eso es lo que hace humanos y atractivos a algunos. Aunque ha habido santos tontos y listos. Mi favorito entre los papas es el Borja, y de sus santos listos y pillos es san Agustín. Señor, dame castidad y continencia, pero no ahora. Es genial.

  Pues en este momento solitario olvida a ése y

piensa en algo absurdo, verás como se volatilizan las tentaciones de inmediato.

  Mi mano, viene a cuento, si te fijas es algo raro de

verdad.

  ¿Por qué mi mano?

  Fíjate bien, concéntrate y se te irán las malas

ideas.Tienes la mano por casi la mitad de tu poder como ser humano. Un miembro largo de un metro que termina en cinco tentáculos feísimos. Supón que acabas de aterrizar procedente de Alfa Centauri, donde todo se succiona. No podías imaginar monstruos más raros con extremidades tan estrambóticas.

         —Ahora que lo dices, es verdad.

         —¿Sabes lo que escriben esos psiquiatras que antes cité del pecado horrendo, y feo estéticamente, de la masturbación, la única existente según su cacumen, la masculina, claro? Que la mano es a veces pecaminosa y artificiosamente utilizada exclusivamente como instrumento y que no hay nada tan desagradable de imaginar como “la caricia intencionada de la mano”, texto impreso por una lumbrera de la Psiquiatría. Caricia en la parte que supones, lógicamente.

         —¿Los psiquiatras no deberían tener prohibido salir de los manicomios?

         —No he leído mucho sobre esa legislación.

         —Hablando de legislaciones… ¿El 3 de agosto será fiesta nacional en alguna parte de América?

         —No creo. El 12 de octubre, día de la llegada, sí. Es Fiesta de la Raza.

         —¿De qué raza?

         —Ni idea.

         —Pues se llama así.

         —Pero Hispanoamérica es país de mestizos, y de muchas razas, lo cual yo tengo como obra orgullosa de eso

que antes llamábamos hacer patria. Los ingleses o sus  descendientes no dejaron vivo a un indio en la America que pisaron, los españoles nos unimos a ellos.

         —Nos fusionamos.

         —Suena a química, pero vale. La cosa es que ahora los salvajes crueles que lo hicimos mal fuimos los españoles. Por eso los textos de Ética me parecen pura palabrería para que se apolille en el estante inalcanzable.

         —No te puedo responder a eso, sólo decirte que lo que llamas Hispanoamérica es el país más rico del mundo y el más lleno de pobres, mendigos, muertos de hambre, analfabetos, ignorantes, malos gobernantes, sinvergüenzas, corruptos, miedosos, sojuzgados por otros, supersticiosos y beatos.

         —Miedo me das.

         —Tienen de todo, absolutamente de todo, y quitando un puñado de dictadores y otro puñado de millonarios que les explotan a la sombra, el resto vive en la más pura miseria económica y cultural, quitando el maravilloso  centenar que hay que quitar como excepción de todo.

         —Pues los vecinos de arriba son los países más ricos, poderosos y temidos del mundo.

         —No digo nada, que pareceré antipatriota total.

         —Ya salió otra vez.

         —¿Qué?

         —La patria.

         —Callado estoy más guapo, sólo diré que a esos países mugrientos los gobiernan nuestros nietos de sangre.

         —Terrible lo que quieres decir.

         —Tú sabrás.

         —Pues sería curioso hallar una fecha de la Historia que pusiera inicio a esa paralización de la forma creativa de vivir.

         —¿De crear?

         —De crear.

         —Yo tengo dos, una 1492 y décadas posteriores, cuando llegan para gobernarnos los Habsburgos coleccionistas de reliquias, degenerados genéticamente cada vez más de tanto casarse entre ellos, y otra más o menos por 1550 o por ahí, cuando toda la Europa fuerte se reúne en Trento, mal comienzo, porque era la ciudad de la Santísima Trinidad, y tienen que elegir entre dos dioses, uno macabro y figurinista que impedía la libertad individual y obligaba al obedece o tentetieso y otro que permitía pensar, inventar y creer en él al modo que cada cuál prefiriese, y España con su inmenso Imperio eligió al dios torpe dictatorial. De ahí en adelante, a perder, a perder y a perder. Y a perder todos los de educación hispánica, desde España a Guatemala, y los demás a ganar, a ganar, a ganar, desde Inglaterra, Holanda, Bélgica y no sigo, o si quieres que siga, sus colonias independizadas, compara Estados Unidos o Australia o Nueva Zelanda con lo que son la República Dominicana, o Bolivia, o México el pierde tierras.

         —¿Tú crees que nuestro apellido tendrá origen judío?

         —Ni idea.

         —Soy yo el que no tiene ni idea de estas cosas. Tú podrías opinar.

         —Nos estamos volviendo esquizofrénicos. Yo soy tú.

         —Al revés. A mí déjame en paz.

         —Muchos judíos, con la beata meapilas de la reina Isabel, se pusieron apellidos santurrones para aparentar que eran conversos.

         —Pues igual sí, Isaac.

         —Me cae fatal.

         —¿Quién?

         —La Isabel esa. El mismo día que firmaba la expulsión de judíos autorizaba la llegada de gitanos. Otra visión de futuro inspirada por brazos incorruptos y figuritas de santos.

         —No te metas con esa reina, que ha sido el único gobernante con visión de futuro que ha tenido este país, repasa los textos de Historia del Bachillerato, donde la ponen por las nubes.

         —Vale, acepto que luego sus descendientes fueron casi subnormales.

         —Lo de casi está bien.

         —Dicen que puso fin a esa chorrada de cerca de quince o veinte generaciones llamada Reconquista, ¿no?

         —Más o menos.

         —Pues quedó incompleta. Supo que España con sus problemas no acababa en las costas de Granada y que debíamos proseguir la Reconquista saltando el estrecho, es lo mismo conquistar Granada, perteneciente a los mahometanos, que la siguiente tierra de moros, el estrecho tenía que ser totalmente nuestro, es peligrosísimo.

—No sé dónde dice eso.

—En su testamento, se estaba muriendo y lo comprendía, “que no cesen en la conquista de África”. Lo veía bien claro. Era combatir contra la misma gente, no había diferencia.

—Por el Sur nos han entrado todos los desastres, es verdad… el Norte es nuestra muralla china.

         —Y no nos estamos volviendo racistas, aunque lo de ver géiseres de la mano de una islandesa no concuerda con esto. Has usado la palabra gitanos cargada de negativismo.

         —Tienes razón. Es que Isabel odiaba a los judíos, pero eso era normal en toda Europa en ese siglo. Yo he dicho eso porque siempre que me he peleado con alguien y tengo yo la razón ha sido con gitano. Retiro el plural.

         —¿Peleas por qué? ¿Y por qué crees tener razón tú?

         —Porque si eres víctima de violencia la culpa nunca es tuya. Me roban limones pero haciendo gran destrozo de ramas y flores. Roban la jaula con el jilguero saltando la valla de esta casa, y al perseguirles me llaman hijo de puta. Me roban un hato de libros para provocarme y lo arrojan a un charco de agua pisoteándolos. Me rodean diez para burlarse de mi corbata y de mi chaqueta… Incluso me han hecho sangre en la nariz dos veces, en peleas.

         —Pero todos los gitanos no son así.

         —Ya retiré el plural.

         —Einstein no es gitano.

         —Si los gitanos roban y Einstein no es gitano, Einstein no roba.

         —Ese silogismo es falso.

         —Claro, y meter tú aquí a Einstein es tonto.

         —Es que es judío.

         —Es judío. ¿Y a qué viene eso?

         —Porque estábamos hablando de judíos y se colaron los gitanos.

         —Y Yehudi Menuhin, también es judío.

         —Ya.

         —Y Gustav Mahler.

         —Vale.

         —Y Carlos Marx.

         —Bien.

         —Y los Hermanos Marx.

         —¡Y también dos huevos duros!

             —Y Lubitsch.

         —Y sus puertas, venga abrir y cerrar puertas.

         —Y Freud.

         —¡Miau!

         —Y Stephan Zweig.

         —¡Vaya! Se suicidó para no soportar este mundo, y su mujer le acompañó. ¿Es eso amor o miedo?

         —Y Kafka.

         —Sin olvidar a Max Brod.

         —Y Proust.

         —Pues su obra huele a meados del orinal bajo la cama.

         —Y el  mejor de todos.

         —No sé quién es, será Jesús.

         —Jesús no pensaba, sólo creía. Mejor Baruch Spinoza.

         —Nos dejó pasmados ese, es verdad.

         —Benito Espinosa de los Monteros, ese no hubiera huido de España o Portugal si no hubiera habido beaterío.

         —Ni sería Spinoza, sería sacristán o mozo de mulas.

         —Seguro. ¡Y ya saliste otra vez con la patria sin ni siquiera nombrarla!

         —¡O con qué es la patria!

         —España tiene mal futuro.

         —Al revés, todo tiene que ir a mucho mejor.

         —Pero fíjate en la educación.

         —¿Qué le ocurre? Digo buen futuro por eso precisamente.

         —Te estás durmiendo, no carburas. Si los que han de educar a los niños futuros somos nosotros la cosa va fatal. No hemos aprendido nada nuevo sino orgullo de ser lo poco que somos o de haber sido algo. La bola sigue. Los que vienen  aprenderán las cosas viejas que sabemos nosotros, se van a perder generaciones, nosotros no vamos a crear una generación de pensadores sino de pazguatos. Hemos recibido una educación obligada a creer y no a pensar, que es dudar, y en realidad no sabemos nada y nada podemos enseñar. El siglo que viene, en España, será otro siglo perdido, sin ingenio ni inventiva, otro siglo de copiones e imitadores, siempre mirando qué hacen los vecinos, apuéstate lo que quieras.

         —No había caído.

         —Tendremos que hacer un esfuerzo terrible, pero a ver quién es el guapo que convence a quienes gobiernen que un país que inventa y crea no es porque sea rico, sino que es rico porque antes ha invertido mucho en formar, educar y dejar pensar.

         —Me parece que si tenemos que formar nosotros a los que vienen, siendo nosotros sus maestros, vamos a tener que reestudiarlo todo de nuevo, dándole media vuelta a muchas cosas.

         —Sí, habrá que conseguir pasaporte, salir fuera, comprar libros prohibidos y poderse mantener a uno mismo.

         —Un brindis por los libreros, héroes de verdad.

         —Por tu culpa me van a fusilar, igual nos están oyendo.

         —O suicidar. Si es por mi culpa y tú caes yo me he suicidado.

         —El suicidio es lo único medio divino que se dejó Dios olvidado en el barro al hacerse el autorretrato.

         —Debería ser obligatorio por ley, si no un día no cabremos en la bola.

         —Entonces ya no será divino.

         —Dime un suicida que te caiga bien.

         —Mi padre.

         —Papá no se ha suicidado.

         —Para mí sí. Mejor dime cuántos hijos podría teóricamente tener una mujer, o cuántos partos.

         —Pues suponiendo de los 14 a los 45 años… a lo bruto… unos 40.

         —Vale como ciencia-ficción… ¿Y un hombre?

  Pues en plan matemático… suponiendo tirando

por muy bajo dos eyaculaciones semanales desde los 14 años, hasta los 80…, y cada eyaculación con 300 millones de espermatozoides… me sale una monstruosidad, billones.

         —No, pregunto como realmente posible, iguala cada eyaculación con mujer diferente.

         —Ni idea, seis mil o siete mil.

         —Vale, dejemos a los aún niños o adolescentes… Nos quedan tresmil. Suficientes para dar un golpe de estado. Un solo hombre con voluntaria colaboración de mujeres es capaz de crear un ejército.

         —Olvidas que hay dos sexos, la mitad son mujeres, quedan mil quinientos.

         —No, no quito ni uno, las mujeres en este golpe de estado valen igual que los hombres, tresmil, que para eso han aceptado colaborar. Son mujeres, no muñecas de la Sección Femenina, mujeres normales luchadoras, valientes y con ideas originales que a un hombre ni se le ocurren. Un ejército mitad y mitad hombres y mujeres vale el doble, hasta en valentía. No tienes ni idea de la cantidad de ideas originales que iban a surgir.

         —Vale, ya tienes tu ejército de hijos. ¿Primera orden?

         —Dinamitar la Real Academia de la Lengua. Libertad absoluta para hablar y escribir sin normas. Donde dice fusilamiento, que se pueda escribir zanahoria. Y donde democracia, que se use lenguaje que se entienda: el gobierno de la gente del pueblo.

         —Y donde religión, superstición.

         —Demasiado difícil la palabra para españoles de un ejército, se comerían la segunda ese: mejor circo, que todos entienden.

         —Y el ejército ocupa el poder.

         —No, no… Ya no hay poder. Ahora el pueblo, con terribles errores que se irán corrigiendo poco a poco, porque aún es populacho analfabeto, elige a un grupo para que gobierne tras consultarle. Lo primero que se decide, sin embargo, es de modo dictatorial, no hay todavía consulta que valga.

         —¿Y es…?

         —Escolarización obligatoria para todas las edades y

asistencia a clases de comentarios de libros viejos, de todas las ideologías y doctrinas, delante de las iglesias. El que se niegue no tendrá postre. Las clases, en verano, se darán con todos desnudos.

         —Los Diez Mandamientos, abolidos, naturalmente.

         —Por completo. No matar, no robar, forman parte de la cultura que se mamará, puro sentido común. Es tan absurdo y primitivo, propio de simios, prohibir no mates, no robes, que hasta insulta a la inteligencia.

         —Y lo de no fornicar…

  Otro mandato idiota. Se enseñará “sé libre y

respeta la libertad del otro”.

         —Siempre habrá delincuentes…

         —Pues formación intensiva obligatoria. Y si el delito es del tipo de reprobación natural general, por generar abominación, se dará a elegir al delincuente: la aplicación de un Nuevo Código de Hammurabi del Ojo por Ojo con limitación de que sólo le afecte a él o reeducación sin más límite de tiempo que su sobresaliente en exámenes finales.

         —A un adolescente no se le atarán las manos cuando duerme.

         —Se silenciarán los procesos naturales, y si es preciso se educará a aceptarlos.

         —Habrá que cambiar la asignatura de Historia.

         —Se mostrarán versiones, y se debatirán. Las lecciones comenzarán por un “parece ser que…”, o “según se dice en base a tal o cual escrito subjetivo…”.

         —Me gusta la idea, pero habrá que reescribirlo todo.

         —Imagina… Lo más nuevo que aquí tenemos para contar es la Guerra Civil, el relato más sospechoso posible, porque sólo hay una versión.

         —También se podría hacer una pira de libros, en las plazas. Que cada uno se acerque a arrojar un libro, solo uno, al fuego.

         —Yo lo tengo claro: Historia de España.

         —Yo el Discurso del método, ese del Pienso, luego existo o Cogito ergo sum, la mayor tontería que se ha escrito.

         —Prodigioso.

         —¡A ver…! Antes del Pienso existe un Yo significando Ser, Existencia, de modo que la frase ha de traducirse como Yo soy o existo y pienso, y si pienso es que existo, una bobada, porque la afirmación ya presupone mi existencia sin necesidad filosófica de demostrarla. Además, ese yo es exclusivamente presente, no significa nada más, y le sigue luego una conclusión que no necesariamente tiene que ser lógica si inmediatamente de mi afirmación como un yo existente yo dejara de ser o de existir. Todavía más, el Yo anterior al pienso podría ser irreal, ni me muestra existente todavía. Y ya el colmo es que la frase famosa es puro enunciado que da por seguro que va a ser claramente comprensible y que lo comprensible ha de ser verdadero, lo cual es falso. Y si quieres que siga te tengo que decir que la frase implica un grado de cultura, o sea, de aprendizaje previo, que a lo peor es aprendizaje erróneo, y si es erróneo la afirmación anula valor a las tres palabras.

         —Clarísimo para mí, ahora convence a otros.

         —Y en cuanto a reescribir la historia nuestra aquí nos topamos con otra realidad miserable: la cobardía del pueblo. Oyen y leen mentiras día tras día, y ni siquiera se atreven a hacer un chasquido con la lengua. El pueblo, incluso el español, es cobarde por naturaleza.  

         —Completamente falso, lo parece en medio de la desidia impuesta. Son siglos y siglos recibiendo palos. Sé comprensivo. Por eso tanta propaganda con Numancia o Sagunto.

         —Que no eran españoles, eran otras tribus ya  exterminadas.

         —Eso digo.

         —Para mí que los únicos españoles auténticos son los vascos. Iberos o lo que fueran, luchando y luchando retrocediendo ante ejércitos gigantes siempre invadiendo desde el sur, hasta acabar refugiados tras unas montañas inaccesibles.

         —Puede ser.

         —Y si ahora mismo este pueblo llamado español calla muerto de miedo…

         —Tú no te metas, algo habrá hecho.

         —…exacto. Imagina qué habrá de verdad en lo pasado. Vienen los fenicios y se llevan lo que quieren a cambio de trocitos de vidrio rojo. Los griegos, lo mismo. Los cartagineses desembarcan y todos cagados de miedo. Llegan los romanos y todo es conquistado prácticamente en un paseo. Llega la galopada de los godos y todos a cambiar de amos. Desembarcan unos puñados de fanáticos de Alá y le ponen nombres árabes a cada rincón y a cada piedra durante ocho siglos. Y cuando por casualidades, bodas y pactos esto se convierte en primera potencia mundial, una sucesión de ineptos decadentes, cada hijo más degenerado que su padre y más inepto para gobernar sin el consejo de trepadores, lo van perdiendo todo poco a poco y al final hasta nos roban peñascos sin saber ni cómo reaccionar. Los españoles sólo ganan batallas a los españoles, y con ayudas.

         —Si no te das cuenta, ya has vuelto a lo de la patria. Miré los muros de la patria mía

         —Es inevitable.

         —Y lo dices todo con enfado, o sea, con sentimiento. Y por cierto, cuando hiciste aquellos comentarios al de Falange se te olvidaron muchas cosas.

         —Seguro, no era una tesis.

         —Por ejemplo, el famoso Roger de Lauria, el de las victorias y conquistas en el Mediterráneo con Pedro III el Grande.

         —No era español, era italiano.

         —Eso.

         —Otro que tal.

         —He leído esta mañana una frase de Ortega que me ha puesto de mal humor.

         —Ortega y Gasset.

         —El mismo, uno de los pocos pensadores españoles que puedes ver citado aunque sea en dos líneas. Hablaba de uno de mis héroes, Ramón y Cajal, y dice que el caso de Ramón y Cajal es una vergüenza para España en lugar de un orgullo, porque es una excepción.

—Querría decir que tenemos pocos científicos.

—Pocos no, ninguno excepto inventores de sectas cristianas. Científicos o simplemente gente que piense, son la excepción de la regla.

—Lo de sectas no lo entiendo.

—Los judíos creadores del cristianismo lo entenderían. Sólo piensa un poco en qué hemos sido grandes de verdad. Piensa.

—En toreros, que te divierte.

—No seas burro. En inventar órdenes religiosas potentes, dominicos, carmelitas, jesuitas…, y mucho más importante, hemos hecho universal a la Iglesia, gracias a España un continente entero, veintitantos países, o más aún, hacen más poderoso y rico al Vaticano. ¿Y qué premio hemos recibido por ello? Ninguno. España, sólo por eso, tenía que haber hecho fuerza para contar con siete u ocho papas, en lugar de tantos italianos.

—No me veo yo preocupado por eso, tuvimos al mejor y más cachondo de todos.

—Bueno… Era un comentario sensato a estilo pavo real.

         —Es más positivo y deprimente que te des cuenta de  dónde estás sentado.

—Sobre losetas cuadradas, y abajo hay una carretera asfaltada, y ninguna son ideas o inventos españoles.

—Si nos vamos a poner así mejor bajar a la feria.

—¿Por qué estamos aquí? Empieza por donde quieras.

—Porque no hemos ido a las Colombinas, lo acabo de insinuar..

—¡Um...! ¡Qué sencillito!. ¿Y qué hay en las Colombinas?

—Muchas luces.

—Perfecto. ¿Inventó la luz eléctrica un español?

—No.

—Ya estamos en deuda con alguien. Sigamos. ¿Qué más hay allí?

—Coches de tope, escopetas de aire comprimido, hilos de azúcar...

—Correcto. ¿Algo de eso es invento español, o lo tenemos que comprar?

—Todo fruto del “que inventen ellos”

—Maravilloso, no se me había ocurrido. Seamos más ambiciosos... ¿cómo va la gente de barrio al muelle de la feria?

—Andando por no tener un duro, o en autobús o en coche.

—¿Son inventos españoles por casualidad el dinero y lo otro?

—Ni caso. Ni dinero, ni motores, ni neumáticos, ni cristales, ni volantes, ni claxon, ni el invento de la matrícula, ni los frenos, ni las señales de tráfico, ni el ambientador para que huela bien.

—Vamos alcanzando las más altas cotas de la miseria. Sigamos pero deja ya las Colombinas, que huele todo a humanidad. ¿Por qué estamos aquí?

—¿Qué es aquí?

—Lo que quieras que pueda ser un aquí.

—Ni idea. Será por haber nacido.

—Correcto. Sacado con fórceps.

—No me acuerdo.

—Yo sí. ¿Y quien inventó ese chisme simplón y hasta tonto?

—Ni idea, un español con un rosario al cuello seguro que no.

—Exacto, lo inventó uno de más al norte. El nuestro seguramente era de acero inoxidable. ¿Invento de españoles el inoxidable?

—Lo dudo.

—¡Premio! Creo que uno con buenos colegios y universidades.

—Más bien con libertad y sin miedo a que le digan no o el vuelva usted mañana.

—También es verdad.

—Pero ya me estoy cansando y no hemos empezado. Empieza a sacar cosas de casa y verás qué risa.

—Cafetera, molinillo, máquina de coser, la radio, la linterna, las bombillas, el váter con su cisterna, el grifo, la olla a presión,  el tenedor, las medicinas todas una por una empezando por la aspirina y terminando por la penicilina, la leche en polvo, el flit, el lápiz, la pluma estilográfica…

—Sigue, sigue…

—El bolígrafo, el espejo, el despertador, el reloj de pulsera de papá, las pilas o baterías, las gafas, la cremallera, los tornillos, la lupa, la maquinilla de afeitar, el dentífrico, las compresas de las mujeres, el candado, el calibrador, el taladro, el papel, la tinta china…

—Sigue, te quedarás sin aliento…

—La lata de conservas, el abrelatas, la pólvora, la bomba atómica, el caucho,

—Ya vale, que me da la distonía neurovegetativa...

 Hemos terminado, que eres capaz de hablar de la pólvora, o del avión, o el ferrocarril, o la bicicleta, o los ascensores, o la aguja de coser, o el condón, o la imprenta, o la doma del caballo, o el metro, o el microscopio, o la cerradura, o la fórmula del agua, o de los pesos atómicos ... Me rindo.

—Pero sólo estamos hablando de cosillas materiales, yo te pregunto, ahora que te has puesto negativo, que me nombres un solo matemático español. O un físico, me da igual. O un filósofo. O un músico influyente. O un químico.

—Solo puedo nombrarte santos.

—Claro que puede anotarse que España inventó el submarino y el autogiro...

—Y diez países más al mismo tiempo, como el helicóptero, pero aquí nadie hizo caso porque estaban en misa, y no se desarrollaron. Con lo cual has caído en mi trampa: que España no ha apoyado nunca la libertad de pensar, ni ha gastado un maravedí en desarrollo. Ni en el papel para limpiarnos el culo.

—El garrote vil creo que sí…

—Calla, que me dan ganas de comer carne humana.

—Con toda esa retahíla de inventos…

—La millonésima parte de los que puedo citar…

—Estamos confundiendo la existencia de cosas con

 la esencia de la vida, un español no le debe nada a nadie, y quien dice un español dice un sabio del Renacimiento o un troglodita de una isla aún no descubierta. ¿Te lo demuestro?

         —Venga.

         —¿Qué hacían los miles de millones de terrícolas mientras a un tío se le ocurría la idea del abrelatas o el teorema de Fermat? No he dicho uno, ni he dicho tu padre o tu abuelo, sino todos los demás excepto el del invento.

         —Millones de cosas.

         —Una sola: vivir, ser, estar, no importa bajo qué sentimiento o qué clase de dolor, conectar como ser vivo con el inventor, hay una fuerza que nos unifica. Imagina que no hubiera miles de millones sino sólo el inventor del abrelatas.

         —¿Para qué inventar un abrelatas?

         —Lo has captado.  

—¿Pues entonces sabes qué te digo? Que eres un ignorante y no aciertas la realidad. Que toda esa retahíla carece de sentido y es absurda, porque el que inventa inventa para todos, existe un halo invisible que enlaza al inventor con el resto del mundo, es imposible inventar nada sin un hálito que proviene del resto de humanos, y además inventan y crean no los más inteligentes sino los inteligentes mejor educados desde niños, que vienen a ser los más libres, que dependen de los peor educados, y España siempre ha sido pobre sin dinero o ganas para educar y no ha tenido nunca libertad para que alguien se atreva a crear algo que se aparte de lo permitido por los asnos que han tenido todo el poder, con un poder que era religioso, lo anticientífico, y digo todo, todo… ¿Te imaginas a uno de la Cava Baja del Madrid antiguo intentado hacer volar un vehículo o diciendo que el hombre desciende de un peludo casi simio? Invento de Satanás, y a una mazmorra o a la hoguera.

—Inteligentes pero libres son los que crean.

—Eso he dicho, al menos libertad interior.

—Es que yo insisto en lo de libres, lo que no ha sido nunca un español en España. El español libre funciona normal, pero fuera de aquí.

—De acuerdo, y te puedo poner ejemplos.

—Te pongo yo uno, y de andaluces.

—A ver eso.

—Te voy a dejar de piedra. Nómbrame un pueblo conocido por ser algo famoso por cateto.

—Dificilísima elección. ¿Qué es ser cateto?

—En Geometría es palabra griega, algo perpendicular, que cae, en lenguaje popular es casi lo mismo, el simple, el que se cae de pura sencillez inocentona. 

—Pues pueblos con cierta familla de catetos huelvanos puede ser Lepe por su fama de chistes de bobos.

—No sigas. Pues Lepe es patria de un inventor trascendental para la historia humana, Alonso Barba, que, por supuesto, si creó algo fue sintiéndose libre, a diez mil kilómetros de los muros de la patria mía. Descubrió o inventó el procedimiento para obtener plata de las minas llamado “beneficio de cazo y cocimiento”, que inundó de plata al mundo, dando origen con ello al real de a ocho, peso fuerte, peso duro o dólar español, la primera divisa universal de la historia, marcada con el símbolo que han copiado para el dólar, y que fue la moneda más apreciada de todos los tiempos en todos los países del mundo.

—De ahí mismo, de Lepe.

—Exacto, y ahora me ha venido una idea terrible a la cabeza.

—Escúpela y te quedas tranquilo, como en confesión.

—Pues que España no es un país libre, depende de otros, aunque sea intelectualmente.

—Eso no es malo, lo malo es… que depende económicamente.

—Eso es a causa de lo que he dicho. Quieres decir que enlatar sardinas nos costó pagar la máquina enlatadora y la patente de la lata.

—Más o menos.

—Ya estoy pensando otra cosa…

—Si la comunicas serás humano, si no, cangrejo o camello rumiando pensativo.

—Tienes razón… Pero primero una pregunta o dos: ¿por qué un hijo de campesino analfabeto que vive de lo que le da el sembrado heredado de su bisabuelo no tiene interés alguno por saber qué es el acero, el estaño, la soldadura o conocer de dónde viene la lata de conservas? Pues porque no sale nunca de su terruño cárcel de cadena perpetua. ¿O por qué si a mí nadie me ha ganado nunca corriendo, un profesor de educación física no me ha ayudado a ser atleta para ir a un competición y ver si gano o soy un timo? Pues porque yo tampoco he huido de este campo de concentración.

—Ya quisiera yo preguntas así en reválida. A lo primero la respuesta ni la digo, a la segunda… pues tampoco. Será porque no tuviste formación, importaste menos que un comino a nadie. España es eso. No quiere que alguien destaque, sino que adule.

—Ergo… se decía ergo entre los que pensaban en latín… porque en España falta educación seria y profunda, y libertad de pensar, o sea muchísima menos religión, o sea, libertad de pensar en cosas serias y luego hacer y probar.

—O sea, que Quevedo, tan citado, era un papanatas discutiendo a garrotazos que Santa Teresa no debía ser declarada patrona de España sino Santiago Apóstol.

—Mucho rollo con Quevedo, pero lo que has dicho es cierto y deprime. O cualquier santo que sirva para lo mismo… Es peor… Que en España no han dejado pensar nunca, si dejaran y ayudaran habríamos demostrado que la Tierra no es el centro, o que el hombre ya existía antes de la creación del mundo.

—Sin ser quemados vivos por decirlo.

—Justamente, porque decir eso es negar la creación del mundo, seamos razonables, cada cual sabe dónde le pica.

—Y quien dice eso, podíamos haber inventado la grúa, para sacar cobre de la mayor mina de cobre del mundo, a la que ni hemos sabido sacar partido nunca y todo el cobre se lo han llevado extranjeros.

—Se te nota ahora patriotismo riotintero.

—O haber descubierto el soplo en el corazón, llamado entonces Síndrome de Pérez, que para eso tuvimos a Miguel Servet.

—O haber creado una Comunidad de Naciones con toda la inmensamente rica América con todos los derechos, dejando de exigir impuestos y riquezas para defender un tipo de religiosidad

—Me mareo. Cuando Inglaterra está en peligro yo me doy cuenta de que sus antiguas colonias dan la vida por defenderla, hace poco y en la Gran Guerra, con Estados Unidos, Canadá, Australia… acudiendo a ayudarla. ¿Te imaginas a España en peligro y viniendo a ayudarnos hasta la muerte Venezuela, Honduras, Perú…?

—Algo funciona horriblemente mal en “lo español”.

         —Voy a beber y a mear.

         —Ve y disfruta… es lo más elemental que existe para saber qué estás vivo.                                           

         —A mí todo me demuestra que estoy vivo.

         —Claro, porque mientras estás vivo eres parte del todo.

         —Meo y regreso, pero eso no me entra.

         —Pues encuentra una palabra que abarque cuanto existe, material o ideal, hasta la misma estupidez, y te entrará. Y al decir todo me refiero a todo.

         —Universo, está claro.

         —No me vale, se refiere a la materia, yo pido una palabra que incluya hasta esta conversación.

         —Que lo incluya todo… Vale. Deja que piense.

         —Esa es la palabra, la acabas de decir: Todo.

         —Medio entendido sólo.

         —Existe el Todo y tú estás dentro del Todo porque existes, ¿no?

         —No es así exactamente, lo muerto forma también parte del todo, y Ulises y Penélope, y hasta Jehová, y el haber dudado si ir a la feria o no, y esta conversación. Todo y vida no tienen nada que ver. Todo es hasta que una vez te gustó una chica.

         —Ahora me pierdo yo.

         —¿Se puede decir que existe el Todo, o que lo que existe o se piensa es Todo?

—El que responda No es tonto, pero puestos a hablar así ese Todo va con mayúscula.

—Vale. Todo es el mundo y lo que se piensa del mundo, y los muertos enterrados y los óvulos y los espermatozoides, y la declaración de amor del muchacho, y el pensamiento de quien cree que el número pi puede ser infinito, y la idea de Zeus, de Alá, de las brujas y de las pantarujas, y la existencia doblemente imaginada de Dulcinea del Toboso.

—Todo. Dicho así lo acepto, no tengo escapatoria.

—Ahora viene lo bueno: ¿soy yo parte del Todo?

—Un sí rotundo.

—¿Entonces? Pues de ese modo yo soy parte del todo y… ¡algo de todo es parte de mí! ¿Importa, pues, Algo dentro del Todo? No. Nada. Todo sigue siendo siempre Todo. Aunque me muera soy parte de Todo.

         —Me ha picado un mosquito.

         —El concepto de Todo te marea, no hace falta que te rasques.

         —Una parte del Todo se mueve. Está regresando la gente de la feria. Vienen medio muertos, mira los jubilados.

         —Eso de medio muertos no sé si se dirá también en otros idiomas. Es frase muy buena, pero surrealista.

         —À moitié morts, halb tot. No me suena bien.

         —¿Tú te has dado cuenta de que morir es exactamente nada, aunque medio morir sea parte del Todo? No se puede estar medio muerto, ni muriéndose. Se está vivo, aceptado que inconsciente o sufriendo o sangrando o sin brazos ni piernas y estripado o como quieras entre terribles dolores, pero no se puede estar medio muerto ni siquiera un segundo. Se está vivo, et voilá, ahora muerto. Una milmillonésima de segundo dividiendo vivo de muerto. No un minuto muriendo, ni un segundo, si estás muriendo estás vivo.

         —O sea, morir es el paso instantáneo entre vida y muerte.

         —Instantáneo, una nada. Una cuchilla tan súper afilada que termina en nada, cero grosor, y a un lado queda lo que era vida y al otro ya es muerte.

         —O sea, la muerte es nada, el súper infinito filo cero que te corta.

         —Es la única recreación de la nada que se me ocurre que se puede comprobar.

         —Suena un poco como a guillotina.

         —Pero no hablamos de eso.

         —Por supuesto, era por comparar.

         —Lo más parecido a la muerte es el sueño.

         —Totalmente falso, y no digas eso por ahí, que es una comparación que ha hecho muchísimo daño, ha llenado el mundo de ilusos creyendo de verdad tal bobada, un sueño muy largo, hasta que despiertan eternamente.

         —Viendo a Dios eternamente.

         —Exacto, no viendo eternamente la chumbera de frente a su jaima.

         —La felicidad suprema, y sentados a su diestra los más santos, así eternamente.

         —Sin producir ni evolucionar ni inventar ni descubrir ya eternamente.

         —O sea, muertos.

—O disfrutando eternamente, algunos hasta para siempre teniendo 33 años, con gran lujo, mucha comida, vino y huríes preciosas en camas blandas, con placer cientos de veces mayor que el terrenal.

—No hay, pues, nada imaginablemente sensato comparable a la muerte, todo eso son deseos para esta vida.

  Quizá el fracaso sea una especie de muerte.

  Puede, si una chica te dice no…

  Eso no es fracaso, igual es tu día de suerte. Me refiero por ejemplo a que una especie de muerte es que yo ya jamás podré ser compositor, no entiendo nada en una página de partitura y ya es muy tarde. Eso es un fracaso terrible de mi formación como humano, o como Allzumenschliche, o sea, algo sí comparable a la muerte. Y tampoco recibí formación matemática buena. Eran dos cosas que me ilusionaban, pero ni las integrales conocían. Demasiada enseñanza oscura, mucha religión y mucho absurdo es lo que ha habido en mi vida. ¡Ah, y ahora que recuerdo…, pude tener a tiempo un maestro pintor y también me fue negado!

         —Nacer en un sitio o en otro condiciona para siempre. Depende de los compatriotas que te toquen.

         —Claro, y según donde naces y qué compatriotas te tocan tienes una bandera u otra y crees en un dios o en otro, y según qué dios te toque así te educan. Eso diviniza lo relativo.

         —Relativiza lo divino, querrás decir.

         —Es lo mismo vino helado que helado de vino.

         —El helado de vino puede ser lo espiritual, y el vino helado, que te puede abrir la cabeza, es lo religioso.

         —Pues hay una gran diferencia entre la espiritualidad y la religión.

         —¿Ahora te enteras? La espiritualidad va más bien por las preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué muero?, ¿qué sentido tiene lo que hay en medio?, y la religión va exclusivamente y a garrotazos por las respuestas: que te ha creado Dios, después tendrás dolor o felicidad eterna, come y calla.

         —Me parece que Dios y Patria tienen mucho en común.

—Será por eso por lo que al hablar de patria sale a flote el dios de cada patria, que a la postre no es más que

la cultura de esa patria.

         —Pues por eso habrá salido lo de patria.

—Lo que quiere decir, y ya no me repito más, que la patria la hacen buena o mala los gobernantes, el pasado y un poco de miedo y pereza de pensar.

         —Sumados al pueblo, sumisos cobardes o rebeldes valientes.

         —Hoy estás imposible.

  Pues aprende esto: la masa humana es como la

harina, haces con ella lo que quieres. Por eso se llama masa.

         —Pues eso te contradice porque es un canto al líder.

         —Sólo si el líder es mártir, si no es un falsificador.

         —Mártir suena a muerte.

—Sí, ya hemos vuelto a lo mismo.

—Pues yo no tengo ninguna gana de morir.

—Ni yo.

—Es lo que estoy diciendo.

—Si no piensas y te dejas llevar la Tierra es entonces un sitio mucho mejor de lo que parece, y España es el mejor país de la Tierra.

—Estoy de acuerdo, lo vas comprendiendo. Y para la islandesa el mejor es Islandia.

—Y para el indio aún no encontrado en su bosque del Amazonas, su selva verde.

—Hay aquí gente maravillosa y mucha magia.

—¿Aquí qué es?

—No prestas atención, aquí es España, Andalucía, Huelva, el Barrio Obrero, esta marquesina.

—Lo voy comprendiendo.

—Y gente enormemente divertida.

—La amo.

—Por supuesto. Pero es bueno no ser papanatas.

—Y Huelva en su rincón es todavía mejor que todo lo demás. —Sólo se puede venir aquí por un camino, somos una isla, eso

es genial, no nos influyen ni contaminan, por eso nos mantenemos puros como cuando había mamuts.

—Isla con istmo.

—De acuerdo en todo, una vía de tren lento y una carretera con baches, no se puede venir de otra forma.

—Los árabes por el Rocío.

—Eso es porque se les daba ir por la arena.

—Los vikingos por mar.

—Eso fue una visita breve a tomar aguardiente.

—No tengo ninguna gana de morir.

—Ya lo he dicho, no repitas.

—Pero hay suicidas.

—Todos quieren vivir, nadie quiere morir, ni los suicidas.

—No lo creo. Yo creo que el suicida merece un altísimo respeto,

¿no te parece? Que uno de cada cien o mil millones se suicide humaniza, hace meditar no sobre la muerte sino sobre la vida.

—Quieres decir que la muerte es como dicen los existencialistas, el único sentido de toda la filosofía.

—Ya sabes que para mí la imposibilidad de la mente humana para entender la eternidad y el infinito están por delante de todo.

—¿Lo dejamos ya? Es tema que me hace desear irme a dormir a la Cueva de Montesinos o a hacer penitencia en las montañas.

—No es mala idea.

—Es que no sé si lo comprendes bien: yo no quiero morir. ¿Lo deletreo?

—Tampoco es seguro al cien por cien, déjalo ya.

—La Muerte, el Infinito, la Eternidad... No deberías ni nombrar esas ofuscaciones. Quizá algún día entendamos algo.

—Por ahora olvídalo.

—Yo no quiero morir.

—Ni yo, olvídalo.

—Si te mueres ya dejas de saber.

—Y quizá mueres la víspera del día que se descubre la gran verdad.

—Y todo lo sabido se derrumba por falso.

—Consuélate, absolutamente todos, sin excepción, desde el primero que se puso de pie, han ido muriendo en la víspera de algo maravilloso.


Antonio Santos Barranca. Una educación (la formación vital de un niño en los años del asentamiento de la dictadura nacional-católica). Ed. Onuba, 2021

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