el pubis de la tierra
recibe caravanas de sepulcros
he dejado de respirar por la piel pues el hierro hervido
hace crecer los crepúsculos grabados
manos en llamas alumbran las tendencias filamentosas
y el eco de la mirada hecho jirones
se quiebra contra el color invisible
los pedazos se aposentan en los matorrales de insectos
allí hacen su vida en la fiesta de la cabeza
y saltan hogueras de miel y rescoldos de cruces marinas
la fábula se esconde entre las piernas de los fósforos
y en el trasluz de la quimera
vive una ardilla enemiga
que salta entre relojes de incienso y olores de tiempo
y escoge la avellana más grande y más torpe
pues así es la vida del insecto hecho blasón de bosque
no hay mar pues el aire lo seca todo
hasta la conciencia es de piedra
hasta la visión se hunde
en las profundidades de la gárgola escrita
que la nube aúlle entre cortejos de hidratos
que tambalee el universo después de llorar un rato
no vale cambiar la sonrisa por un plato de simientes
alocados y tenebrosos
los cisnes van nadando entre cortinas de espasmos
Manel Costa
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