documentos de pensamiento radical

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domingo, 9 de marzo de 2014

DEDICATORIAS





Dedico este poema a los hombres que nunca se acostaron conmigo
A los hijos que no tuve.
A los poemas que nadie escribió.
Dedico este poema a las madres que no amaron a sus hijos.
A las que murieron en hoteles
sin que nadie les acompañara.
A los poetas que viven olvidados en alguna antología.
Al poeta en su velorio con su boca cerrada para siempre.
Lo dedico al autor de las pintas en los muros.
Al torturado anónimo.
Al que nunca dijo ni su nombre.
Dedico este poema a los que gritan de dolor y también a las parturientas.
Lo dedico a las suicidas.
Al que lava cadáveres.
A las mujeres que se acuestan con todos.
A los que siempre duermen solos.
Dedico este poema a los que no frecuentan cafés ni piscinas ni saben hablar por teléfono.
A los que no entran en los bancos ni salen en la tele.
A las de primaria vespertina que reciben declaraciones de amor con faltas de ortografía.
A los poetas que nunca comienzan a escribir.
A las que no se atreven a opinar ni a levantar la voz.
A las que no pueden estar felices sin el consentimiento del macho.
A las que duermen con sus delantales puestos y piensan en el quehacer mientras sus maridos eyaculan prematuramente.
A las que tortean en jacales y no tienen sillones.
A los que arrullan a sus hijos en tzotzil y traen mugre bajo las uñas.
A los pepenadores.
A los que chaporrean siembran nopales y comen tortillas con sal.
Al sereno que también trabaja de día.
A la de la chancla rota que tiende cien camas cada mañana.
Al viejo sin dientes que merca chicle en la playa.
A los que viajan parados a la tierra del cacao.
A las que traen las caras negras y la cicatriz del llanto en la sordera.
A la que da el pecho a su hijo en el cañaveral.
A los que buscan el arco iris en el aceite de los charcos.
A la que chapotea en las cascadas y se moja el pelo con agua de lirios.
A los remeros que inventan el canto con sus brazos.
A los que lavan el nixtamal bajo la lluvia.
A las que acarrean el agua en cántaros y caminan por la carretera.
A la niña viendo luciérnagas.
A la niña con el candil en la mano.
A los chamacos que saltan con el rastrojo en llamas.
A los que corren sobre el fuego entierran a sus muertos en la cocina y cantan entre los escombros.
Al que engaña a su muerte en la cama de los moribundos.
Al que baja de los cerros para no quemarse con las estrellas.
Al que agarra la mano de la muerte y baila con ella.
A las que tienen muchas nueras y cargan iguanas en sus cabezas.
A los colochos que venden nieve en tierra caliente.
A los camaroneros divisando el cometa de madrugada.
Al que arremanga su camisa y pide un hacha.
A la que vende tamal de bola, de mumu y chipilín.
A los que cortan elote tierno para comerlo crudo y amarran la pata de perro que roba pollo.
A los que hacen las maracas y matan por amor.
Al que se avienta al hoyo en el entierro de un amigo.
Al poeta que no puede bajar del techo por estar tan enamorado.
Al que hace lo que puede.
Dedico este poema al hombre encadenado.
A los niños golpeados.
A los hijos de alcohólicos.
A las que cuidan a las criaturas de otros y ven a las suyas cada quincena.
A la que trapea en el colegio y no sabe firmar su nombre.
A las que comen en la mesa del hospicio.
A los tullidos que se acurrucan junto al horno en alguna panadería.
A los que atienden los baños públicos y barren las calles al amanecer.
A las que bailan en cabaretes y están hartas.
Dedico este poema al amasador de adobes que muere en la casa que construyó para otro.
A los que se escaparon de noche cuando el volcán sepultó su iglesia.
A los vecinos que ya enterraron a sus hijos uno tras otro como los años que pasan.
A los que han tenido que vender a sus hijos su sangre y su sexo.
A los que nada tienen que perder.
Dedico este poema a los peones acasillados que invaden las tierras del patrón.
A los que cavan túneles debajo del dinero.
A los que preden lumbre al ingenio.
A los que no echan sombra y sin luna dinamitan los puentes.
A los de trece años que se van a la guerrilla
y conocen mujer por primera vez en la montaña.
Para los dos heridos.
Para Las Pelonas.
Al tacuazín de Olga.
A los chuchos apaleados.
A niños que nacen en países donde la verdad está prohibida por la ley.
A los que han adoptado otro nombre y llevan años sin saludar a la familia.
A los que nunca durmieron en la misma cama y comparten la fosa común.
Dedico este poema a la madre que busca a su hijo en el anfiteatro
entre otros poemas decapitados.
A la que no puede decir cuál cadáver es el suyo
y se despide de cada uno con un abrazo.



Ambart Past. Huracana. CECAC. Chiapas, México, 2005.
Este poema también está recogido en VV.AA. 21 balas. Antología de la poesía mexicana actual. LF Ediciones. Béjar, 2009; y la misma edición en México a cargo de: Solar Servicios Editoriales. EspañaMéxico, 2009. 

sábado, 8 de marzo de 2014

5 poemas de VIVO EN LAS PEQUEÑAS COSAS de BIEL VILA







Igual que en el mar,
Silencio y profundidad, agua por todo:
La barriga de mi madre.


*


Apenas se entiende
qué guapa era.
Revuelven
cajas, polvo y recuerdos
las manos de ahora
y los ojos de entonces.


*


Nota de supervivencia,
letra grande y redonda encima
de la mesa. Cariñosamente,
con cierta prisa, besos Mamá.



*


¿Es poesía ver a perro contestando preguntas
que a ti aun te quedan lejos de la vista?


*


No es que me guste mirar traseros,
pero ¿sabe alguien lo que queda
a primera vista desde una silla de ruedas?

Unos pocos dignos del poema.



Biel Vila. Vivo en las pequeñas cosas. Ediciones La Baragaña, 2011

viernes, 7 de marzo de 2014

ESPERAR SENTADO (I) -editada la poesía completa de antonio orihuela-




MURMULLOS

Llegará el día en que todo desaparezca
en la desaparición
donde uno espera que algo aparezca.
El mundo de la verdad vacila,
más allá, sencillamente, es negado por la Historia.
Los sensatos dicen ¿para qué?
Quién querría vivir en la inversión radical,
condenarse a la fascinación,
poner fin al tiempo de la ausencia.
Mejor dormir en el error
que en la profundidad del extravío.
Quede para nosotros solo la claridad del riesgo.


***



11-M

Yo me manifesté contra la guerra.
Hice todo lo que un ciudadano puede hacer contra la guerra.
Pegué carteles,
di recitales,
fui a la huelga general contra la guerra
que mi pequeño sindicato convocó contra la guerra.
Hablé, donde pude, contra la guerra.
Ahora, el gobierno de mi país en guerra
me pide que me manifieste
porque el enemigo
ha empezado a tirarnos bombas.

Querían
ir a la guerra
y solo disparar ellos.


Antonio Orihuela. Esperar sentado. Ed. La Baragaña, 2014

jueves, 6 de marzo de 2014

CINCO POEMAS DE MAXI FERNÁNDEZ RIERA de su libro PEQUEÑAS VERDADES DEL NIÑO MANDRÁGORA






En los bares
hablando del pasado
jóvenes rosas y naranjos.
Y en el cenicero una aceituna.
Todo ya es hueso.



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Al nacer
un pequeño demonio azul
vino a verme,
me ofreció un puñado de palabras,
decía:
gaviota y mar valen tres dientes
música te costará el resto del pelo
libertad, dos pendientes o media oreja
árbol, tatuarte mi nombre
cinco veces
ciudad gris y nostalgia son gratis
para tener amor, deberás sangrar
siempre.
Le dije:
odio las palabras
odio
y debilidad.
En cambio me gustan:
sensibilidad,
lucha
vida
alma
madre
tierra
luna
sueño
poema
y presente.
Respondió:
a mi me gustan tus piernas.



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MADRE
Romperse en dos
convertirse en rama,
así era nacer.



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PADRE
Injerto de naranjo
¿sigues temiendo a la muerte?



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PRIMERO
Primero somos cuerpos
lamiéndonos el amor.
Luego, canciones vistiéndose.




Maxi Fernández Riera. Pequeñas verdades del niño mandrágora. Agente Noviembre A.C. Palma, 2013

miércoles, 5 de marzo de 2014

POESIA DE USO (V) -Antidio Cabal-





El Partido Comunista es el último que sube a la montaña
y el primero que baja.


*


Algún día ganaré seis mil mensuales
como profesor universitario o mugiendo en el Parlamento
con mi carné, mi cédula del Partido,
bien seguro en mi casa, en la prensa, en los poemas,
entonces me ocurrirá lo peor: firmar manifiestos,
protestar, dar una cuota de mi sueldo para presos
y formar parte en el frente intelectual opuesto al régimen,
y tendré mi juego de cartas para ladrar culturalmente en las mesas redondas,
en las encuestas, en las revistas poéticas de unidad continental,
si yo algún día llego a ser este hijo de puta,
recordádmelo.


Antidio Cabal. Poesía de Uso. Ed. Amargord, 2013


martes, 4 de marzo de 2014

Un poema de Joaquín Gómez

     


DESEARÍA crear un poema.

Sería un poema sin letras,
                           ni puntos,
                            ni comas.
Sería un poema sin poema.
Sería, más bien, un poema ilusorio.
Sería también un poema silente, imposible
                                         de ser declamado.
Sería un poema, ay, sin necesidad
de página que lo acoja

SERÍA, lo tengo bien claro, todo un gran poema.


                                              (De: Entre, no se quede mirando el título)

lunes, 3 de marzo de 2014

LOS POLICÍAS Y LOS GUARDIAS



siempre vieron al pueblo

como un montón de espaldas que corrían para allá
como un campo para dejar caer con odio los garrotes.

Siempre vieron al pueblo con el ojo de afinar la puntería
y entre el pueblo y el ojo
la mira de la pistola o la del fusil.
(Un día ellos también fueron pueblo
pero con la excusa del hambre y del desempleo
aceptaron un arma
un garrote y un sueldo mensual
para defender a los hambreadores y a los desempleadores).

Siempre vieron al pueblo aguantando
sudando
vociferando
levantando carteles
levantando los puños
y cuando más diciéndoles:
“Chuchos hijos de puta el día les va a llegar.”
(Y cada día que pasaba
ellos creían que habían hecho el gran negocio
al traicionar al pueblo del que nacieron:
“El pueblo es un montón de débiles y pendejos -pensaban-
qué bien hicimos al pasarnos del lado de los vivos y de los fuertes”).

Y entonces era de apretar el gatillo
y las balas iban de la orilla de los policías y los guardias
contra la orilla del pueblo
así iban siempre
de allá para acá
y el pueblo caía desangrándose
semana tras semana año tras año
quebrantado de huesos
lloraba por los ojos de las mujeres y los niños
huía espantado
dejaba de ser pueblo para ser tropel en guinda
desaparecía en forma de cada quién que se salvó
para su casa y luego nada más
sólo que los Bomberos lavaban la sangre de las calles.
(Los coroneles los acababan de convencer:
 “Eso es muchachos -les decían-
duro y a la cabeza con los civiles
fuego con el populacho
ustedes también son pilares uniformados de la Nación
sacerdotes de primera fila
en el culto a la bandera el escudo el himno los próceres
la democracia representativa el partido oficial y el mundo libre
cuyos sacrificios no olvidará la gente decente de este país
aunque por hoy no les podamos subir el sueldo
como desde luego es nuestro deseo”).

Siempre vieron al pueblo
crispado en el cuarto de las torturas
colgado
apaleado
fracturado
tumefacto
asfixiado
violado
pinchado con agujas en los oídos y los ojos
electrificado
ahogado en orines y mierda
escupido
arrastrado
echando espumitas de humo sus últimos restos
en el infierno de la cal viva.
(Cuando resultó muerto el décimo Guardia Nacional.
Muerto por el pueblo
y el quinto cuilio bien despeinado por la guerrilla urbana
los cuilios y los Guardias Nacionales comenzaron a pensar
sobre todo porque los coroneles ya cambiaron de tono
y hoy de cada fracaso le echan la culpa
a “los elementos de tropa tan muelas que tenemos”).

El hecho es que los policías y los Guardias
siempre vieron al pueblo de allá para acá
y las balas sólo caminaban de allá para acá.

Que lo piensen mucho
que ellos mismos decidan si es demasiado tarde
para buscar la orilla del pueblo
y disparar desde allí
codo a codo junto a nosotros.

Que lo piensen mucho
pero entre tanto
que no se muestren sorprendidos
ni mucho menos pongan cara de ofendidos
hoy que ya algunas balas
comienzan a llegarles desde este lado
donde sigue estando el mismo pueblo de siempre
sólo que a estas alturas ya viene de pecho
y trae cada vez mas fusiles.

 Roque Dalton