documentos de pensamiento radical

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viernes, 12 de septiembre de 2025

En camino hacia mí في الطريق إليّ



 

Voy cada día hacia mi infancia,
cada vez que se estrechan sobre mí
las calles, los cafés, las gargantas de mis amigos,
las voces de los vendedores ambulantes
y los soplones.

Voy hacia mi infancia,
la cual dejé detrás de mí,
dormida en una cuna,
vacilando entre sueños.

Dejé detrás de mí mis sueños frescos,
criando pesadillas.


Dejé detrás de mí, allá, a mis amigos,
bebiendo vino de contrabando
y fumando tabaco asqueroso.


Dejé detrás de mí a Widad,
con su chaqueta blanca,
esperando el autobús número 7
y escondiendo en su sostén
sus cigarrillos preferidos.

Dejé detrás de mí el tren rápido,
que siempre llega con retraso
para toser en la garganta de la historia.


Dejé detrás de mí partidos, sindicatos, asociaciones,
saltando como ranas sobre los puestos más ridículos.

Dejé detrás de mí mujeres hermosas,
volando como mariposas de una flor a otra,
educando sus labios para quedarse quietos.


Dejé detrás de mí el mar,
salmodiando el canto de olas coaguladas,
un ritmo que baila al son de una horca,
un tono que cría la alegría en la mano del canto
y un sol que acoge a los tristes.

Dejé detrás de mí una ausencia
que no se presenta por la mañana
y me visita por la noche,
trayendo consigo el insomnio.

Dejé detrás de mí un pueblo
que conversa con sillas
sobre la mesa de la patria
con botellas vacías.


Dejé mi suspiro,
asfixiado en el desván del corazón,
y a un policía de tráfico
abriendo su boca de par en par
delante de mujeres feas.

Dejé detrás de mí al loco sabio,
a la sensata loca
y a la alumna perezosa
que no recibe mensajes.


Dejé detrás de mí los quioscos de periódicos,
que ya no robo,
y al policía que habita en mi cabeza.

Dejé detrás de mí cargas listas,
como si huyera de la justicia de la poesía.
Sólo las sillas pagan el impuesto.


Dejé detrás de mí al hombre
que odia la libertad,
los campos de saliva,
el boletín de noticias,
las sonrisas falsas de sus presentadores,
las explosiones en salas de chat
y los mensajes de amigos en Hotmail y Yahoo.

Dejé detrás de mí las aguas
donde la sed se ha podrido en la garganta.


Dejé borradores que perdieron
su pistola silenciadora.


Dejé detrás de mí libros
que se deshacen de sus ropas
por las letras más triviales.

Dejé detrás de mí los himnos nacionales,
las banderas rotas
y los gemidos de hombres en las cárceles.


Dejé detrás de mí la historia,
buscando la geografía en libros antiguos,
a Ibn Jaldún investigando el origen del estado,
y al estado investigando el origen de Ibn Jaldún.


Dejé a Ibn Rushd meditando sobre el fuego
que devora la última lección de filosofía,
las huelgas de estudiantes
y las habitaciones del barrio universitario.

Dejé detrás de mí a poetas
escribiendo sus versos en pañuelos de kleenex,
porque están poéticamente resfriados.
Dejé detrás de mí mis píldoras calmantes
contra los dolores del mundo.

Dejé toda la nostalgia,
la profunda nostalgia hacia la vida,
y muchas lágrimas en el refrigerador.
Lágrimas que guardo para un próximo llanto
o para venderlas a los adictos al gimoteo
frente a las pantallas del mundo.

Dejé detrás de mí el amor
y la cajita donde guardé

todas mis pérdidas.

 

 Mohammed Abid. Mero rumor. Ed. Diwan al- Maghrib, 2025

Traducción de Mohamed Larbi Ghajjou revisada por Antonio Orihuela.

 

 

 

 

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